El destino lo marca a Álvaro "Palito" Pereira. La zona del campo donde se desempeña no le permite pestañar. Sabe que el lateral izquierdo de la selección tiene dueño: Martín Cáceres. Conoce perfectamente que para jugar de volante por izquierda debe pasar algo con "El Cebolla" Rodríguez, caso contrario la deberá pelear desde afuera.
Así fue desde el inicio. Una lucha constante pero sin bajar jamás los brazos. Siempre en silencio. Jamás una mala cara o un gesto porque no lo ponen.
Arrancó como suplente en la Copa América de 2011 pero la baja producción del equipo determinó su ingreso para el segundo partido ante Chile. Marcó un gol y no salió más hasta levantar la copa como campeón.
Palito fue al Mundial de Brasil 2014 como suplente. La roja a Maxi Pereira en el debut ante Costa Rica determinó su ingreso para el segundo encuentro. Y después no lo podían sacar de la cancha con una traumatismo, como que el sufrió ante Inglaterra.
El técnico Tabárez tiene claro que Cáceres es número puesto en su oncena. Lo considera tan importante como Suárez en su equipo. Así lo declaró: “Respecto a lo que es Martín Cáceres como individualidad en estos momentos es de los jugadores más importantes de la selección, nos crea futbolísticamente un problema importante su baja. Evolucionó muchísimo, sobre todo a partir de 2011 que fue cobrando una dimensión de jugador de elite. Cáceres me da soluciones a todos los aspectos defensivos”.
La lesión sufrida el domingo en el tobillo lo pone en duda para la Copa América y a la hora de buscar sustituto, Palito se vuelve a probar la ropa.
De hecho, en los dos últimos amistosos de la celeste fue el titular. Al margen de que el 13 de octubre, ante Omán, el técnico Tabárez probó una alternativa con Gastón Silva de lateral izquierdo.
El destino marca nuevamente a Palito Pereira. Como desde el primer momento en que desembarcó en la selección y lo contó Oscar Tabárez en su libro: “En Rumania jugó Champions, en el primer partido le ganaron a la Roma, jugó muy bien y me pareció que era como para tener una oportunidad. Lo demás lo hizo él. Por ejemplo llegó a Francia sobre la hora de partir del hotel al primer entrenamiento y le dije “vos no te enojás si ya nos vamos y vos te cambias en el lugar donde vamos a entrenar”. Me dijo, ‘no, no, está bien’. Y cuando bajamos del ómnibus ya estaba vestido, se cambió adentro del ómnibus. A él le parecía un sueño y el otro día cuando jugó contra Paraguay entró a la cancha con los ojos vidriosos”.
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