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La sociedad de la nieve no pudo con Zona de interés y se fue del Oscar 2024 con las manos vacías

La película de J. A. Bayona no pudo con Zona de interés y se va del Oscar 2024 con las manos vacías
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10 de marzo de 2024 a las 21:23

Era previsible, aunque había una pequeña luz de esperanza. ¿Impulsada por la propia historia que contaba la película? Da igual: finalmente La sociedad de la nieve no pudo con la potencia de Zona de interés, la película británica que aparecía como la principal favorita de la noche en sus categorías, y perdió el Oscar a Mejor película internacional.

Antes, ya se había quedado sin el otro premio al que optaba, el de Mejor maquillaje, que fue para Pobres criaturas.

La película de Bayona, que trajo a la Tragedia de los Andes al frente como nunca antes, se fue así de la edición número 96 de los Oscar con las manos vacías, aunque sus protagonistas, tanto los sobrevivientes uruguayos como quienes fueron parte del equipo y estaban presentes en la ceremonia, dejaron varios momentos para destacar.

Enzo Vogrincic, el actor uruguayo que interpreta a Numa Turcatti en la película, por ejemplo, fue uno de los que capturó la atención en la alfombra roja, con un look que despertó elogios y varias fotos en las redes sociales.

El uruguayo de 30 años llegó al Oscar vestido por la casa de moda española Loewe, quien le diseñó un traje a medida y también lo había vestido para los Goya y los BAFTA. Usó una camisa de cuello alto que se pudo ver en la última pasarela de la semana de la moda y además tiene un prendedor con un diseño de la cordillera de los Andes. Su estilista es el catalán Mark Forné. El reloj es Omega y los zapatos de la marca da lujo Louboutin.

Vogrincic llegó junto con Fernando "Nando" Parrado (que llegó con su esposa Veronique), y también se mostraron junto a ellos el director Juan Antonio Bayona y las productoras Belén Atienza y Sandra Hermida.

Así es la ganadora: Zona de interés

De origen inglés pero hablada enteramente en alemán, Zona de interés pone en escena al general nazi Rudolf Höss y a su familia —con destaque para su esposa Hedwig, interpretada por la imponente Sandra Hüller, que este año metió doblete de excelencia con Anatomía de una caída— en el medio del campo de exterminio de Auschwitz, pero separados del terror por inmensos muros coronados por alambres de púa. Dentro de esos límites, donde crecen las flores, vuelan las abejas, los niños toman clases y las fiestas en la piscina se suceden, los Höss llevan adelante su vida y su hogar, mientras el patriarca atiende los deberes inherentes a su puesto. Él responde directamente a los altos mandos y está haciendo un buen trabajo. Es 1943, Auschwitz es especialmente efectivo y el Führer está contento.

La casa funciona como una cápsula. Con planos fijos que evocan a una especie de Gran Hermano del espanto, somos testigos de la mundanidad de Hedwig, de sus hijos, de las conversaciones entre las criadas, de las disputas conyugales, de los entretelones de una familia y sus bemoles. Como si nada pasara. Pero pasa. Y a veces, de fondo, se cuela el resto: el sonido de órdenes violentas, tiros lejanos, los perros que ladran rabiosos, un estruendo que hace añicos la sensación de abstracción.

Pero la oscuridad de lo que sucede del otro lado del muro no permea únicamente a partir del sonido: está en la ropa de los judíos gaseados que la familia Höss se reparte después, los dientes de oro con los que juegan los niños —quizás, uno de los detalles más terroríficos: ellos no están totalmente alienados frente a lo que pasa ahí afuera—, esas cenizas que, de repente, el propio Rudolf tiene que limpiar de su cuerpo cuando llega a su casa después de una salida de campo con sus hijos. 

El Holocausto ha tenido infinitas versiones en el cine, pero pocas veces ha sido retratado con la crudeza aséptica de la que hace gala Zona de interés. Es una película fría en sus formas, en sus tonos, en las interacciones entre sus personajes, y todo se potencia por esa intención casi voyeurística que plantea desde la puesta en escena, y que se refuerza por los casi nulos primeros planos que toma la cámara de Glazer. Lo que se ve es siempre distante, casi tanto como la relación que los habitantes del hogar Höss tienen con el humo de los hornos que se eleva en el horizonte.

Y, sin embargo, pocas producciones sobre el tema han sido tan contundentes y aplastantes como esta.

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