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Saber cambiar a tiempo

Peñarol fue uno en los dos primeros partidos, pero luego jugó con una figura diferente en el campo, lo que lo ayudó a llevarse un título que se le hizo muy esquivo últimamente
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02 de diciembre de 2012 a las 22:55

Fue y sigue siendo muy complicado para el Polilla Da Silva poder meterse en la piel del hincha de Peñarol. No se trata de un hombre de la casa y eso muchas veces complica.

Pero el domingo logró su cometido. Más allá de que la hinchada no coreó su nombre –como ocurría con otros entrenadores–, pese a haber conseguido el título, se salió con la suya.

Un título que tiene relevancia por la importancia de ganar la primera mitad de la temporada y también porque hacía 16 años que no se conseguía. No hay que olvidar que a partir de enero del año que viene, Peñarol jugará la Copa Libertadores de América y ya tiene en caja este torneo que consiguió, como para poder hacerlo un poco más tranquilo en el Clausura.

Claro que para ello, el propio Polilla fue aprendiendo con el paso del tiempo. No es que alguien le haya enseñado nada que él no supiera, sino que fue acomodando el equipo a su merced y se dio cuenta de errores propios y también de virtudes.

En ese contexto, su oncena fue variando notablemente. Desde el dibujo táctico hasta los propios jugadores que ingresaron con el correr de los compromisos.

No hay que olvidar que también se le fracturó el capitán y emblema de este plantel a los 42 minutos del primer compromiso del certamen ante Fénix.

Obviamente que a partir de allí debió cambiar no solo de protagonistas, sino que además, lo hizo también en el dibujo táctico que mostró en la cancha.

Para ello fueron fundamentales –como ocurre siempre en los conjuntos campeones– que existieran individualidades que sacaran la cara por el equipo.

Aquellos dos volantes externos del principio del torneo –Cristóforo y Torres– pronto fueron cambiando y con el “descubrimiento” de Novick, comenzó a jugar con un doble “5” junto a Grossmüller.

También se varió en ofensiva. “Tengo un plantel para jugar con tres hombres arriba”, dijo Da Silva previo al Apertura. Así empezó, pero terminó con un juego dinámico y vistoso, veloz y contundente con cuatro delanteros en varios compromisos. Para eso fueron determinantes Zambrana y Estoyanoff, con sus asistencias y sus goles.

Da Silva se amoldó al equipo y así consiguió lo que Fossati había logrado en 1996 por última vez para el carbonero. Supo cambiar a tiempo.

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