¡Otra vez sopa!

Íntimamente, aunque el hincha de Nacional sabía que el de ayer iba a ser un partido difícil por la calidad de rival que enfrentaba, imaginaba que después de dos terribles revolcones (mucho peor el que sufrió ante Newell’s que el primero ante Danubio), el fútbol le iba a dar una tregua. Sin embargo, ¡otra vez sopa! En otra pobre producción de Nacional (que empezó muy bien, pero se desflecó a los 30 minutos), los albos se anotaron un 0-3 contra River Plate, que es duro en el aspecto futbolístico y mucho peor por la forma en que impacta el hecho de que en los últimos tres partidos, Nacional no convirtió goles y recibió nueve, por la Copa Libertadores y el torneo local.

El 0-2 ante Danubio, 0-4 frente a Newell’s y 0-3 ante River Plate son muy difíciles de digerir para el hincha. Por todo y, fundamentalmente, porque Nacional ayer empezó jugando bien, manejó el partido hasta los 30 minutos, pero de ahí en más el equipo dirigido por Pelusso se desdibujó, anímicamente no tuvo respuestas, futbolísticamente se arrastró por el campo y sufrió la mejor expresión de River Plate, que con velocidad acabó con los tricolores.
El DT albo apostó en el partido de ayer a renovar el equipo, por el desgaste físico de la doble competencia y porque los albos se habían llevado un paseo de esos que son difíciles de asimilar anímicamente. El DT solo mantuvo a Munúa, De los Santos, Cruzado y Alonso en la formación titular y reforzó el equipo con los juveniles.

Con ese impulso que los pibes le dieron al juego, Nacional salió más decidido. Se hizo de la pelota y de las acciones de riesgo. Por esa razón, a los 14’, luego de una muy fina acción de Gastón Pereiro –tras pisar el balón, dejó a Espino de cara al gol–, el lateral izquierdo estrelló su remate en el palo. En la siguiente acción, un disparo de Juan Cruz Mascia obligó al golero a rechazar al córner. Fútbol en estado puro desarrollado por los pibes que pretendieron conquistar con su juego el primer equipo de Nacional. Sin embargo, el tricolor se quedó en eso, en buenas intenciones.
A River Plate le costó una enormidad encontrar ese fútbol que lo identifica y que le llevó a ser una de las sensaciones del campeonato pasado. Sin la pelota, incómodo por la presión que le puso Nacional en el mediocampo y sin chances de lastimar por las bandas, el juego de los dirigidos por Guillermo Almada careció de profundidad y peligro sobre el arco de Munúa.

Los últimos 15 minutos del primer tiempo ofrecieron lo mejor de la noche en el Centenario, al mismo tiempo que la gráfica de Nacional iba en caída y la de los darseneros en pleno crecimiento.

Entre acciones de riesgo para uno y otro (Herrera le sacó un gol en la línea a Gastón Pereiro; Munúa le tapó un gol al Rayo Ramírez; Mascia se perdió un gol solo y Alaniz otro similar en el arco opuesto), en un gran espectáculo, por la dinámica que tenía el juego y la propuesta de los dos equipos, Jonathan Ramírez encontró el 1-0 cuando se apagaba el primer tiempo.

Lejos de ofrecer señales de rebeldía, en el complemento los albos fueron una fría expresión futbolística y River Plate sacó a relucir sus mejores argumentos y en los goles de Alaniz y Leonardo Rodríguez la diferencia en el marcador para establecer un triunfo contundente, que impulsa a River, que de ganar el pico contra Cerro quedará primero en la Tabla Anual, y que hunde a Nacional aun más en su crisis futbolística, en una semana terrible para los albos.