Peñarol celebre este miércoles 30 los 40 años de su cuarta Copa Libertadores que obtuvo al vencer a Cobreloa de Chile en la hora ante 77.000 hinchas en el Estadio Nacional de Santiago, con un gol de Fernando Morena.
Cinco de los futbolistas que disputaron aquel compromiso, lo recordaron en su momento en distintas notas a Referí.
Aquí se puede leer un compilado de lo que dijeron el Indio Olivera -capitán del equipo-, Víctor Diogo, Mario Saralegui, Venancio Ramos y Daniel "Coquito" Rodríguez.
Se venía la definición de la Libertadores de 1982 y el Indio y Fernando Morena vieron que el ambiente de unión con sus compañeros en Los Aromos, no era el mismo. Habían salido unos televisores chicos que los distintos futbolistas se llevaban a sus habitaciones. Nadie se quedaba a confraternizar, a jugar al billar o al truco. A hablar, en definitiva. "Entonces hablamos con Bagnulo y el profesor Jorge Kistenmacher para pedirles permiso para prohibir que los futbolistas se retiraran antes hacia sus cuartos, y así fue", recordó el Indio a Referí.
Respecto a la primera final con Cobreloa, que terminó 0-0 en el Estadio Centenario, Olivera sostuvo: “Después de haberle ganado a todos los que le habíamos ganado (Gremio, Sao Paulo, River argentino, Flamengo) pienso que nos dormimos un poco pensando en que Cobreloa era un partido fácil porque era un equipo nuevo, como que no existía. Pensábamos que era más fácil, pero lo más fácil se hizo difícil. No perdimos esa copa por milagro, por el milagro de Fernando (Morena) en la hora con ese gol en la revancha”, reconoce".
Allí se lesionó el tobillo y pasó con el pie “metido en un balde con hielo, y le poníamos sal, vinagre, de todo para tratar de curarme”. Llegó la segunda final contra Cobreloa en Santiago y lo debieron infiltrar por el dolor: “El partido terminaba y empatábamos, por lo que había que ir a Buenos Aires a jugar una tercera final. Yo ya sabía que no iba a poder jugar, porque tenía el tobillo hinchadísimo y con mucho dolor. Pero ese gol de Fernando me salvó y no hubo tercera final”.
Hugo Bagnulo fue el técnico que llevó a Peñarol a ganar la Libertadores y la Intercontinental de 1982. Así lo define Mario Saralegui: “Era bravo, obsesivo. Era un buen tipo, pero las cosas eran como él quería, te controlaba, te mantenía alerta. Si te tenía que echar de las prácticas, te echaba. Era cascarrabias. Pero era muy ordenado. Yo jugaba con Miguel (Bossio) y nos dividíamos la mitad de la cancha”. Bagnulo era muy conocido por la cantidad de cábalas que tenía. “A mí me decía Trastornado. ‘¡Trastornado, mirá que no te saco porque no tengo a otro!’, me gritaba y yo capaz que había jugado un partido bárbaro; no te dejaba respirar, pero lo hacía para incentivarte. Era muy cabalista. Había un gato en Los Aromos y siempre antes de irnos a jugar, él lo saludaba. Un día, el gato no aparecía por ningún lado y se nos iba la hora. Si no saludaba al gato, no nos íbamos. Por suerte, allá a las cansadas apareció”, cuenta a carcajadas.
“Había jugado contra River y me empezó a doler mucho el pie, entonces no viajé con el equipo a Brasil para enfrentar a Flamengo porque no podía caminar. Bagnulo me pidió igual desde allá y viajé a los dos días con (Washington) Cataldi y me infiltraron por abajo y por arriba con seis pinchazos y en el entretiempo otros seis más. Aguanté lo que pude y después ingresó por mí el Tato Ortiz. Ganamos 1-0 con aquel golazo de Jair de tiro libre. Al regreso (el médico Walter) Rienzi me dijo que lo mío capaz que era gota y me dio un medicamento. A los dos días se me fue el dolor. Tenía gota. Por eso, después pude jugar las finales”, explicó Saralegui a Referí.
