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¿Quién es Pablo? Ocho anécdotas que lo pintan

El futuro técnico aurinegro tomó a Pacheco de la mano, le enseñó el secreto de los penales a Elduayen y a los jóvenes que le ponían en la habitación les decía que la televisión se apagaba a determinada hora
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23 de diciembre de 2014 a las 10:36

“Venga Federico”, sin tutearlo como era su costumbre, le decía Pablo Bengoechea a un joven Federico Elduayen que caminaba atendiendo el llamado. Enseguida el golero se calzaba los guantes y se paraba en el arco. Y Pablo acomodaba la pelota siempre con el mismo detalle: la atención puesta en la zona donde se infla el balón.

Bengoechea tomaba carrera y le pegaba fuerte y abajo. La pelota llegaba a arañar el palo y terminaba en la red. Ante la frustración de Elduayen, Bengoechea le decía: “esa pelota no la vas a agarrar nunca. Pero vamos a intentar con otra Federico”. Y así pasaban un buen rato al final de los entrenamientos.

A lo largo de tantos años en Peñarol, Pablo Bengoechea dejó su huella en el club. Y al margen de que quedó perpetuado en una estatua en Los Aromos, su historia se construyó en el día a día.

¿Quién es Pablo? El Observador te presenta en ocho anécdotas quien es el nuevo entrenador de Peñarol.

Los nuevos a su habitación

Era habitual que cuando aparecía una figura joven en el plantel el técnico Gregorio Pérez lo pusiera en la habitación de Bengoechea. Dicen que cuando Pablo se retiraba a descansar, si su compañero de pieza se quedaba de sobremesa o jugando a las cartas, le advertía que la habitación se cerraba y la televisión se apagaba a determinada hora.

El camino de Tony

El capitán tomó a Antonio Pacheco de la mano cuando lo subieron al primer equipo y lo motivaba para quedarse a rematar tiros libres al final de los entrenamientos. En los trabajos tácticos era habitual que le hablara o le indicara determinados movimientos.

Predicar con el ejemplo

Para Bengoechea un líder debe predicar con el ejemplo. Y hay una historia que lo pinta en cuerpo y alma. El plantel había culminado el primer entrenamiento de la nueva conducción de Gregorio Pérez. Los jugadores se fueron a las duchas mientras el técnico atendía a la prensa. A los pocos minutos sale Bengoechea. Gregorio interrumpe la nota y encara al capitán: “¡Pablo! ¿Tomó la leche?”. Y ante la respuesta negativa del 10 le dijo: “bueno, vaya a tomar la leche y luego se va”. Y Bengoechea, lejos de asumir postura de estrella, cumplió con el pedido de su técnico.

Los contratos

Un detalle que no es menor fue la relación que tuvo el 10 con el presidente José Pedro Damiani, quien afirmaba que los contratos con Bengoechea se firmaban en cinco minutos. A modo de ejemplo, Damiani dijo el 25 de febrero de 2000 a El Observador: “Bengoechea jugará en Peñarol hasta que él lo determine. La fecha de su retiro depende de él, nosotros siempre estamos dispuestos a renovarle su contrato. Bengoechea es el mejor espejo que tenemos en Los Aromos para los más jóvenes”.

Mi amigo el Vasco

El gran compinche de Bengoechea en Peñarol fue Oscar Aguirregaray, con quien solidificó una relación de familia ya que el Vasco es padrino de una de sus hijas. Pero lo que nunca pudo Bengoechea fue seguirle el ritmo al Vasco que, luego de los entrenamientos, se ponía a correr alrededor de la cancha.

La pelota quieta

Las acciones de balón detenido fueron un sello del quinquenio de Peñarol. Bengoechea era el encargado de ejecutar todas las faltas. Cada vez que se paraba detrás de la pelota había un detalle: levantar una mano, las dos, o hacer una seña eran claves que determinaban donde iba a poner la pelota Bengoechea.

El choque con De León

Un hecho que marcó los clásicos y pocos recuerdan fue cuando Bengoechea y Hugo De León quedaron prácticamente que pegados cerca del banco de suplentes de Nacional y se generó un diálogo. En ese momento el 10 aurinegro respondió mostrando las cinco dedos de la mano en clara señal del quinquenio.

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