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Perdió dos puntos, encontró a Lodeiro

La bronca de la gente con el resultado impidió reparar en el detalle de la madurez futbolística de un volante que marcó el ritmo del partido, la pidió siempre, generó y tuvo situaciones de gol para terminar de recibirse
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22 de marzo de 2013 a las 23:13

La bronca y la decepción con que la gente se retiró del Centenario, luego del resultado de empate ante Paraguay, no permitió visualizar determinadas cosas. En estas circunstancias no se entra en los detalles sino que se va a lo macro. Y la sensación térmica del ambiente fue de negatividad.

Todo estaba mal. La conformación del equipo, los cambios, el rendimiento, el error en el gol paraguayo.

Entonces no hubo tiempo para percatarse de que la selección, al margen de los puntos perdidos, terminó ganando un jugador: Nicolás Lodeiro.

Definitivamente el ex Nacional se terminó de recibir como jugador en la selección mayor.

Su madurez quedó demostrada anoche ante el duro Paraguay. Debió cumplir su nuevo rol, ese que comenzó a asumir en la dura altura de La Paz contra Bolivia, y fue el abanderado del juego de los celestes.

Y al margen de que el rival llegó ocupando el último lugar en la tabla, es el equipo que le permitió graduarse de jugador de la mayor. Es que pocos marcan como los paraguayos. Y Lodeiro jugó a placer. Por momento Uruguay pareció el Lodeiro Fútbol Club.

El equipo jugó al ritmo que impuso parado a escasos metros de Diego Pérez. Ahí fue el receptor de la mayoría de los balones para manejar la pelota. Y comenzó a pesar en el juego. Lanzando a los laterales, combinando en corto con los delanteros y, acaso lo principal, sin descuidar nunca su función de ayuda.

Claro que lo tienen que ordenar, como lo reveló Egidio Arévalo Ríos, pero no dejó a ninguno de sus compañeros abandonado en el río. Después que se acomodó en el juego tuvo su primera situación de gol a los 25 minutos en una pelota entreverada en el área que no pudo resolver bien. Y sobre el final del primer tiempo contó con una clara que tapó el golero Barreto.

En el entretiempo, mientras calentaban Cavani y Arévalo Ríos, flotaba en el ambiente la pregunta si se le terminaría el partido a Lodeiro. Era imposible sacarlo. En la parte complementaria apareció en toda su dimensión. Con un detalle para precisar y remarcar: la pidió siempre y jamás se escondió.

Y comenzó a avisar que, si Paraguay no tomaba precauciones, la terminaría pasando mal. Primero dejó a Luis Suárez de cara al gol, luego puso a Forlán en la misma situación y finalmente a Edinson Cavani, con pases que parecieron salir de un guante y no de un zapato.

Cuando el arco paraguayo estaba cerrado y no había forma de entrar, una pelota le quedó servida para una definición exquisita con efecto que terminó sacando el golero Barreto.

Pero a poco del final y cuando la ilusión parecía derrumbarse ante la ferrea defensa de los guaraníes, apareció Lodeiro para brindar la asistencia que permitió el grito de desahogo.
Mandó el centro perfecto al segundo palo para el terrible zapatazo de Luis Suárez que terminó de quebrar la resistencia de Barreto. El gol paraguayo terminó generando decepción y bronca. La gente se retiró sin visualizar los pequeños detalles.

Pocos fueron lo que tuvieron el instante para reparar que Uruguay, al margen del empate, terminó ganando un jugador: Nicolás Lodeiro.

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