Salir campeón de América “fue lo máximo que me pasó como jugador. No lo podíamos creer porque fue un torneo que fuimos de menos a más con rivales muy complicados como River, San Pablo, Flamengo. Cobreloa era un equipo muy aguerrido. Jugamos mal acá y allá se cerró el partido y terminamos con esa jugada e Venancio en la hora. Fernando (Morena) era un predestinado. No había tocado la pelota en casi toda la final y anotó ese gol”.
"El que fue un revolucionario fue el profe (Jorge) Kistenmacher, que llegó para ganar la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental 1982. Nos cambió todo. Entrenábamos con la pelota en la mano y te hacía correr y no te dabas cuenta. Armó una cancha de golf en Los Aromos. El fútbol de antes era de vida o muerte, pero tenés que prepararte para ganar”, explica Víctor Diogo.
Recuerda además: "Estábamos fuertes y era la hora de ganar la Libertadores y la Intercontinental. Un grupo espectacular, con grandes conductores".
“Tuve el privilegio de poder vivirlo y nadie te lo quita, no se compra en la esquina. La unión del grupo, la fortaleza mental, física. Habíamos vivido un año muy difícil antes de que llegara Fernando (Morena). Estábamos 10 puntos atrás y fuimos campeones en 1981 e invictos en 1982. Cuando en la Copa le ganamos 1-0 a Flamengo en Maracaná, entramos y el ruido era tanto que no nos escuchábamos entre nosotros. Me acerqué a Mario (Saralegui), que jugaba infiltrado, y le dije: ‘No te asustes que estoy acá atrás’. Siempre hacía bromas para descontracturar. Cuando terminó, (Washington) Cataldi y (José Pedro) Damiani salieron abrazados festejando. Fue una de las cosas que me llamó la atención”, explica.
Daniel "Coquito" Rodríguez recuerda que el consejo de Fernando Morena previo a esa Copa Libertadores de 1982.
Cuenta que Morena fue su “padre futbolístico, me guió, me enseñó cómo moverme en el fútbol y fuera de él. Lo primero que me dijo fue: ‘Coquito, cuando tengas un pesito, lo primero que tenés que hacer es comprar una casa, nada de coches. No solo a mí, a Bossio y a otros”.
Venancio Ramos cuenta que esa Copa Libertadores 1982 fue muy especial. "Nos cambió la vida a todos. Esa victoria fue algo maravilloso. Peñarol fue trabajando ese título, porque cuando llegué en 1977, empezó a utilizar a los jugadores para llegar a 1982. Tenía a Diogo, faltaba un golero, llegó Gustavo Fernández porque se lastimó Álvez, el Indio con estirpe, llegó el Tano Gutiérrez con su capacidad y juventud, Juan Vicente Morales, otros que seguían como Mario (Saralegui), había llegado Bossio y el acierto de que viniera Jair. Arriba, llegó Ernesto (Vargas) y hacía años que estábamos Fernando y yo. Los entrenadores anteriores fueron preparando a ese Peñarol para que don Hugo (Bagnulo) con su capacidad y sapiencia, pudiera organizar a ese equipo para conseguir ese título y para no ser diferente a la historia de Peñarol, de visitante, en Santiago y en los últimos minutos".
Respecto a la última jugada y su enorme asistencia a Morena para el gol decisivo, dijo: "Si se repasa la jugada, sacó el arquero de Cobreloa, la pelota le quedó al Indio Olivera para que la tirara a la tribuna, pero se la dio a Mario, él a mí, yo piqué y pude correr 40 metros y tener la posibilidad de hacer el pase. Son cosas que no debían haber pasado. Mi marcador y el técnico rival, (Vicente) Cantatore deben haber soñado muchas noches con esa jugada".
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