El trekking al avión de los uruguayos y la lucha contra el cáncer comparten similitudes sorprendentes. Nadie está realmente preparado para ser paciente oncológico ni para ser familiar de alguien que lo es. Esta travesía, que involucra a pacientes con diagnóstico en control, en tratamiento preventivo o en tratamiento crónico, se gestó con la intención de enfrentar la vida de manera valiente y desafiante. Ellos eligieron ser parte de esta experiencia, acompañados por sus médicos de cabecera, y se dirigieron a un lugar cargado de historia, magia, energía y profundo impacto emocional.
La película “La sociedad de la nieve”, especialmente en este año que conmemora el 50° aniversario del trágico y milagroso episodio de los Andes, ofrece una comparación interesante. Como mencionó Carlitos Páez en el documental: “Nada de lo que sucedió estaba en los planes de nadie. Lo imprevisto fue la característica más recurrente de la prueba límite que me tocó vivir en la montaña”.
Los pacientes oncológicos, al igual que los sobrevivientes de los Andes, encuentran fuerzas desde lo más profundo de su ser. Aprenden de cada etapa, ponen el cuerpo todos los días y descubren una valentía y un coraje que ni ellos mismos sabían que poseían.
En algún momento de la vida, cada uno de nosotros debe enfrentarse y superar su propia cordillera, ya sea ante una enfermedad, un conflicto familiar o cualquier otro desafío. Vivir con cáncer, saber que está presente, es como estar en la montaña, enfrentando nuestra propia cordillera personal.
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