Tabárez se cansó y se bajó del ómnibus. Después de suspender una práctica y el reconocimiento al mítico estadio de Wembley, el entrenador de la selección uruguaya pidió a los dirigentes tomar sus propias decisiones y no depender más de la organización; hoy se van en tren a Cardiff.
El técnico lo venía procesando desde hacía días, porque no estaba cómodo. De todas formas, por el espíritu olímpico que rodea a la competencia en la que está participando, Óscar Washington Tabárez disimulaba –sin expresar nada en contra de la organización, a pesar de que muchas situaciones no le gustaban- que el torneo de fútbol de Londres 2012 lo estaba haciendo transitar por un camino que no acostumbra y lo obligaba a improvisar en temas en los que suele transitar por tierra firme. Tabárez es muy estricto con los aspectos organizativos y no deja detalle por analizar.
Hay cosas que sacaron al Maestro de su entorno. Por ejemplo los entrenamientos. En Uruguay se encierra. Acá no pudo. Solo pudo trabajar un día a puertas cerradas.
Otra situación que lo sacó fue la cancelación de un entrenamiento por el tiempo que tardó el viaje de Manchester a Londres.
Las cinco horas que duró el desfile inaugural, en las que sus futbolistas estuvieron caminando y parados, jamás sentados ni descansando después del partido del jueves ante Emiratos Árabes, lo obligó a suspender el reconocimiento de Wembley, previsto para el sábado, debido a que prefirió que sus jugadores descansaran no solo porque se extendió el desfile sino porque los jugadores llegaron a la hora 1.30 del sábado a la villa olímpica.
Dueño de su propio destino y de las normas que regulan a su selección, desde la primera hasta la última, los Juegos se daban de bruces contra sus planes.
Por esa razón, el conductor del combinado nacional se plantó y le pidió a los dirigentes de la AUF tomar sus propias decisiones, que desde hoy incluye que a Cardiff, donde el miércoles jugarán un decisivo partido ante Gran Bretaña, viajen en tren, por ejemplo.
Claro que marcar las pautas tiene contratiempos. Los dirigentes están preocupados por la seguridad de Luis Suárez a la hora de viajar en tren.
Pero hasta acá llegó Tabárez con la desorganización olímpica. Desde hoy, Uruguay va por su carril. Con planificación y orden, sin apartarse excesivamente del libreto.
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