Peñarol sacó patente de candidato

El fútbol no es una ciencia exacta y tiene esos atributos que lo convierten en algo impensado. A veces deja espacio para poder improvisar y también para sorprender en medio del juego.

En el torneo local los clubes se conocen de memoria y los técnicos hacen su trabajo.

Danubio llegaba con todo. Fuerte anímicamente tras vencer claramente a Nacional la semana pasada y de adueñarse de la Tabla Anual.

Peñarol era todo lo contrario. Llegaba a los tumbos, con varios jugadores lesionados –probaron el sábado a Hernán Novick que iba a ser titular y se volvió a lesionar ya que le duele la cicatriz de su desgarro–, con Zalayeta en el banco debido a que no está en las mejores condiciones físicas y sin un juego colectivo acorde al que debe contar.

Además, Danubio era local en su cancha de Jardines, lugar en el cual los aurinegros no ganaban desde 2010.

Sin embargo, todo se dio al revés. Peñarol fue otra vez el Peñarol que los dirigentes y el hincha quieren. No deslumbró futbolísticamente, pero supo manejar uno de las virtudes necesarias ante un rival que llegaba muy bien: saber defenderse.

Grandes equipos de la historia del fútbol comenzaron de esa forma. Ni hablar de las selecciones que, como Italia, marcaron un hito y se llevaron la Copa del Mundo.

Saber defender bien es una marca registrada que llevan los grandes equipos. Este de Peñarol aún no lo es. Le falta mucho para tanto mote. Pero el sábado supo defenderse muy bien ante Danubio y a partir de allí, golpear en donde más le dolía al rival con contragolpes bien elaborados y con velocidad por las puntas.

No es una tarea sencilla de realizar, pero así le salió todo bien. Primero, Bizera, Valdez y Viera neutralizaron a Álvez y Martiñones, dos jugadores peligrosos.

Después, Juan Castillo se erigió en figura en el arco, tapando jugadas muy complicadas.

A los 41 minutos, Baltasar Silva chocó en el área con Ignacio González y el juez Fedorczuk entendió que fue penal. A primera vista no se vio. Pacheco lo transformó en gol y todo empezó a ser aurinegro.

En el segundo tiempo, Danubio igualmente fue el dueño de las acciones pero fue muy tibio de mitad de cancha hacia arriba. Mayada tomó la posta, pero quedó demasiado solo y no pudo desnivelar.

Fossati apeló casi de entrada al juvenil Nahitan Nandez de 18 años quien pasó a ayudar a Novick en la contención con mucha clase pese a que era su debut.

Luego ingresó Zalayeta y pintó la tarde de amarillo y negro con un golazo desde fuera del área que hundió a Danubio en el propio Jardines.

Pese a que estaba diezmado físicamente por los problemas estomacales que sufrió entre semana, el delantero fue fundamental y festejó su gol contra su exclub con todos sus compañeros. No se calló la boca, no pidió perdón. Hizo con el los viejos tiempos Fernando Morena cuando le anotaba a River: lo gritó con todo. No se aferró a la nueva moda de pedir disculpas.

Danubio fue todo pujanza y desorden, ganas y tesón, pero no le sirvió de nada. Enfrente estaba un equipo que –por primera vez en mucho tiempo– defendió como los grandes y, sin manejar los tiempos, consiguió un triunfo que lo deja expectante para el encuentro del miércoles ante Rentistas cuando se pondrá al día con el calendario.

A Peñarol le falta. Pero se puso el overol y ahora sacó chapa de candidato.