Peñarol perdió el invicto en el Torneo Clausura, pero la nota más llamativa y el principal dolor de cabeza para
Pablo Bengoechea es que el equipo no mostró, ni por asomo, atisbos de algún funcionamiento posible.
Desde el debut prometedor ante Cerro, el aurinegro involucionó en su juego, desconectando circuitos ofensivos y haciendo gala de una fragilidad defensiva importante.
Peñarol debe reaccionar ya si pretende luchar por el título, porque más allá del resultado dio signos de desconcentración alarmantes y de caerse anímicamente en momentos de quiebre.
Defensa: mal desde el medio
El partido olvidable de Sebastián Píriz y Nahitan Nández desencadenó el mal trabajo de toda la zaga. Los dos primeros goles de Defensor llegaron por errores en la salida.
Sin Aguiar, Bengoechea perdió a su mejor volante mixto, capaz de marcar y asegurar la salida limpia.
En su lugar el tándem Píriz-Nández comparte características y no se potencian entre ellos.
Ataque: Faltó un generadorLa salida de Aguiar también repercutió en el caudal de juego.
El cambio de dibujo táctico volvió a apelar a los extremos y Viega junto a Albarracín no funcionaron por las bandas.
Cuando el resultado del partido se iba, Peñarol apeló a concentrar hombres de ataque en el campo, sin tener la pelota.
A mayor delanteros en cancha, mayor tranquilidad para Defensor, que manejó la pelota a entero placer.
Fue Forlán quien debió retroceder para jugar en zona de recuperación para poder lanzar.
Peñarol le erró al camino.