Que no se le acabe la suerte

Siempre me dijeron que Gerardo Pelusso es un técnico con mucha suerte y en cada ocasión que me lo plantean lo suscribo sin dejar margen a dudas, pero también apunto, porque sería injusto con un gran entrenador, que atrás de la cuota de fortuna que debe acompañar a los directores técnicos que escriben una historia ganadora tiene que haber trabajo, y el de Nacional lo desarrolló en sus proyectos que lo hicieron trascender a nivel local e internacional. Sin embargo, el arranque de Nacional en la Copa Bridgestone Libertadores estuvo más acompañado de la cuota de la buena suerte que del fútbol que se necesita para trascender internacionalmente.

Nacional ganó con lo justo 2-0 en Montevideo a Oriente Petrolero y avanzó al grupo 6 de la Copa.

Nacional no jugó bien si se analizan los 180’ de la serie ante los bolivianos, salvo esos primeros 20’ del martes, en los que los tricolores tuvieron una gran expresión futbolística y la decisión de ir a buscar el partido con actitud. En ese combo que planteó Nacional para el comienzo del partido, el equipo tricolor consiguió a través de su figura, Iván Alonso, el gol que parecía despejar el camino para llegar sin tanto sufrimiento a la clasificación. Sin embargo, lo que parecía fácil se transformó en difícil y tras la apertura, el equipo de Pelusso cayó en el abandono futbolístico, del que intentó rescatarlo recién Álvaro Recoba, cuando saltó a la cancha para jugar los últimos 24’.

Ya con el Chino en la cancha y con un Oriente Petrolero que jugaba con 10 por la correcta expulsión de Brau, en una jugada que no advertía ninguna chance de riesgo para los bolivianos se transformó en el gol de la clasificación. El remate de Carlos De Pena y el grosero error del golero Carlos Arias, al que se le escapó la pelota de las manos, permitió a los tricolores encontrar el atajo para jugar la segunda fase de la Copa.
Faltaba más, no alcanzaba con la cuota de fortuna que acompañó al gol de De Pena. En la hora, cuando Nacional no conseguía hacer pesar su diferencia numérica dentro del campo, los bolivianos dispusieron de dos ocasiones, una de ellas, la última de Hoyos, que se fue afuera no sin antes silenciar el Parque Central y provocar una de esas sensaciones de alivio que difícilmente se pueda olvidar.

Como fue señalado Nacional, jugó muy bien los primeros 20 minutos. Por la actitud y por la propuesta futbolística. Dejó en claro sus intenciones de demostrar que es un histórico de la Libertadores, aunque sus actuaciones recientes no le brindan respaldo, y se estableció con autoridad. Todo al ritmo de Alonso, que estrelló una pelota en el palo a los 2’ y a los 5’ quiso sorprender al golero con un remate desde la mitad de la cancha que se perdió apenas afuera.

Luego Oriente Petrolero hizo su partido y su negocio. Con un planteamiento defensivo manejó la situación, se defendió sin cometer faltas cerca del área y obligó a Nacional a enfrentar una muralla que no supo vulnerar, porque los albos se repitieron en inofensivos centros. Recién cuando ingresó Álvaro Recoba, llegó el 2-0 y el visitante tuvo que salir a buscar el gol, el tricolor salió de la incomodidad que le generó no poder manejar el partido.
En definitiva, Nacional clasificó que era lo que buscaba por prestigio deportivo y beneficios económicos. Sufrió pero sigue. Eso sí, que no se le acabe la suerte, porque jugando al fútbol así no va a llegar muy lejos.