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Rugby para todos: deporte para discapacitados

Vóleibol, hockey y el clásico deporte inglés se cruzan para esta variante que añade adrenalina y diversas mejoras físicas y mentales. El deporte ya está en Argentina pero también ya se mueve en Uruguay
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14 de diciembre de 2012 a las 20:23

El quadrugby es un deporte nuevo en Uruguay pero que comenzó a andar en los años 70 en Winnipeg, Canadá. Se fue expandiendo por el mundo y en 2005 llegó al Río de la Plata cuando la fundación argentina Rugby Amistad decidió llevarlo adelante con gran éxito.

De hecho, Brasil y Argentina ya tienen sus clásicos históricos en este deporte. Tienen hinchadas, partidos históricos y hasta eliminaciones que se recuerdan como epopeyas. En los juegos paraolímpicos de Londres participaron países como Suecia, Japón, EEUU, Canadá, Australia, Bélgica y Francia. A nivel latinoamericano Argentina, Brasil, Méjico y Colombia ya tienen sus selecciones armadas y han participado en eventos internacionales.

Demoró pero, en 2012, el quadrugby llegó a Uruguay y se abre paso con la idea de otorgar una oportunidad única de realizar deportes colectivos para quienes no veían esa posibilidad hasta el momento y pensaban que la silla de ruedas era el final de la adrenalina.

Magela Costa es la coordinadora deportiva de la pata uruguaya para el Proyecto Maximus en Uruguay. Uno de los objetivos de este programa es desarrollar equipos en dos ciudades de Chile, una de Paraguay, una de Perú, una de Bolivia, una de Ecuador y en Montevideo en forma simultánea. Los primeros pasos están siendo lentos y dependientes de la financiación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

Las reglas del Quadrugby
Fernando Polti es el director técnico del incipiente equipo uruguayo que juega a este deporte que tiene reglas diferentes al rugby tradicional. Lo primero que se debe decir es que se juega en una cancha de basquetbol regular. Es un deporte mixto cuyos equipos están integrados por cuatro personas y tiene como objetivo pasar la línea de fondo de la cancha en posesión de la pelota que, en este caso, es de voleibol y no de rugby.

Los partidos se dividen en cuartos de ocho minutos y tienen niveles de intensidad importantes que se demuestra en el ruido que produce el chocar de las sillas de ruedas entre ellas. Ahí está todo el espíritu de la ovalada desplegado.

Las sillas que se utilizan son especiales para este deporte e incluso se adaptan a la función de defender o de atacar dentro del campo de juego. Las de los defensas poseen reformas en la parte inferior que colaboran en enganchar a los rivales para sacarlos de la cancha o derribarlos. Ahí está la adrenalina que, para algunos jugadores, es superior a la de marcar un gol.

En el caso de que un jugador “vuelque”, habrá quienes ingresen a la cancha para colocarlo en posición y todo sigue igual. Las sillas de los delanteros, por el contrario, están adaptadas para tratar de no ser enganchadas y rodar de manera ligera hacia la meta. Los delanteros suelen ser quienes poseen mayor movilidad en sus miembros superiores.

Otra de las reglas implica una posesión del balón de cuarenta segundos para marcar un gol y la obligatoriedad de los jugadores de picar o pasar el balón antes de los diez segundos de posesión personal. El balón puede robarse mientras se hace un pase, mientras se está picando o si se saca de la cancha a un jugador contrario. En buen romance, un buen golpe de silla con el jugador contrario fuera de la cancha, cambia la posesión del balón.

Magela Costa resaltó que la práctica del quadrugby “ayuda a adquirir confianza y autonomía en la vida más allá del deporte”. “Mejora el estado físico, genera nuevos vínculos sociales y desarrolla todo lo que un deporte colectivo conlleva, por ejemplo, empatía y fomento de la solidaridad”, señaló Costa. “Lo fundamental es entender que ser cuadripléjico significa una afectación en los cuatro miembros pero eso no necesariamente significa que la persona deba estar postrada en una cama”, dijo.

Al día de hoy, uno de los desafíos más importantes es conseguir muchachos y muchachas que, producto de una lesión medular o una multiamputación y tengan afectados sus cuatro miembros para que se integren a la actividad. En la actualidad, la mayoría de los siete jugadores –de entre 17 y 25- poseen parálisis cerebral. Otro problema, según Costa, es “el traslado de los chicos a las jornadas de entrenamiento ya que no hay en Montevideo suficiente transporte urbano adaptado que conecte los distintos barrios de la ciudad y permitan la libre movilidad”.

La meta es participar en 2013 de un torneo regional enfrentando algunos países que están desarrollando el deporte y otros países que están en mejores condiciones por su experiencia.

Para eso, por ejemplo, se está esperando una donación de sillas de ruedas que llegarán desde Estados Unidos. Hasta el momento, las prácticas se llevan adelante en el local de la Asociación Pro Recuperación del Inválido (APRI) ubicado en Caiguá 1336 esquina Millán.

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