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Pacheco le regaló la copa

En una noche soñada del capitán, en la que convirtió tres goles y condujo a su equipo a desarrollar la mejor expresión futbolística del año, Peñarol se consagró campeón del Uruguayo
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04 de junio de 2013 a las 23:45

Antonio Pacheco besa la camiseta por tercera vez y, de espaldas a la tribuna, señala el número 8 de su blusa. Los hinchas deliran. La obra está completa. Completísima. Si lo hubieran pedido como espectáculo para una noche soñada, no les hubiera salido tan bien. Con una actuación perfecta del capitán, al que en 2011 echaron del club y que en esta temporada había comenzado con una fractura de tibia y peroné en la primera fecha ante Fénix, termina con caricias al balón y genialidades que le dieron a su equipo las herramientas para desplegar en el campo de juego, en las finales del Campeonato Uruguayo, el título más importante a nivel local.

Fue la noche soñada para Pacheco, y la disfruta todo el pueblo peñarolense. Por la goleada, por la forma en la que se impuso en el último partido del año, por la autoridad con la que encaró el juego, porque todo le salió bien. Y porque Defensor Sporting realizó una paupérrima producción, alineada al rendimiento de los últimos encuentros, en los que cayó en un bajón del que no pudo salir.

Los aurinegros fueron los mejores y firmaron el título del Campeonato Uruguayo con una goleada 3-1 sobre Defensor Sporting en un Estadio Centenario que anoche se vistió de fiesta con una multitud aurinegra, que disfrutó la consagración que le era esquiva desde hacía tres años.

De menos a más
El partido no comenzó bien. El juego fue sucio, enredado, entreverado. Porque dominó la marca por encima del buen trato de balón. Incluso porque el encuentro lo propusieron subido de tono, con fuertes goles, con el objetivo de imponer pierna fuerte, como si esa fuera la mejor opción para llegar al triunfo.

Por esa razón el primer cuarto de hora fue un castigo para el espectáculo, aunque Fernández, a las espaldas de Amado y delante de Zeballos, amagó con sus corridas por izquierda con poner en práctica una propuesta diferente.

Al mismo tiempo, Novick se le pegó como estampilla a De Arrascaeta, que apareció por derecha, y el juvenil, que debía hacer la diferencia para que Defensor Sporting festejara, estuvo bien anulado.

A los 16’ anunció Estoyanoff que quería dar que hablar por la banda derecha y que le iba a complicar la noche a Arias. De todas formas, esas insinuaciones tuvieron que esperar a que se concretaran en realidad. Primero, Peñarol perdió a los 21’ Novick por lesión, y el técnico mandó a Píriz, que rápidamente resolvió igual que el volante titular. Luego, a los 23’, Bologna le puso peligro a un centro de los violetas. Pero a los 26’ Pacheco, tras pase de Estoyanoff, estableció el 1-0.

A partir de allí el partido fue otro. Peñarol se cargó de confianza, y Defensor Sporting de dudas y nervios, al mismo tiempo que la mochila de tener que ganar para forzar otros dos partidos en las finales del Uruguayo pesaron como nunca.

A los 33’ el árbitro no pitó un penal a favor de Defensor Sporting, por falta de Darío Rodríguez a De Arrascaeta (si unos minutos antes el árbitro pitó mancha en el área de Peñarol, cuando un jugador de Defensor Sporting cometió una falta a su rival, ese debió ser penal), y dos minutos después, sancionó correctamente uno de Malvino.

A los 36’, con el gol de penal de Pacheco, Peñarol ya estaba 2-0 y el partido no tenía vuelta. El triunfo aurinegro estaba concretado, por encima de lo que restaba jugar. Solo faltaba que Defensor Sporting saliera a buscar el partido, y los dirigidos por Da Silva aprovecharan para desarrollar un fútbol-espectáculo que le puso el broche de oro.

Por eso el segundo tiempo fue un canto al fútbol de Peñarol. Tabaré Silva buscó alternativas con Taborda y Gedoz, pero los aurinegros respondieron con fútbol a un toque, impulsados por Pacheco, velocidad por las bandas y lujos, que le permitieron generar cuatro situaciones de gol, que fueron contenidas por Campaña, hasta que Pacheco estableció su tercer tanto a los 79’. Con ese gol, el delantero se transformó en el cuarto goleador histórico del fútbol uruguayo, detrás de Fernando Morena, Atilio García y Héctor Scarone.

Así, en una noche soñada, de Pacheco –sin rencores, a pesar de que en 2011 el técnico Diego Aguirre y los dirigentes no lo quisieron y le hicieron vivir sus peores días– le regaló a Peñarol el Uruguayo.

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