La explosión de desinformación médica por Internet tuvo su pico más alto luego de la pandemia del Covid-19

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YouTube alerta sobre la desinformación médica pero los expertos dudan de las intenciones

La plataforma propiedad de Google dice estar abocada en ahondar en las medidas y rastrear la información falsa sobre el cáncer, pero los contenidos que albergan son tantos contenidos que es muy difícil saber si la calidad de la información mejoró o no
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04 de septiembre de 2023 a las 05:02

Los videos, hasta recién nomás, se sucedían uno tras otro: el que afirma que todo tipo de cáncer se cura con ajo, el que señala a la vitamina C como sustituto esencial para la radioterapia, y una larga lista de etcéteras con “imperdibles consejos”. Pero ahora ya no podrán estar disponibles en YouTube, siempre y cuando se le crea a la plataforma propiedad de Google, aunque los especialistas en desinformación se muestran escépticos y denuncian una total falta de transparencia.

La explosión de desinformación médica tuvo su pico más alto luego de la pandemia del Covid-19, cuando en 2022 YouTube comenzó a batallar contra los contenidos antivacunas y después a los que fomentaban los trastornos alimentarios.

Ahora, la plataforma dice estar abocada en ahondar en las medidas y rastrear la información falsa sobre el cáncer. En un comunicado, señaló que “las personas diagnosticadas con esa enfermedad a menudo acuden a internet para informarse sobre los síntomas y los tratamientos, y para encontrar un sentido (de pertenencia) a una comunidad”.

Por eso, YouTube dice que a los internautas que publiquen información falsa sobre la salud se les borrará el video y después de tres publicaciones repetidas, se les bloqueará el canal o incluso la cuenta.

El sociólogo Laurent Cordonier, de la Fundación Descartes –un organismo francés sobre cuestiones de información–, dijo a la agencia de noticias AFP que “aunque YouTube defiende un proceso a largo plazo, no hace más que cumplir sus obligaciones”. Lo expuesto por Cordonier refiere a la entrada en vigor, el pasado 25 de agosto, de un reglamento europeo que exige a las principales plataformas digitales tomar medidas contra la desinformación y otros contenidos ilícitos.

“Los desinformadores sanitarios abundan literalmente en el YouTube francófono –dice Cordonier–, y eso lleva a dudar de la eficacia de las medidas anunciadas. Los anuncios también son vehículos de desinformación”.

Al respecto, el sociólogo pone como ejemplo “un aviso reciente de un libro que denuncia la idea de que hay que hidratarse durante una ola de calor, con el pretexto de que la gente en el desierto bebe muy poco”. Anuncio al que define como “un verdadero atentado”.

La periodista Angie Holan, directora de la red internacional de fact-checking IFCN, de la cual la agencia AFP forma parte, dijo que “YouTube alberga tantos contenidos que es muy difícil decir si la calidad de la información mejoró o no”.

YouTube recibe, por minuto, más de 500 horas de contenidos nuevos, por lo cual la detección de informaciones falsas implica, según la propia plataforma, un desafío tecnológico casi imposible de remediar.

Si bien desde YouTube afirman que entre enero y abril de 2023 suprimieron más de 8,7 millones de videos, de los cuales más de 90% fueron identificados por la Inteligencia Artificial (IA), los especialistas no están tan de acuerdo.

“Los medios automáticos fallan estrepitosamente, sobre todo cuando el video no está en inglés”, dice el periodista español Carlos Hernández-Echevarría, del servicio de verificación de datos Maldita y coautor de una carta abierta a YouTube sobre el tema en enero de 2022.

Hernández-Echavarría critica además la aparente censura ejercida por YouTube, ya que “suprime los videos sin que los internautas sepan por qué una información en particular es falsa, mientras otras plataformas optan por limitar la viralidad de los contenidos problemáticos o añadirles contexto”.

Por su parte, Holan, si bien admite que IFCN recibió fondos de Google para luchar contra la desinformación, lamenta “la falta de transparencia de la plataforma en sus criterios de clasificación”. Y agrega: “Es muy difícil saber qué hace realmente YouTube”.

La plataforma se justifica y explica que no quiere ofrecer un “aviso detallado que pueda facilitar a los internautas evadir sus reglas”. Por eso, afirman, desarrollaron nuevas herramientas para destacar los contenidos de las autoridades sanitarias y hospitales, y en Francia difunden mensajes informativos bajo los videos para ayudar a los usuarios a identificar la fuente.

Algo a lo que se opone Clément Bastié, del colectivo L’Extracteur, que lucha contra la desinformación. “Es incómodo que debamos confiar a una empresa privada la tarea de dictar lo que se puede o no decir, y lo que es fiable y no fiable sobre temas complejos”. Y agrega que “la política de YouTube, sin duda eficaz a corto plazo, refuerza a largo plazo las teorías conspirativas que encontrarán otras plataformas para expresarse”.

La polémica, mientras tanto, continúa.

(Con información de AFP y agencias)

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