Hora 8:33 en Los Aromos. El estacionamiento aún luce despoblado. En eso se abre el portón principal. Entra una camioneta que para pegada al mástil donde flamea la bandera de Peñarol. Y aparece la figura de Paolo Montero, termo y mate en mano. Primer detalle: el nuevo entrenador de los aurinegros no invadió el terreno. No fue a ocupar los lugares del estacionamiento que lucen el cartel de exclusivo. Al margen de ser un hombre de la casa guardó respeto. Fue cuando el gerente deportivo Carlos Sánchez le insistió para que dejara bajo techo la camioneta que estacionó.
Cuando terminó de maniobrar y giró, se encontró con el presidente Juan Pedro Damiani que lo recibía con un abrazo: “Bienvenido Paolo”, le dijo el titular del club. Y Montero se sorprendió: “¡Damiani!”. En el abrazo, el presidente le palmeó la cara y le dijo “Bienvenido a casa y mucha suerte”. Y entraron a poner manos a la obra.
Paolo Montero llegó para dirigir los últimos tres partidos del Apertura y por su interior se mezclaron una serie de sensaciones.
El regreso lo retrotrajo al pasado. A las no muy lejanas épocas en que se vestía de jugador. En el camino fue pensando como actuaría cuando se encontrara cara a cara con jugadores como Marcelo Zalayeta, al que recibió cuando llegó a Turín y lo encaminó en Italia. Como hablaría con Tony Pacheco, al que conoce desde que tenía 14 años. Que le diría a Darío Rodríguez, con quien jugó el Mundial 2002, y la pelearon codo a codo por los premios de la selección en la Copa América 2004.
Fue al vestuario, se vistió, tomó un silbato y antes de salir a la cancha dejó sus sensaciones ante la prensa. “No me gusta llegar así. Me gusta llegar por méritos propios”, comentó el DT en conferencia de prensa. “Aparte yo conozco a Jorge, es muy buena persona. Yo soy funcionario del club y ahora estoy acá”, señaló.
Montero dijo sentir “tristeza” por la salida de Fossati. “Es una buena persona. Durante la selección lo conocí mucho y en las dificultades que pasamos nos tuvimos que unir”, comentó.
Sobre la forma en que jugará su equipo, el DT prefirió no dar detalles y espera a ver cómo están los jugadores. En ese sentido, manifestó que no hará cambios “drásticos” porque dijo que no se hará el “héroe”.
Minutos después saltó a la cancha. Simple. Nada de gritos, ni poses para las fotos. Montero trabajó con su equipo integrado por Juan Iraola como ayudante técnico, y Santiago Ferro como preparador físico, colaboradores con los que venía trabajando en Tercera.
En el movimiento los titulares en el clásico hicieron tareas regenerativas y los suplentes fútbol en espacios reducidos. Habló mucho con Darío Rodríguez; incluso se fueron charlando juntos.
Después de que se fueron sus dirigidos se retiró saludando a los funcionarios. Afuera lo esperaban hinchas que soportaron dos horas al rayo del sol para hacerse firmar la camiseta de Peñarol por Paolo. Los une el mismo sentimiento, los identifica la misma pasión.
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