Y llegó el final. El ambiente a despedida se hacía sentir desde hace algunos días, cuando fueron más los atletas que dejaron de competir que los que quedaban por debutar. Ayer fue el turno del emocionante adiós, con todos los atletas desfilando juntos en Maracaná.
Pasaron los 17 días de Juegos Olímpicos, y Río cumplió. Los miedos por la inseguridad, por el famoso Zika, por un posible atentado, hasta los problemas de cañerías en la Villa Olímpica que presagiaban unos Juegos caóticos, encontraron a un Brasil que estuvo a la altura. Tuvo que luchar contra el prejuicio del primer mundo contra el tercero, pero la mayor fiesta del deporte mundial se cerró con un aprobado enorme. Porque es cierto, Río no fue perfecto como Londres 2012 ni majestuoso como Beijing 2008, pero tuvo el color que solo los brasileños pudieron dar, y que maquilló todos los problemas.
Río le pasó la posta a Tokio, que en 2020 organizará otros juegos de ensueño. Brasil culminó una etapa que venía esperando hace años, desde que el país lo miraba como su pasaje al mundo desarrollado, y que finalmente llegaron en el medio de un estancamiento económico y crisis política. Brasil, y el mundo volverán a ser un poco más normales desde hoy. Pero no se olvidarán más de estos 17 días que entraron en la historia. l