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Para veranear con Forlán y Santaolalla
Hace muchas décadas no había nada en esa cuadra de la avenida Roosevelt de Punta del Este. Luego, en la época del primer boom edilicio en el balneario, entre fines de 1970 y principios de 1980, se construyó un alto edificio que no se terminó porque sus inversores no soportaron el efecto del “quiebre de la tablita”, hacia 1982.
Entonces lo que quedó por décadas fue un esqueleto, un edificio a medio hacer, con su estructura básica completa pero sin las terminaciones de la obra. Detrás de ese mamotreto un desarrollador uruguayo residente en Miami entendió que había potencial y entonces surgió Yoo, un edificio que cuenta con la inspiración y el diseño del distinguido decorador francés Philippe Starck.
Desde hace varios años, la estampa del edificio Yoo se recorta en el skyline de Roosevelt, con su elegancia extravagante y sus aires de diseño de alta calidad europeo en medio de un bosque de pinos muy puntaesteño, y tiene como visitantes y propietarios a varias celebridades como Gustavo Santaolalla y Diego Forlán.
Pero, puertas adentro, el edificio (que posee muchos servicios similares a un hotel de alto lujo) ofrece una serie de actividades y posibilidades al público no residente. Si bien no es el único edificio que ofrece estos servicios, sí fue uno de los primeros en implementarlo en la península. Desde afuera, nadie diría que adentro hay muchos espacios de interacción, todos bajo el cuidado diseño del francés y su estilo.
El edificio posee un spa y un restaurante de lujo, más un salón de belleza. A estos dos últimos y la sección masajes del spa se puede acceder sin ser propietario ni inquilino de un apartamento.
El chef Mauricio Eraso, responsable de la cocina del restaurante de Yoo, prepara un excelente salmón grillé con semillas de sésamo y salsa de naranja y jengibre acompañado de un risotto, uno de los platos emblema de la casa ($ 700). El cuidado se nota en los detalles. Por ejemplo, una de las entradas para comer junto a la piscina del edificio es una “petit burger” que se come con una vajilla especialmente diseñada por Starck. Chivitos criollos ($ 450) o rabas al alioli ($ 350) son otros estándares de la cocina.
Otra especialidad del lugar, en la barra que se encuentra sobre la piscina, es el “hielo gravity”, un trago que prepara el barman Alejandro Suárez. Se trata de un trago de vaso largo, compuesto de lima, maracuyá, vino blanco y vodka ($ 200).
En el spa se puede recibir una sesión de masajes de unos 45 minutos, por un valor de US$ 60. En el salón de belleza un maquillaje cuesta $ 1.200 y la manicura de pies y manos $ 550 y $ 350 respectivamente.
Junto a la piscina se encuentran unos boxes de madera donde es posible almorzar o cenar, además de dormirse una plácida siesta. Muchos días hay un DJ que pincha música sobre la piscina, y entonces otros tragos pululan entre los asistentes: isla da magia –con maracuyá, ananá y vodka– y el temptation mojito, con frutos rojos del bosque y más vodka.
Punta del Este ofrece la chance de pasar un día de lujo sin estar residiendo en el edificio de lujo. En el muro de la exclusividad puntaesteña hay una grieta por donde el que quiera (y pueda) se cuela dentro de la mente estética y los caprichos de Philippe Starck.
