Está claro que Diego Forlán puede resolver muchas cosas. Un tiro libre, una remate de afuera del área, un pase de su calidad innata. Las luces de Diego encandilan y deslumbran. Y nadie reparó en un detalle: desde la partida de Jonathan Rodríguez el equipo tiene una ofensiva que juega al tranco lento.
En un fútbol mundial dominado por la velocidad de los delanteros y en un país como Uruguay, donde generalmente ese tipo de jugadores se transforma en desequilibrante, Peñarol no tiene jugadores de esas características.
El único que se puede sumar es Cristian Palacios, que volvió de Juventud, pero el técnico Bengoechea no lo tiene en cuenta. Palacios analiza una oferta para emigrar a Colombia.
En consecuencia quedan el citado Diego Forlán, Marcelo Zalayeta y Diego Ifrán. En el banco queda Gabriel Leyes. Todos los citados son jugadores que van por el medio, no son para abrir la cancha.
Se anuncia la llegada de Nicolás Albarracín. El jugador de Wanderers tiene tendencia a tirarse atrás, como media punta y su principal característica es que le gusta andar con la pelota.
Así las cosas, Peñarol parece apuntar a un equipo basado en la calidad técnica de Forlán y Zalayeta. Pero vale preguntarse ¿qué sucederá cuándo tenga la necesidad de abrir la cancha e intentar sorprender con un hombre de velocidad?
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