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Pueblos originarios de Guatemala movilizados para garantizar que asuma Bernardo Arévalo
Tanto la historia de Bernardo Arévalo como la del intento por evitar su asunción son una página tan dura como testimonial de lo que fue la injerencia extranjera como las élites autoritarias en América latina.
Arévalo tiene 65 años y es hijo del ex presidente Juan José Arévalo Bermejo quien, tras cumplir su mandato, apoyó a Jacobo Arbenz, un mandatario progresista que fue desalojado del poder por el golpe de Estado de 1954 orquestado por la CIA y la compañía bananera United Fruit, y llevado a cabo por miembros del ejército guatemalteco.
En efecto, la CIA argumentó que Arbenz permitía a los comunistas alistarse entre los trabajadores de la United Fruit, cuyos intereses monopólicos eran cercenados por Arbenz para paliar la situación miserable de gran parte del pueblo. Entre el 18 y el 24 de junio de 1954, los seguidores del gobierno constitucional intentaron defender las instituciones, pero los golpistas fueron de una ferocidad que terminó con la vida de mucha gente y con el gobierno.
Juan José Arévalo y su familia se exiliaron en Montevideo, Uruguay, y allí nació Bernardo en 1958. Además de haber mamado la política en casa, el electo presidente en las elecciones de agosto de este 2023, tuvo una sólida formación académica, tanto en la Universidad Hebrea de Jerusalén como en la de Utrecht, en Países Bajos.
Ocupó puestos en distintas administraciones de su país en relaciones internacionales y se especializó en mediación de conflictos. Siempre con un ojo en las masacradas poblaciones originarias de su país realizadas por las dictaduras encabezadas por José Efraín Ríos Montt (1982-1983) y Oscar Humberto Mejía Víctores (1983-1985).
Arévalo debe prestar juramento de su cargo el domingo 14 enero de 2024. Un largo período propicio para la conspiración de que es víctima pese a que los electores confiaron en él con una abrumadora mayoría de votos.
La cara visible de esos impedimentos es la fiscal de Estado María Consuelo Porras, quien argumentó desde el mismo día de las elecciones que el Movimiento Semilla, que existe hace años y del cual es líder el propio Arévalo, presenta “irregularidades incompatibles” con la asunción del cargo.
El actual gobernante Alejandro Giammattei está implicado en la conspiración para frustrar la presidencia de Arévalo. Por detrás de esta oscura trama están algunos de los generales sanguinarios que, como Efraín Ríos Montt, fueron juzgados y condenados por genocidio.
Para que Arévalo no pueda asumir la presidencia intentaron diversos ardides de los que es parte la propia Consuelo Porras y el también fiscal Rafael Curruchiche, así como el juez penal Fredy Orellana, sancionados por el Gobierno de Estados Unidos.
El burdo intento de anular la personería jurídica del partido Semilla, así como los resultados electorales, no fueron las únicas maniobras. También intervinieron al poder electoral, mientras la Corte Constitucional y la Corte Suprema de Justicia dudan frente a estas maniobras o se prestan a ellas.
En estas condiciones, las posibilidades de Arévalo de asumir se verían reducidas si no fuera porque la otra Guatemala, sometida y olvidada, va en rescate de la democracia. Los pueblos indígenas de ascendencia maya, quichés y cachiqueles, que representan el 60% de la población, fueron las víctimas seculares de la opresión y la discriminación.
Además, fueron los blancos de las campañas de exterminio llevadas a cabo por el dictador Ríos Montt, cuando aldeas enteras fueron borradas del mapa con todos sus habitantes, enterrados en fosas comunes.
Los 48 cantones y las autoridades ancestrales de los pueblos originarios y sus representantes, constituidos en Asamblea de Autoridades de los Pueblos en Resistencia para la Defensa de la Democracia, bajaron desde sus comunidades ubicadas en zonas selváticas y montañosas a la ciudad de Guatemala.
Los pueblos nativos cortaron rutas, tomaron las calles de manera pacífica y se plantaron frente a la Fiscalía y los tribunales exigiendo que se respete la Constitución. A ello se sumaron estudiantes, sindicatos, comerciantes y sectores de clase media.
Las autoridades ancestrales cuidan tradicionalmente de la paz y el bienestar de sus comunidades, del buen uso de las tierras comunales, la protección de los bosques y las fuentes de agua. Además, se oponen a los proyectos de ley que pretenden exculpar a los militares responsables de genocidio.
Arévalo, con trayectoria diplomática, se garantiza el apoyo de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos. Sabe muy bien el poderío de Washington, porque él mismo siendo niño debió exiliarse con su familia por un golpe de Estados propiciado por la CIA. En ciudad de Guatemala está un alto funcionario estadounidense que visita al país para abordar el proceso de transición.
Es el subsecretario de Estado para crecimiento económico, energía y medio ambiente de Estados Unidos, José W. Fernández, y tiene el ojo puesto en la transición del poder y la cooperación económica. En junio del año próximo se cumplirán 70 años del golpe a Jacobo Arbenz y Bernardo Arévalo debería llevar para entonces seis meses en el poder. Esta vez, Washington se ubicó en otro lugar.
