Peñarol venció 3-1 a River Plate
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Peñarol ganó con un cambio de ritmo

En una fecha en que la tabla empezó a partirse, Peñarol le ganó 3-1 a River con dos goles de Jonathan Rodríguez, uno de Orteman y una gran actuación de Zalayeta
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27 de septiembre de 2014 a las 20:54

A ritmo de Orteman. Así jugó ayer Peñarol ante River Plate. Defensa, orden y pausa. Mucha pausa. Regulando impulsos para frenar el vértigo que implica competir a nivel internacional. Para no fundir el motor. Y así ganó Peñarol. Cortó una racha de tres empates consecutivos y se volvió a meter en carrera en el Apertura.
Y no le ganó a cualquiera. Porque si bien River Plate no atraviesa su mejor racha de resultados, es uno de los equipos del medio local que mejor juega.

Por eso, Jorge Fossati lo esperó atrás y no salió a jugar al mismo ritmo que el rival ni el que el propio aurinegro está mostrando en la Copa Sudamericana donde ya está en octavos de final.

La línea de tres defensores fue más línea de cinco que nunca. Porque River, ofensivo de por sí, se modificó tras su eliminación en la Copa y redobló la apuesta: jugó 3-4-3.

Y arrancó con todo. Iban siete minutos cuando el Morro García tocó su primera pelota. La tribuna se le vino abajo, pero el ex Nacional ni se inmutó. La cruzó al medio del área, la pelota siguió de largo y el tercer punta, Leandro Rodríguez, remató la jugada.

Peñarol no se despegó de su libreto, más allá de que la propuesta de River lo obligaba a meterse en el fondo. Y a los 15’ tuvo su recompensa tras un saque de arco de Migliore. Una vieja fórmula futbolera a la que se le sacó jugo porque Jonathan Rodríguez tiene un guante en el pie. Sí, el botija la durmió entre dos zagueros, giró, descargó y se fue al área. Entre Zalayeta y el Japo la armaron y Jona la definió con un toque corto: 1-1.

La expulsión inmediata de Fernando Gorriarán ambientaba la posibilidad de seguir de largo. Pero este River tiene personalidad y no claudica. Sus ideas son innegociables.

Guillermo Almada no hizo cambios. Retrasó a Torrecilla para pasar a defender con cuatro y dejó a los tres puntas, corriendo a Giovanni González al doble 5 junto a Marques. Michael Santos, imparable en el primer tiempo, dio gran mano para bajar a cubrir la banda derecha.

River llevó muy bien sus 18 minutos en inferioridad numérica. Es más, a los 29’ un pelotazo largo donde el Morro forcejeó con Valdez –en River protestaron penal– le dejó un rebote a Leandro que esta vez no definió con la convicción que tuvo en el gol.

Después, el riguroso criterio de Christian Ferreyra determinó otra expulsión, la de Damián Macaluso. El partido quedó 10 contra 10. Y Peñarol, que ni tuvo tiempo de enterarse del hombre de más, tenía que volver a remar.
Fossati ordenó cambios: línea de cuatro en defensa manteniendo los tres volantes y los dos puntas. El segundo tiempo fue otra historia.

Porque River sintió el despliegue realizado en el primer período y porque los tres delanteros se fueron quedando aislados con el correr de los minutos.

Igual a Peñarol le costó abrir brechas en su defensa. Porque Orteman fue aplicado y ordenado, pero con su ritmo no pudo romper líneas. Y porque el Japo –que ha bajado el gran nivel que mostró en el arranque de la temporada– no abría la cancha ante un rival que esperaba solo con dos jugadores en el mediocampo.

Reclamado por las circunstancias, Zalayeta asumió cada vez más protagonismo. Con su paso atrás en el campo, Peñarol ganó en visión de juego. Y lanzando a Jonathan en carrera por derecha estaba el negocio, porque cada vez que el Kily González salía al cruce quedaba pagando.

El ingreso de Fabián Estoyanoff (por Diogo, he ahí la cuota de audacia de Fossati en la tarde), para sumarse como tercer delantero, terminó de inclinar la balanza para el aurinegro.

Por el costado derecho llegó el gol. Fue en otro pelotazo largo donde Zalayeta –pura maña, puro potrero– la bajó, encaró y pasó. Marques lo bajó de un agarrón. Fue penal. Y Orteman lo facturó con una gran ejecución.
Almada intentó cambios. Montelongo por un punta para generar puentes del medio al ataque. El Rayo Ramírez por el Morro para imprimirle más vértigo a la ofensiva. Pero no resultó.

El darsenero recién pudo generar peligro –un cabezazo salvado entre Migliore y el palo– cuando estaba 3-1 porque Jonathan, que había errado dos goles, lo liquidó cuando se le dio la gana: a los 81’ desde el borde del área, después de hamacar dos veces la cadera desparramando rivales.

Así ganó Peñarol. Y así volvió a prenderse en el Apertura. Donde vive y lucha.

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