El capítulo del Peñarol de Diego Alonso se diseñó con la mira en alto. Algunos dirigentes mencionaron la aspiración de pelear la Sudamericana. Y bajo esa consigna el plantel que venía de ganar el Campeonato Uruguayo tuvo pocos retoques. La ilusión prendió en todos cuando desembarcó el hombre que podía terminar con las dudas en el puesto más cuestionado de los últimos años: el arco. La llegada de Juan Castillo terminaba con los dramas. Atrás se reforzó con Joe Bizera y en silencio llegó Gonzalo Viera. Pero acaso la contratación más rimbombante fue la de Jorge “Japo” Rodríguez, que arribó como un jugador desequilibrante y a la fecha no termina de confirmar.
El viaje aurinegro se transformó traumático. Darío suspendido, los médicos peleados, relación rota entre el presidente y el vice, Alonso que no da en la tecla, lesiones y salidas nocturnas que permiten concluir que Peñarol está mal de los pies a la cabeza.
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