Peñarol se metió en el tren fantasma

El final tiene sabor a frustración para los hinchas de Peñarol. De decepción para los futbolistas y el técnico. El Campeonato Uruguayo, lo último que le queda a los aurinegros tras la rápida eliminación de la Copa Bridgestone Libertadores, se transformó en una pesadilla. Las dos últimas derrotas, la de la novena fecha ante Racing y la del domigno frente a Defensor Sporting, dejaron a los dirigidos por Jorge Da Silva sin el liderazgo en el Clausura, primero, y en la Anual, después.

La desilusión aurinegra contrasta con la felicidad de los violetas, que sin jugar un gran partido, pero con el oportunismo de Ignacio Risso, se aseguraron un triunfo clave que lo confirma como el mejor equipo del semestre y del año y lo ubica en una posición privilegiada en la recta final del torneo.

Da Silva planteó ayer un cambio en la estrategia. Esta vez paró un equipo con tres volantes de marca (Aguirregaray, Amado, Cristóforo) y tres delanteros (Estoyanoff, Zalayeta y Olivera), con el objetivo de tener mayor control del juego y para disponer del balón. Muy lejos estuvo el técnico de cumplir con ese objetivo, porque Defensor Sporting asumió con el juvenil de Arrascaeta y el experiente Nicolás Olivera el dominio de las acciones y por derecha (la izquierda de Peñarol), el sector más flojo de los visitantes, generó todas las acciones de riesgos sobre al arco de Bologna.

El juego se desarrolló con gran intensidad, y eso le dio al partido un plus, porque no es habitual ver tanta dinámica en el torneo local. En este caso, los dos equipos hicieron gala del lugar que ocupan en la tabla. Y no se dieron tregua.

Tres desbordes por derecha, en el primer cuarto de hora, generaron ocasiones de riesgo en el arco mirasol, y en los tres estuvo Hernández en la definición, pero siempre falló.

Después de ese cuarto de hora, que se jugó en la cancha del visitante, Peñarol salió del ahogo. Un tiro libre de Fabián Estoyanoff, que salvó Campaña, y el peligro que llevó Cristóforo, de gran partido, cambiaron la dirección del juego.

Cuando Peñarol tenía el juego controlado e inquietaba más, cuando se acababa un primer tiempo en el que los dos tuvieron situaciones para marcar en el área rival, en la última pelota, un desborde de Zeballos se transformó en el gol de Ignacio Risso.

Para colmo de males para Peñarol, se lesionó Estoyanoff, el mejor en ese período, y los aurinegros salieron a remar el complemento con Carlos Núñez. Zalayeta era el otro exponente de lujo, que debía hacer todo, incluso recuperar pelotas para llevar peligro.

Con el ingreso de Pacheco a los 64’ –por Olivera–, Peñarol empezó a crecer futbolísticamente, con pequeños aportes de Tony, que parecen soluciones mágicas en un equipo que no juega bien, más lo que seguía sumando Zalayeta. Puso la pelota en la cancha violeta y allí surgió la clase del golero Campaña, que se quedó con un remate de Olivera a los 60’, y la suerte del que lidera, cuando un disparo de Zalayeta se perdió afuera a los 82’.

Cuando Peñarol intentaba empatar el partido, los hinchas aurinegros jugaron en contra de su equipo, porque lanzaron piedras a la cancha y el encuentro estuvo detenido 11 minutos. En la reanudación, poco cambió, a pesar de que sitió el arco de Campaña.

Peñarol se complicó solo en la recta final, perdió el dominio en las tablas y llega al clásico lejos de su mejor forma. Nada más parecido que a un viaje por el tren fantasma.