Desde que se impuso por amplio margen, Arévalo y su partido han sufrido un constante acoso judicial por parte de la élite que gobierna desde hace décadas.

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La derecha retrasa la asunción de Arévalo como presidente de Guatemala y crece la tensión

La futura oposición obstruye la jura de los diputados afines al mandatario electo. Ciudadanos y observadores cierran filas ante la posibilidad que impidan la jura presidencial
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14 de enero de 2024 a las 18:53

El socialdemócrata Bernardo Arévalo, quien debe asumir hoy la presidencia de Guatemala tras meses de maniobras judiciales que intentaron impedirlo, ha visto postergada su asunción según lo previsto debido a que la oposición de derecha que ha regido durante décadas el destino del país retrasa la conformación de la nueva legislatura que debe juramentarlo. 
El inicio de la ceremonia de investidura estaba prevista para las primeras horas de la tarde, pero el parlamento unicameral, mayoritariamente de derecha, analiza si permitir a los diputados de Arévalo integrar una bancada como partido o declararlos "independientes".

La comisión parlamentaria, integrada por los conservadores, revisa las credenciales de los nuevos 160 diputados, apuntando a los 23 del partido de Arévalo, el Movimiento Semilla, suspendido temporalmente a petición de la Fiscalía, que lo acusa de irregularidades en su proceso de formación en 2017.

Esto ha aumentado la tensión y retrasado la instalación del nuevo Congreso, que deberá juramentar al sociólogo, exdiplomático y filósofo de 65 años, para un mandato de cuatro años, mediante una sesión solemne en el Teatro Nacional, en el centro de la capital.

Arévalo, hijo del primer presidente democrático de Guatemala, pasó inesperadamente en junio a la segunda ronda presidencial con una candidata conservadora aliada del oficialismo, a quien venció cómodamente con un 60% de los votos por su mensaje anticorrupción.

Desde entonces, Arévalo y el Movimiento Semilla han sido blanco de una ofensiva judicial que el presidente electo denunció como un "golpe de Estado", detrás del que estaría la élite política y económica que por décadas ha regido el país.

La Fiscalía intentó retirarle la inmunidad de mandatario electo, desarticular su partido progresista y anular los comicios, argumentando que hubo anomalías electorales.
La embestida, basada en casos "espurios" según Arévalo, fue condenada por Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea y Estados Unidos, que sancionó a cientos de fiscales, jueces y diputados por "corrupción" y "socavar la democracia".

Como muestra del respaldo, al traspaso de mando asisten el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, delegados de Washington, el rey de España y Felipe VI; además de los presidentes de Colombia, Chile, Honduras y Panamá.

A la espera de la investidura, cientos de indígenas marcharon por el centro de la capital en respaldo a Arévalo y en "defensa" de la democracia.
Arévalo sustituirá al derechista Alejandro Giammattei, quien ha sido vinculado al llamado "pacto de corruptos" y durante cuyo gobierno se exiliaron decenas de fiscales, jueces y periodistas que denunciaron actos de corrupción.

El futuro presidente de Guatemala reconoce que afrontará enormes desafíos pues las "élites político-criminales, al menos durante un tiempo, seguirán enquistadas" en poderes del Estado.

Arévalo le pedirá esta semana la renuncia a la fiscal general Consuelo Porras, a la cabeza de la ofensiva judicial, pero analistas no descartan que la Fiscalía continúe la persecución y solicite al Congreso retirarle la inmunidad de presidente.

"Estará bajo acoso permanente. Su mayor desafío es responder al deseo de la gente: no ser gobernada por el pacto de mafiosos. Tiene que desarticularlo para poder gobernar", consideró el analista Manfredo Marroquín.

En la plaza capitalina frente al Palacio Nacional, desde cuyo balcón el nuevo presidente debería saludar hoy, Pedro Bernal, agricultor indígena de 45 años, comentó que "los corruptos no han querido soltar el poder porque no quieren que los fiscalicen ni ir a la cárcel".

La Guatemala que Arévalo hereda ocupa el puesto 30 de 180 países en el ranking de corrupción de Transparencia Internacional y con 60% de sus 17,8 millones de habitantes en la pobreza, uno de los índices más altos de América Latina.

Decenas de miles emigran cada año a Estados Unidos en busca de trabajo y huyendo de la violencia de pandillas y narcos. "No está todo en sus manos, no esperamos un cambio cien por ciento, pero que sí cumpla lo que ha dicho", declaró Hellen Chua, universitaria de 18 años.

Arévalo dijo el sábado que "lo más urgente" es recuperar las instituciones "cooptadas por los corruptos", pero "lo más importante" es trabajar por el desarrollo social en el ataque a la pobreza. Para ello, nombró un gabinete de 14 ministros. Sin embargo, fue criticado por algunos seguidores por incluir figuras del sector privado, o vinculadas con gobiernos pasados, y sólo una indígena.

Hijo de Juan José Arévalo (presidente de 1945-1951), impulsor de reformas sociales, nació en Montevideo y vivió de niño en Venezuela, México y Chile, en el exilio de su padre tras el golpe de Estado orquestado por Washington en 1954 contra el progresista Jacobo Árbenz. Arévalo es políglota y amante del ajedrez, padre de tres niñas y está casado con la médica Lucrecia Peinado, quien a su vez tiene tres hijos.

(Con información de AFP)

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