Fútbol > FINAL DEL URUGUAYO
Peñarol tuvo su gran recompensa
Invirtió para ser campeón y en un partido en el que no jugó bien, ganó por penales y se llevó el Uruguayo
Tiempo de lectura: -'
11 de diciembre de 2017 a las 05:00
Al fin y al cabo, el cierre del Campeonato Uruguayo representa cabalmente para Peñarol ese largo peregrinar que estableció la temporada 2017. Con una mezcla de sensaciones, una carga de emociones y, particularmente, una recompensa que es la que en definitiva rescata el hincha y que le permitirá recordar como campeón.
Peñarol cerró el año en el último partido, como lo vivió desde enero. Sufriendo y gozando. Padeciendo y festejando.
Con el corazón en la boca, como en el Apertura y hasta la semana previa al arranque del Clausura, después de perder todo en el primer semestre, cuando la continuidad de Leonardo Ramos estuvo a punto de jaquear el proyecto futbolístico con el que había empezado la temporada.
Pero también con la convicción del segundo semestre, cuando los dirigentes abrieron la billetera para conformar un plantel con jugadores capaces de establecer una nueva lógica en el torneo local, que parecía tan alejada de las posibilidades. Y a partir de ese empuje, la seguridad y la apuesta al fútbol, Peñarol construyó en el cierre de la temporada, cuando ya no tenía margen para fallar, una estructura futbolística que lo colocó en ese lugar privilegiado para terminar a lo campeón.
Los 120 minutos y los penales que el domingo de noche le dieron el título estuvieron lejos de resumir lo mejor del fútbol que se observó a lo largo de la temporada, pero representó a los dos mejores equipos del año en una lucha titánica y sin pausas.
Defensor Sporting fue el rival más digno que pudo tener Peñarol. El equipo de Eduardo Acevedo ofreció lo mejor que tuvo a su alcance, pese a la adversidad que afrontó a lo largo de la temporada.
Las bajas por transferencias al exterior (Maximiliano Gómez) o al mercado local (Gonzalo Bueno y Matías Zunino), las lesiones y suspensiones del final (el golero Guillermo Reyes, Ayrton Cougo y Gonzalo Carneiro), no fueron impedimento para que el equipo violeta se parara en el campo con autoridad.
Con esa muralla que construyó Matías Cardacio y con el fútbol que el puso Matías Cabrera, el equipo del Parque Rodó le brindó al logro de Peñarol el valor agregado a la conquista.
Porque Defensor Sporting se lo peleó hasta el final, y Acevedo lo planificó hasta el más mínimo detalle. Porque cerró los penales con Romario Acuña, un especialista desde los 12 pasos y con Piquerez que no falla en esas definiciones. Sin embargo, esta vez el destino le marcó otro camino.
En ese contexto, el logro de Peñarol queda subrayado porque a lo largo del partido pudo llegar a la victoria a través de un Diego Rossi que fue su mejor exponente. Que con la velocidad que estableció por las bandas, marcó el rumbo del juego de su equipo. Pero estaba Gastón Rodríguez, el golero suplente de un equipo violeta que se transformó en protagonista.
El cierre del año establece el final de un proceso para Peñarol que marca el éxito del camino recorrido, con más sobresaltos de los que debieron atravesar, pero que son propios de un club que a lo largo de los últimos años se embarcó en diferentes cruzadas internas que fueron limando las decisiones firmes y seguras para llegar a los destinos establecidos. En ese sinuoso camino apareció el aporte de un Gonzalo de los Santos que asumió su rol de Director Deportivo para poner a Peñarol en el rumbo correcto y llevarlo al destino que pretendía.
Peñarol es el campeón. Y así será recordado 2017, como el año de los vaivenes, de las marchas y contramarchas en el seno de la directiva, en el del segundo semestre en el que los aurinegros conformaron un equipo con figuras de selección como para plantarse en el torneo local con esa autoridad propia de un grande. En el último partido del campeonato no jugó bien, pero terminó recogiendo la gran recompensa y es el mejor.
Peñarol cerró el año en el último partido, como lo vivió desde enero. Sufriendo y gozando. Padeciendo y festejando.
Con el corazón en la boca, como en el Apertura y hasta la semana previa al arranque del Clausura, después de perder todo en el primer semestre, cuando la continuidad de Leonardo Ramos estuvo a punto de jaquear el proyecto futbolístico con el que había empezado la temporada.
Pero también con la convicción del segundo semestre, cuando los dirigentes abrieron la billetera para conformar un plantel con jugadores capaces de establecer una nueva lógica en el torneo local, que parecía tan alejada de las posibilidades. Y a partir de ese empuje, la seguridad y la apuesta al fútbol, Peñarol construyó en el cierre de la temporada, cuando ya no tenía margen para fallar, una estructura futbolística que lo colocó en ese lugar privilegiado para terminar a lo campeón.
Los 120 minutos y los penales que el domingo de noche le dieron el título estuvieron lejos de resumir lo mejor del fútbol que se observó a lo largo de la temporada, pero representó a los dos mejores equipos del año en una lucha titánica y sin pausas.
Defensor Sporting fue el rival más digno que pudo tener Peñarol. El equipo de Eduardo Acevedo ofreció lo mejor que tuvo a su alcance, pese a la adversidad que afrontó a lo largo de la temporada.
Las bajas por transferencias al exterior (Maximiliano Gómez) o al mercado local (Gonzalo Bueno y Matías Zunino), las lesiones y suspensiones del final (el golero Guillermo Reyes, Ayrton Cougo y Gonzalo Carneiro), no fueron impedimento para que el equipo violeta se parara en el campo con autoridad.
Con esa muralla que construyó Matías Cardacio y con el fútbol que el puso Matías Cabrera, el equipo del Parque Rodó le brindó al logro de Peñarol el valor agregado a la conquista.
Porque Defensor Sporting se lo peleó hasta el final, y Acevedo lo planificó hasta el más mínimo detalle. Porque cerró los penales con Romario Acuña, un especialista desde los 12 pasos y con Piquerez que no falla en esas definiciones. Sin embargo, esta vez el destino le marcó otro camino.
En ese contexto, el logro de Peñarol queda subrayado porque a lo largo del partido pudo llegar a la victoria a través de un Diego Rossi que fue su mejor exponente. Que con la velocidad que estableció por las bandas, marcó el rumbo del juego de su equipo. Pero estaba Gastón Rodríguez, el golero suplente de un equipo violeta que se transformó en protagonista.
El cierre del año establece el final de un proceso para Peñarol que marca el éxito del camino recorrido, con más sobresaltos de los que debieron atravesar, pero que son propios de un club que a lo largo de los últimos años se embarcó en diferentes cruzadas internas que fueron limando las decisiones firmes y seguras para llegar a los destinos establecidos. En ese sinuoso camino apareció el aporte de un Gonzalo de los Santos que asumió su rol de Director Deportivo para poner a Peñarol en el rumbo correcto y llevarlo al destino que pretendía.
Peñarol es el campeón. Y así será recordado 2017, como el año de los vaivenes, de las marchas y contramarchas en el seno de la directiva, en el del segundo semestre en el que los aurinegros conformaron un equipo con figuras de selección como para plantarse en el torneo local con esa autoridad propia de un grande. En el último partido del campeonato no jugó bien, pero terminó recogiendo la gran recompensa y es el mejor.
