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¿Por qué los uruguayos no ganan la copa?

El fútbol va camino a 30 años sin ganar la Libertadores ¿Cortará la racha Nacional?
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14 de abril de 2016 a las 05:00
El día que el entonces presidente de Peñarol, José Pedro Damiani, reveló su deseo de ir por el sexenio se produjo un quiebre en el fútbol uruguayo. Por aquellos años de la década del 90, los aurinegros andaban con la cabeza metida en su lucha por alcanzar año a año la meta de ser campeones uruguayos.

Conseguido el segundo quinquenio la institución se embarcó en el sueño de hacer historia para ser el único club en ganar seis campeonatos consecutivos. Y no pasaba otra cosa por la cabeza de hinchas, jugadores, dirigentes y técnicos.

A su frente, Nacional no veía la hora de cortar con la racha y se embarcó en la misión de impedir el sexenio. Aquella fue una década negra para los albos.

De la mano de Hugo De León los tricolores lograron su cometido y de pronto se vieron sumergidos en la misma locura de acumular conquistas locales.

Los años fueron pasando. El mano a mano y estar inmersos en la realidad local, donde se pelean hasta por la fijación de una cancha o el horario de un partido, fue impedimento para mirar más allá. Por ende, las copas internacionales pasaron a un plano secundario.

Es cierto que en muchos aspectos influyó el aspecto económico debido a que los grandes no disponen de grandes sumas de dinero para apostar a grandes contrataciones. Entonces quedan limitados.

La calesita es perversa. Los jugadores jóvenes y con talento emigran pronto a Europa seducidos por cambiar para siempre su condición económica. Entonces el que sale de las divisiones formativas y deslumbra, emigra. Es irreversible.

Conclusión: los equipos uruguayos no tienen la suficiente capacidad para aguantar a sus jugadores más allá de una temporada. Eso redunda en que los planteles se renueven y se necesite un tiempo para lograr entendimiento entre los jugadores.

Algunos equipos de países chicos –Olimpia de Paraguay en 2002, Once Caldas en 2004, Liga de Quito en 2008– lograron la hazaña de ser campeones. Eso sí: todos tenían presupuestos superiores a los uruguayos.

Pero además, los que llegan a pelear con bajo presupuesto parten de una premisa clave: respetar los procesos de trabajo. Un claro ejemplo es lo que se vive en Peñarol desde hace años. Hay técnicos que llegaron a dirigir tres o cuatro partidos y fueron removidos de su cargo. En 2012, un año después del milagro de alcanzar una final bajo el mando de Diego Aguirre –que venía de un proceso de dos años, una eternidad para el fútbol uruguayo– Gregorio Pérez estuvo al frente del equipo en la Copa, dirigió un partido a nivel local, perdió, y lo echaron.

Está claro que el uruguayo es un fútbol exportador. Que lejos en el tiempo quedaron aquellos años donde se retenía a las figuras durante muchos años en el club.

Mucho menos se puede salir a competir y comprar jugadores. Por estas tierras los presupuestos son acotados. Y si bien el de Peñarol es alto, por la magnitud de contar con una figura como la de Forlán, no dan en la tecla.

Otra eterna discusión que se plantea es si la Copa se juega con hombres o con jóvenes con hambre de gloria en el club. Y todo eso cuando no se cambia de entrenador en medio de la correntada, con lo que ello implica. Es que la tarea la inicia un DT con jugadores incorporados a su gusto y luego cambian y llega otro que se encuentra con futbolistas que no son de su agrado.

Al margen de todas las cosas que se pueden establecer –Nacional establece otra excepción este año y por ahora hace una muy buena campaña–hay un dato que golpea: el fútbol uruguayo va camino a los 30 años sin que sus equipos puedan ganar la Copa.

¿Qué pasa? ¿Cómo se termina con tantos años de malaria? ¿Qué hay que hacer para salir campeón? Son algunas de las preguntas que se hacen los aficionados.

Y el tema no pasa por una simple cuestión económica sino que es una sumatoria donde se incluyen el desorden organizativo del fútbol uruguayo, la escasa apuesta a los proyectos, el armado de los planteles y la economía de guerra de un fútbol donde se venden derechos a cambio de un dinero que permita saldar deudas para iniciar la actividad. Tan simple como eso. Tan cruel como real. l


Puntos claves de la sequía

Prioridades

La última vez que un equipo uruguayo conquistó la Libertadores fue en el año 1988. De ahí se dio paso a la década de 1990 cuando Peñarol empezó a ganar campeonatos locales y Nacional se enfrascó en su lucha por cortar el sexenio.

Organización

Un tema que no debe pasar desapercibido, y que pesa a la hora del análisis, es la organización del fútbol uruguayo. Mientras todos los equipos de América se preparan, acá los jugadores están de licencia. Cuando comienzan lo hacen tarde y empiezan a jugar sin la afinación adecuada.

La doble competencia

Parece mentira pero, en un fútbol como el actual, en el que es habitual la doble actividad, los futbolistas uruguayos no se adaptan a esa realidad. Jugar la Copa y el Uruguayo al mismo tiempo es un martirio por estas tierras y no le dan en la tecla.

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