Problemas por ampliada brecha política

En medio de un creciente clima de tensión entre el gobierno y la oposición por los temas de la educación, de la seguridad, de la marihuana y por el cierre de Pluna, el presidente Mujica reincidió en su hábito de hablar de más. Ante la posibilidad de que los partidos opositores abandonaran sus cargos en los entes autónomos y servicios descentralizados, el presidente ironizó con que lamentaría convertir en desempleados a los dirigentes de los partidos tradicionales que tomaran la decisión de renunciar a sus cargos. Blancos y colorados censuraron comprensiblemente el comentario presidencial por considerarlo ofensivo, pero tomaron caminos diferentes. Los blancos y el sector colorado Propuesta Batllista que encabeza el senador José Amorín optaron por quedarse en sus cargos en entes autónomos y otros organismos. El líder colorado Pedro Bordaberry, en cambio, resolvió que los abandonen los representantes de su sector, Vamos Uruguay.
Es obvio que las expresiones de Mujica fueron poco felices. Aunque haya querido bromear, su sarcasmo iba inevitablemente a encrespar más a la oposición, que cada vez toma más distancia de un gobierno con crónicos problemas de gestión para concretar las soluciones que promete en áreas críticas como la educación, la salud, la seguridad y postergadas obras vitales para la infraestructura económica del país. Pero es cuestionable la conveniencia de la decisión del senador Bordaberry de llegar al extremo de retirar a sus representantes en órganos del Estado.
La incorporación de blancos y colorados en varios directorios fue inicialmente consecuencia de una breve luna de miel con la administración Mujica. Su presencia no solo constituyó una señal de madurez del sistema político sino también un elemento importante de control sobre la forma en que las mayorías del gobernante Frente Amplio manejan las empresas y otras instituciones públicas. Parte importante de aquel acuerdo fue adaptar a la realidad la integración de la Corte Electoral y el Tribunal de Cuentas, organismos en los que los partidos tradicionales mantenían una mayoría que no reflejaba los resultados electorales desde que la izquierda llegó al gobierno.
Pero la salida de los seis directores de Vamos Uruguay tiene la consecuencia desventajosa de reducir la necesaria capacidad opositora de control de la gestión gubernamental en empresas de tanta gravitación en la vida nacional como el Banco República, ANTEL y UTE. La intención de Bordaberry era que todos los representantes colorados abandonaran sus cargos. El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del partido, sin embargo, resolvió que solo los de Vamos Uruguay se retiren y se queden los de Propuesta Batllista, el otro sector principal del partido.
Comentarios de miembros del CEN a El Observador indican una aparente intención electoral, legítima pero prematura, en esta actitud dual de los colorados. Estimaron que es una forma de atraer votantes no comprometidos que actualmente tienen posiciones disímiles hacia el gobierno, incluyendo a los que defienden una aguda oposición radicalizada y a los que favorecen una posición más moderada de diálogo con la administración frenteamplista. Pero el indeseable resultado final de la inoportuna ironía de Mujica y la decisión de Bordaberry es crear aun más problemas en la acción de un gobierno que no se caracteriza por su ejecutividad, cuando todavía faltan más de dos años para las elecciones.