Fútbol > CLAUSURA
Peñarol y el arte de ganar
El aurinegro maneja con sabiduría sus fortalezas, que lo hacen especial e invencible
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19 de noviembre de 2017 a las 22:00
A una semana del inicio del Clausura –de este mismo torneo que lidera con puntaje perfecto tras 12 partidos y en el que no tiene rivales–, Peñarol se debatía en esas luchas intestinas que marcaron la última década del club. Un asunto de fondo, como la continuidad de Leonardo Ramos, exponía a la institución a otra crisis que solo fue contenida en las espaldas de Gonzalo De los Santos, el director deportivo que asumió la responsabilidad de la continuidad del entrenador, sabiendo que si los aurinegros no enderazaban el curso, se iría junto al técnico.
Por el conocimiento de De los Santos del trabajo en Los Aromos, y por la forma en que Ramos le llegó a sus jugadores en un momento crítico de su gestión, Peñarol dio el golpe de timón, mientras Nacional se distraía en la Copa Libertadores, Defensor Sporting se desangraba porque perdía a Zunino y Bueno, y el resto de los equipos de Primera quedaban lejos en la consideración porque sus planteles no entraban a tallar en al lucha por el título (el cuarto está a 33 puntos del tercero).
Peñarol se había reforzado para pelear por el título (Gargano, Maxi Rodríguez, Viatri, Formiliano, Varela, y el técnico ajustó los puntos flacos como colocar a Dawson en el arco en lugar de Guruceaga), pero la incertidumbre que rodeaba el fútbol del equipo de Ramos había puesto todo el proyecto en jaque.
Una docena de partidos después, que transitaron un sinuso camino (dos paros, primero de árbitros y luego de futbolistas) y un cierre de campeonato con un calendario que muy pocos equipos son capaces de tolerar, Peñarol descubrió el arte del triunfo y su imagen futbolística se asocia a la victoria de tal forma que aquellos silbidos y reclamos de hace unos meses solo son parte del recuerdo de las páginas de los diarios, que dejan registro de lo que la frágil memoria del hincha olvida.
Ganar en el fútbol uruguayo y mantener la regularidad que logró este Peñarol es la demostración de la superación ante todas las adversidades.
Peñarol venció este domingo 3-0 a Plaza en el Campeón del Siglo, en un partido en el que otra vez quedó demostrado que el equipo dirigido por Leonardo Ramos alcanzó una intensidad en su juego y paciencia para resolver los problemas que lo hacen diferente al resto.
El primer tiempo de Peñarol fue perfecto, por la forma y el contenido. Por el desarrollo que le dio a su juego, porque estableció la diferencia en el campo y porque las siete situaciones de gol que registró en las estadísticas, le permitieron ser el protagonista del partido. Incluso cuando Plaza se lo hizo difícil, porque no quería irse a Segunda, porque jugó alimentado por ese amor propio que se multiplica en instancias adversas y que estaba dispuesto a jugar como nunca para evitar salir del círculo de privilegio. A Peñarol solamente le faltó el gol, ese que llegó apenas iniciado el segundo tiempo y que le destrabó definitivamente el partido. En los siguientes 14 minutos, Viatri y Cebolla Rodríguez establecieron los otros dos que sellaron la goleada.
Al final, la lesión de Cristian Palacios –que le impidió terminar el partido por un tirón– generó preocupación, pero ante tanta demostración de superioridad y ostentación de fútbol con los que se transformó en el mejor equipo en el momento más importante del campeonato, el arte de ganar no corre peligro y el miércoles podrá disfrutar su primera recompensa, la del título del Clausura.
Peñarol está convencido de cómo llegar al éxito y cuando un equipo anda en ese nivel, no hay rival que lo frene, salvo que se confíe. Aunque no parece el caso.
Por el conocimiento de De los Santos del trabajo en Los Aromos, y por la forma en que Ramos le llegó a sus jugadores en un momento crítico de su gestión, Peñarol dio el golpe de timón, mientras Nacional se distraía en la Copa Libertadores, Defensor Sporting se desangraba porque perdía a Zunino y Bueno, y el resto de los equipos de Primera quedaban lejos en la consideración porque sus planteles no entraban a tallar en al lucha por el título (el cuarto está a 33 puntos del tercero).
Peñarol se había reforzado para pelear por el título (Gargano, Maxi Rodríguez, Viatri, Formiliano, Varela, y el técnico ajustó los puntos flacos como colocar a Dawson en el arco en lugar de Guruceaga), pero la incertidumbre que rodeaba el fútbol del equipo de Ramos había puesto todo el proyecto en jaque.
Una docena de partidos después, que transitaron un sinuso camino (dos paros, primero de árbitros y luego de futbolistas) y un cierre de campeonato con un calendario que muy pocos equipos son capaces de tolerar, Peñarol descubrió el arte del triunfo y su imagen futbolística se asocia a la victoria de tal forma que aquellos silbidos y reclamos de hace unos meses solo son parte del recuerdo de las páginas de los diarios, que dejan registro de lo que la frágil memoria del hincha olvida.
Ganar en el fútbol uruguayo y mantener la regularidad que logró este Peñarol es la demostración de la superación ante todas las adversidades.
Peñarol venció este domingo 3-0 a Plaza en el Campeón del Siglo, en un partido en el que otra vez quedó demostrado que el equipo dirigido por Leonardo Ramos alcanzó una intensidad en su juego y paciencia para resolver los problemas que lo hacen diferente al resto.
El primer tiempo de Peñarol fue perfecto, por la forma y el contenido. Por el desarrollo que le dio a su juego, porque estableció la diferencia en el campo y porque las siete situaciones de gol que registró en las estadísticas, le permitieron ser el protagonista del partido. Incluso cuando Plaza se lo hizo difícil, porque no quería irse a Segunda, porque jugó alimentado por ese amor propio que se multiplica en instancias adversas y que estaba dispuesto a jugar como nunca para evitar salir del círculo de privilegio. A Peñarol solamente le faltó el gol, ese que llegó apenas iniciado el segundo tiempo y que le destrabó definitivamente el partido. En los siguientes 14 minutos, Viatri y Cebolla Rodríguez establecieron los otros dos que sellaron la goleada.
Al final, la lesión de Cristian Palacios –que le impidió terminar el partido por un tirón– generó preocupación, pero ante tanta demostración de superioridad y ostentación de fútbol con los que se transformó en el mejor equipo en el momento más importante del campeonato, el arte de ganar no corre peligro y el miércoles podrá disfrutar su primera recompensa, la del título del Clausura.
Peñarol está convencido de cómo llegar al éxito y cuando un equipo anda en ese nivel, no hay rival que lo frene, salvo que se confíe. Aunque no parece el caso.
