Pablo Catatumbo, Pastor Alape y Antonio Lozada, negociadores de las FARC.<br>

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Señas de fragilidad en el proceso de paz entre gobierno y las FARC

El recrudecimiento de los combates evidencia la inestabilidad
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01 de junio de 2015 a las 05:00
Colombia ha retomado el camino de guerra con bombardeos masivos contra la guerrilla de las FARC, poniendo en evidencia la fragilidad de un proceso de paz que avanza sin una tregua bilateral, para disgusto de la comunidad internacional.

Las delegaciones del gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sostienen en un ambiente tenso las conversaciones, instaladas en Cuba desde noviembre de 2012 para resolver el conflicto armado más antiguo de América Latina.

En una semana, unos 40 rebeldes, entre ellos un miembro del Estado Mayor Central de la guerrilla y un exdelegado de paz en La Habana, fueron abatidos en ataques militares lanzados en represalia por una emboscada en la que murieron 11 uniformados el mes pasado.

Desde entonces, el presidente Santos, que había abogado por un "desescalamiento" de la violencia y suspendido los bombardeos, ha adoptado un tono decididamente marcial en medio de la "tempestad" que, según dijo, atraviesa el proceso de paz.

"No bajen la guardia", instó al Ejército luego de que las FARC levantaran la tregua unilateral que habían declarado en diciembre como muestra de su compromiso con los diálogos.

"No hay contradicciones en esa estrategia. Santos constata que, si no sienten la presión militar, las FARC van a seguir dilatando las negociaciones a su antojo", analizó ante la AFP Vicente Torrijos, profesor de ciencias políticas de la Universidad del Rosario en Bogotá.

Los últimos enfrentamientos entre el ejército y los rebeldes ocurrieron el jueves pasado en Arauca, una región rica en petróleo cerca de la frontera con Venezuela, que dejó tres bajas en cada bando.

Desde La Habana, los representantes de la guerrilla relanzaron su campaña en pos de un armisticio, una opción rechazada por el jefe de Estado antes de la firma de un acuerdo definitivo.

Una luz de esperanza apareció al día siguiente de ese ataque, el viernes, con el anuncio de la puesta en marcha del "plan piloto" de desminado conjunto entre el gobierno y la guerrilla en Colombia. Se trata del país más afectado en el mundo por el flagelo de las minas antipersonales después de Afganistán (más de 2.000 muertos y 9.000 heridos desde 1990).

La crisis actual demuestra que las FARC "no tienen intención de romper el diálogo, sino de conseguir un cese el fuego bilateral a toda costa para tener más margen de maniobra en el terreno", explicó Torrijos.

El rol de los demás países

Con cerca de 8.000 combatientes, desplegados esencialmente en las zonas rurales, los rebeldes obtuvieron en este enfrentamiento con el gobierno un apoyo de peso en el extranjero.

Los países garantes de las conversaciones, Cuba y Noruega, que suelen tener un bajo perfil, hicieron los días pasados un llamado a que ambas partes "continúen sus esfuerzos" de paz con miras a "la adopción de un acuerdo para el cese el fuego bilateral definitivo".

A pocos días de un viaje de Santos a Bruselas, la Unión Europea (UE), anfitriona de la cumbre anual con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), también expresó su preocupación.

"Los planes de Santos para aparecer como un gran pacificador van a verse un poco trastornados", bromeó ante la AFP un diplomático europeo en Bogotá.

La UE, que creó a fines del año pasado un fondo especial para financiar el posconflicto colombiano, ahora requiere "medidas concretas para aliviar la situación en el terreno".

"La comunidad internacional, a la cual se refieren tanto el gobierno como las FARC, tiene un papel crucial en ese momento de crisis", afirmó el historiador Carlos Medina, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia.

"Tiene que hacer escuchar su voz para impedir que se retomen los instrumentos de la guerra", señaló el experto, para quien la oposición que hay en Colombia ante el proceso de paz "llevó al gobierno a reanudar los bombardeos".

Los intentos anteriores de negociaciones con las FARC, el último hace más de 10 años, fracasaron después de acciones militares.

El conflicto armado colombiano, que en cinco décadas ha involucrado a guerrillas, paramilitares y agentes del Estado, ha dejado oficialmente más de 220 mil muertos y unos 6 millones de desplazados.


Denuncian a los paramilitares


Los negociadores de las FARC en La Habana insistieron ayer en sus denuncias de que el paramilitarismo sigue existiendo en Colombia, donde "actúa impunemente" y afirmaron que es "incompatible" con un acuerdo de paz. Según un comunicado leído a los medios por el comandante del equipo negociador, Joaquín Gómez, en el primer trimestre de 2015 más de 25 líderes sociales, políticos y defensores de derechos humanos fueron asesinados.

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