La polémica siempre está instalada antes de un clásico. Es algo con lo que el periodismo y el hincha discuten y debaten durante la semana previa.
¿Es importante o no el momento de cada equipo para definir ese partido? Si Peñarol llega mejor, ¿tiene más chances de ganarlo? ¿Llega mejor Peñarol? ¿Es tan así?
También están los que piensan de otra manera: "Los clásicos son clásicos, son partidos aparte y no importa cómo lleguen los equipos".
Peñarol llega al clásico con puntos altos de mitad de cancha hacia arriba.
Tiene a dos jugadores quienes, enchufados, pueden desnivelar contra cualquiera y los nombres se saben de memoria: Marcelo Zalayeta y Jonathan Urretaviscaya.
Son esos futbolistas diferentes, quienes por oficio –en el caso del primero– o velocidad y definición –en el otro– logran cosas diferentes en un fútbol alicaído, sin sorpresas.
"Nos conocemos mucho entre ambos equipos. En el clásico pasado, el empate, como llegó al final, nos conformó. En este es distinto", avisó Pablo Bengoechea en la conferencia del martes.
Es obvio que Peñarol, en algún momento del encuentro, va a tener que jugársela. Solo le sirve ganar para tratar de acceder a las finales del Campeonato Uruguayo. Su rival puede especular más y de darse ese caso, quizás el equipo aurinegro pueda aprovechar esa situación.
"Siempre se habla de si uno llega mejor que otro. Por suerte llegamos bien, no tenemos lesionados ni suspendidos. Después, tenemos que jugar. Yo no tengo la capacidad para saber si influye que un equipo llega mejor que otro. Por un lado, es obvio que nosotros en los últimos días ganamos el Clausura y estamos contentos, pero también hace mucho tiempo que Nacional está preparando este partido, se está mentalizando para la semifinal que para ellos es una final", explicó el entrenador carbonero.
Temas a mejorar
El tren pasa solo esta vez para los jugadores de Peñarol que no lo quieren dejar pasar.
Pero obviamente que el equipo debe mejorar en algunos aspectos. Como normalmente dice Bengoechea "siempre hay que mejorar, incluso luego de ganar".
Como todo equipo, Peñarol tiene puntos débiles, –en algunos casos, bastante débiles– que no deberían aparecer en un compromiso de estas características.
Uno de ellos es el sector defensivo. Por más que no se han recibido muchos goles, en varias ocasiones los zagueros no han demostrado firmeza en sus movimientos.
Cada vez que cae un centro al área aurinegra, aparece un tembladeral y muchos nervios. Eso no puede ocurrir nunca y menos en un clásico. Y menos que menos cuando se juega la temporada.
Otro de los problemas congénitos, ya no de Peñarol, sino del fútbol uruguayo, es la mala entrega de la pelota. Si no se la cuida, la lucha es doble. Y en eso, el sector de la media cancha muchas veces peca.
Peñarol tiene casi todo definido y cree en su propuesta. Sueña con llegar a las finales.
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