Oscar a la mejor producción

En tiempos de la entrega de los Oscar, bien se puede decir que Peñarol se ganó ante Wanderers el de la mejor producción.

"Pienso lo mismo que el fin de semana pasado. Cambió que entró la pelota", dijo el técnico Leonardo Ramos.

Claro que leído así parece muy simplista. Peñarol jugó su mejor partido en varios meses y seguramente que su entrenador tuvo que ver con las cuatro variantes que ejecutó para este compromiso, a lo que cabe agregar el cambio de figura táctica con tres hombres en el medio, y por primera vez un enganche que fue Gastón Rodríguez.

Y lo mejor es que ahora tiene 10 días para preparar su próximo encuentro que será nada menos que en la altura de Cochabamba ante Jorge Wilstermann de Bolivia por el debut en la Copa Libertadores de América.

Peñarol aceitó muy bien las cosas que no le habían salido en los dos partidos anteriores ante Liverpool y Boston River.

No es solo como dice Ramos que faltaba que entrara. En esos compromisos hubo errores defensivos –sobre todo, contra los rojiverdes que tuvieron dos veces el triunfo sobre el final–, desconexión entre las líneas y, sobre todo, falta de gestación de juego. Debido a eso fue que la pelota no le llegaba casi nunca bien jugada a los delanteros.

Tener por primera vez como titular a un futbolista de selección como el Cebolla Rodríguez y también haber anotado el 1-0 ni bien comenzó el partido, le facilitó la tarea a los mirasoles.

A ello hay que sumarle el rendimiento individual de varias figuras entre las que sobresalió con un gol y dos asistencias notables, Junior Arias.

Pero se sería muy injusto con otros jugadores quienes mejoraron notoriamente su producción. Ramón Arias en defensa fue un bastión, más allá de que Wanderers llegó muy poco. Guzmán Pereira fue otro que subió su nota. De Nahitan Nandez ya está todo escrito, al menos en sus últimos encuentros anduvo más que bien y esta no fue la excepción.

En 8 minutos, Peñarol tenía casi liquidado el partido porque Arias estampó el segundo tras una gran combinación de tuya y mía con Gastón Rodríguez.

Pero la obra cumbre fue el tercero en el que la tocó gran parte del equipo y el Cebolla mostró toda su clase en la definición. Fueron 21 toques para llegar al gol, algo poco visto en el fútbol uruguayo.

Tres a cero en la primera parte. Un tiempo que daba para soñar. Quizás solo faltaba el gol de Lucas Cavallini, el cual llegaría en la segunda parte para ponerle la frutilla a la torta.

El canadiense llevaba más de tres partidos y medio y no había podido convertir, y cuando lo hizo, gritó su gol con tranquilidad.

Pero además, hay un tema que no es menor: en cuatro encuentros, jugando bien, mal o muy bien, a Peñarol siguen sin convertirle goles, algo que hace muchísimo que no ocurría. Y eso también es una virtud de los buenos equipos. Por eso Ramos también se quedó feliz por ese rubro.

Pese a la temperatura tórrida, el equipo aurinegro mantuvo un paso arrollador, sin bajar sus revoluciones. Jugó con un apetito voraz y consiguió un resultado enorme en una cancha difícil.

Ramos también demostró que tiene variantes que pueden dar una buena mano cuando apela al banco. Porque el ingreso de Nicolás Dibble le dio más vértigo a la ofensiva.

Peñarol volvió a lucirse como en la primera fecha en la que también había ganado 4-0, pero esta vez, su fútbol fue mucho más pulido, su dominio ante el rival fue tremendo, lo apabulló. Y eso siempre ayuda para cambiar el semblante luego de dos 0-0 aburridos y casi sin juego colectivo.

Después de un mes y medio de arduo trabajo y de "solo dos días de descanso", según explicó el propio Ramos, ahora vendrán días más tranquilos para prepararse para la Copa. Ese es otro plato, se saborea diferente y cuesta bastante más caro. Y en Peñarol lo saben muy bien.