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Rifas, gelatina y jazz

La selección de nado sincronizado prepara el viaje al Sudamericano de Belén y vende rifas a $ 150 para comprar un exótico equipamiento
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04 de marzo de 2012 a las 22:28

Si Tato López definió al básquetbol como “salto largo, danza, lucha libre, tiro al blanco, improvisación de teatro callejero y alegría”, ¿qué deja para el nado sincronizado? Tal vez sea este uno de los deportes en los que la belleza estética alcance su punto máximo y la conexión con el arte permita al espectador sentirse cautivo como quien contempla una obra de arte.
Este deporte se practica en Uruguay. Todas las madrugadas, mientras Montevideo duerme, un grupo de 10 chicas –donde conviven una médica con una guardavidas y varias estudiantes adolescentes– se tira a la pileta de Biguá a ensayar figuras, rutinas y coreografías acuáticas.
El objetivo de los entrenamientos, que arrancan a la hora 5.30, es participar en el Sudamericano de mayores que se disputará en Belén entre el 21 y 24 de este mes.
Para eso, cada competidora deberá sacar de sus bolsillos (o el de sus padres) US$ 700 para el pasaje más US$ 10 por cada día de estadía.
A ponerse lindas
Pero los costos no terminan ahí. El nado sincronizado exige una presencia estética que hay que atender. También con el bolsillo.
Florencia Rodrigo, una profesora de educación física de 24 años que el año pasado compitió en los Panamericanos de Guadalajara, contó a El Observador los detalles: “Para competir se necesita una malla por rutina y estas son temáticas según la música. Además usamos una malla de entrenamiento, los equipos deportivos los está gestionando la Federación y vamos a llevar bolsos con todo el equipamiento igual”.
Para cubrir estos gastos cada nadadora está vendiendo 50 rifas a $ 150 cada una. “Mandamos mails a clínicas estéticas para ver si nos podían donar tratamientos y conseguimos cuatro premios”, contó Florencia.
Las mallas hacen al componente visual del deporte. “Cuanto más vistosas mejor. Se usa mucha lentejuela que en el agua resalta”.
La preparación es todo un ritual. Para que el pelo quede fijo hierven gelatina sin sabor y se lo aplican en el cabello. “Si se cae pelo en la cara te pueden descontar puntos”. Las mallas no pueden ser chicas ni muy cavadas. Hay deportes que resisten la tinellización. “El maquillaje no puede ser artístico. Ahí sí que usamos lo más barato que se encuentra”, sonríe Florencia.
De los Beatles a Chicago
Uruguay competirá en Belén en tres pruebas. “Por primera vez en la historia vamos a llevar un libre combinado”, explica la entrenadora Victoria Campodónico, dos veces vicecampeona sudamericana y octava en el Mundial junior de Fort Lauderdale en dueto junto a Jimena Pardiñas.
El combo, como lo llaman las chicas, se integra con 10 nadadoras y dura cuatro minutos y 30 segundos. Como en todas las modalidades del sincronizado, las deportistas tienen que estar en constante movimiento ejecutando una coreografía de un tema musical.
Las uruguayas llevarán un enganchado de temas de la banda sonora de la película Chicago.
“Las mallas que usamos son con corsé y nos cuestan alrededor de $ 800 a cada una”, dijo Rodrigo.
Uruguay competirá también con dos equipos en rutina técnica y rutina libre. En el primero bailarán una marcha con un estampado de la ciudad de Nueva York y en el segundo un enganchado de temas de los Beatles con un estampado de John Lennon. Cada malla cuesta cerca de $ 600.
Volver a empezar
Sofía Falco es la mayor del grupo, con 27 años. El año pasado se recibió de médica y a pesar de que estaba en la etapa final de sus estudios volvió a nadar hace dos años.
En 2002 fue medalla de bronce en los Odesur de Brasil junto a Luciana García, quien ahora integra el cuerpo técnico de la selección de Nueva Zelanda.
“A nuestra generación le faltó apoyo. A medida que crecimos, muchas empezamos facultad o a trabajar y la sucesión de ir pagando cada viaje, cada estadía nos fue haciendo desistir”, explicó.
Campodónico destaca a Falco como “un ejemplo excepcional para el deporte uruguayo”.
En Uruguay solo tres equipos compiten a nivel federado en nado sincronizado: Biguá, Banco República y Campus de Maldonado. “Este equipo va con algunas mayores pero la mitad es juvenil. Eso a este nivel es una desventaja pero estamos apuntando a largo plazo”, expresó la entrenadora. “Cuando armemos la juvenil este año vamos a tener más posibilidades de conformar la selección”, agregó. En esa categoría hay cerca de 30 deportistas federadas.
A puro esfuerzo
Florencia viaja todos los domingos en ómnibus desde Maldonado, donde vive y trabaja, para entrenar con el equipo cuya mayoría de jugadoras pertenece a Biguá. Lo mismo hace Victoria Zuasnabar, montevideana que trabaja como guardavidas en Maldonado. Las menores comienzan las clases y ahora deben dejar los entrenamientos antes. Pero la gelatina ya está en el bolso. Los tiempos de All that jazz en la cabeza y los talones de rifas bien a mano por si aparece algún alma caritativa que apoye al deportista uruguayo.

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