El empate agónico de Rodrigo Aguirre dejó un sabor amargo en Peñarol, que había realizado un esfuerzo titánico para llevarse los tres puntos, igualar a Nacional en la tabla y romper una racha adversa de 10 clásicos sin triunfos.
Luego de 90 minutos de concentración absoluta, con una defensa a pruebas de balas y cuando el peligro parecía haberse ido luego de que Gastón Guruceaga le sacara un gol cantado a Rodrigo Aguirre, el latigazo del delantero tricolor derrumbó la estantería y dejó a Peñarol con la sensación de irse con las manos vacías.
El partido tuvo para los hombres de Leonardo Ramos dos capítulos bien distintos. Consciente de que no podía ni empatar para no perder pie en la tabla, Peñarol construyó su dominio inicial en base a ganar a las pelotas divididas con un esfuerzo encomiable.
El equipo mostró, como a lo largo de esta temporada, falencias en la creación y que no tiene vergüenza para reventar la pelota a la tribuna, además de dejar en claro que la actitud para luchar los partidos es el rasgo distintivo.
La significativa baja de Marcel Novick abrió el escenario de la especulación y Ramos, junto a su cuerpo técnico, leyeron de manera notable la previa del partido para salir a imponer condiciones.
Cuando el recambio natural por características indicaba que Ángel Rodríguez debía ser el relevo de Novick, Ramos apostó al juego de Gastón Rodríguez aún al precio, caro en el análisis previo, de no modificar la figura táctica preferida del entrenador: 4-4-2.
De esa forma fue un espejo de Nacional, que apostó a Tabaré Viudez por derecha y a Kevin Ramírez por izquierda para cambiar velocidad por despliegue y repartir responsabilidades en partes iguales. La fórmula le salió notable a Peñarol en el primer tiempo, que tuvo en los costados a dos jugadores claves para crear peligro con Mauricio Affonso como pívot liberando a Junior Arias de ir al choque.
Tras el gol, Peñarol manejó los tiempos del partido aunque el complemento se encargaría de cambiar los roles. El segundo tiempo encontró al aurinegro jugando varias revoluciones por debajo del rival y aunque Nandez y Rodríguez se encargaron de no dar pelota por perdida en la medular, los motores se empezaron a fundir por el esfuerzo superlativo del inicio. Las salidas de
Gastón Rodríguez y Guzmán Pereira debilitaron al equipo pero fue la expulsión de Lozano el punto de quiebre.
En los últimos minutos Peñarol perdió el medio, donde se construye el juego propio y se anula al rival, y le permitió a Rafael García tirar el pelotazo que derivó en el empate.