Si me preguntan a mí, yo digo que cambia todo por el Mundial. Todas las cosas que eran tan importantes, ahora pasan a ser minucias, aspectos secundarios. El centro del mundo está en Brasil.
Los correos de Pluna, los candidatos a vice, la inflación, la violencia, la crisis de Europa, la inestabilidad en Estados Unidos, el mundo de la cultura y el espectáculo en Uruguay, mi trabajo, mi familia, mis filias y fobias, mis responsabilidades, mis miedos, mis deudas, mis lealtades: son tonterías, cosas pequeñas y tan lejanas, que se ven más pequeñas, si es que se ven.
A mí me interesa Brasil, que es el escenario, y Costa Rica, Inglaterra e Italia, que son los rivales.
Tengo una esperanza terca y un miedo también tozudo. Creo que somos capaces de la hazaña y también de la decepción. Creo que ojalá juegue Suárez y mucho me temo que no lo haga, que nos quedemos para siempre con la duda de qué hubiera pasado si hubiera entrado.
Estoy impaciente. Quiero que empiece ya, quiero que Uruguay llegue hasta el final, quiero estar acá para verlo y para gritarlo como un anormal.
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