“Incremento dramático” de las fracturas de cadera en Uruguay: los casos de Topolansky y Borrás y los riesgos asociados

El suyo fue un caso público, pero, paradójicamente, involucra una tendencia poco conocida: el “incremento dramático de la incidencia de las fracturas de cadera a partir de la mediana edad” y que, en una sociedad uruguaya cada vez más envejecida, serán cada vez más frecuentes. Porque cada 100 mil mayores de 50 años que hay en el país, existen entre 235 y 391 que padecen este tipo de fracturas, revela un estudio de la Clínica de Traumatología y Ortopedia del Adulto de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.

Esta tendencia, advierte la investigación, tiene secuelas en la calidad de vida de las personas afectadas y de su entorno que debe lidiar con recuperaciones prolongadas. Tiene impactos en la atención sanitaria con retrasos que a veces superan la semana hasta la operación. Tiene consecuencias millonarias que incluso “sorprendieron” a los investigadores: el país destina unos 20 millones de dólares cada año para el tratamiento de esta patología.

“Hay gastos de materiales que, si bien son elevados, no hacen la diferencia: un implante oscila entre los 200 y 400 dólares. Pero los días de internación, los cuidados, las demoras, los tratamientos posteriores elevan a más de US$ 4.000 el trabajo con cada paciente. Es un disparate”, dijo a El Observador Rogelio Rey, profesor agregado de la Clínica de Traumatología y uno de los autores de la publicación universitaria.

“Estos son los costos de una sociedad en la que somos cada vez más viejos”, reflexionó Topolansky en diálogo con El Observador.

Pero por sobre todas estas consecuencias, las poco comentadas fracturas de cadera son el desencadenante de muchas patologías que estaban controladas y que llevan a la muerte. Este miércoles se anunció el fallecimiento de Omar Borrás, quien fuera entrenador de la selección uruguaya de fútbol. Hace una semana se había quebrado la cadera. Y aunque el desencadenante de la defunción no es lineal, su caso entra en la triste estadística de que el 30% de las fracturas de cadera acaban en muerte: una diabetes que se descontrola, una hipertensión que trepa, un trombo a la altura de los pulmones, un infarto…

Una mujer de más de 79 años es, según el estudio de la Udelar, el caso más repetido de paciente con fractura de cadera. ¿Es casual? “No, porque detrás de muchas de esas fracturas, que por lo general son tras un accidente doméstico, está la osteoporosis que afecta más a las mujeres adultas”, explica Rey.

Una de cada tres mujeres a partir de los 50 años tiene osteoporosis. “Es una enfermedad mucho más frecuente de lo que se imagina y cuya prevalencia va aumentando con la edad: al punto que en Europa hay estudios que hablan de que la mitad de las mujeres la padecen tras los 75 años y es la principal causa de fractura en las octogenarias”, explicó a El Observador la reumatóloga Renee Souto, presidenta de la Fundación Herrera Ramos, dedicada a la prevención de las patologías reumatológicas y que está liderando un estudio de los factores de riesgo de la osteoporosis en el primer nivel de atención. En los hombres la afectación también es elevada, peor en menor medida: uno de cada cinco a partir de la mediana edad.

La osteoporosis es la pérdida de masa ósea, por lo cual los huesos se debilitan. Para graficarlo se vería así: hasta los 25 años, salvo que haya una complicación, los huesos se van fortificando y aumentado su masa. Hasta los 45 años mantienen esas fortalezas. Y a partir de entonces empiezan a destruirse y a hacerse cada vez más porosos (más agujereados). 

Pero si bien “es una enfermedad que se manifiesta en la adultez, se gesta en la niñez”, advirtió Souto. El consumo de corticoides por tiempo prolongado (léase más de 15 miligramos diarios de prednisona por más de tres meses), aumenta las chances de osteoporosis. La falta de fijación de calcio (por no consumir lácteos o por bajos niveles de vitamina D), también. El sedentarismo debilita más rápido los huesos. También la menopausia precoz, cuando antes de los 42 años la mujer cambia su sistema hormonal y por tanto el calcio no se fija en los huesos.

Es por eso que este jueves, jornada en que se conmemora el Día Internacional de la Osteoporosis, Souto recordó que “con esta enfermedad acontece como las cuentas bancarias: es invertir desde la infancia para que esa cuenta tenga el suficiente respaldo a la hora en que envejecemos, y cuando envejecemos tenemos que chequearnos y ser más cuidadosos que nunca”.

La vitamina D, como le prescribieron a Topolansky, está cada vez más extendida entre la población adulta uruguaya. No es extraño: la vida de oficina, sedentaria y la prevención de las enfermedades de piel hacen que los humanos tengan cada vez menos exposición a los rayos solares, los responsables de dotar al cuerpo de esta vitamina. Pero, a la vez, a partir de los 50 años los receptores de la piel para esta vitamina también se debilitan, por lo cual los niveles idóneos muchas veces no se alcanzan siquiera exponiéndose al sol.

Este fármaco, en combinación con calcio y con bisfofonatos, son el tratamiento habitual para darle un revés a la osteoporosis avanzada. El problema, advierte el traumatólogo Rey, es que “los bisfofonatos hacen tan duros al hueso que, si se pasa de dosis o no se controla, hace que puedan quebrarse por esa dureza adquirida”. Es como la analogía del viento: la espiga de trigo, por su flexibilidad, tiene menos chances de quebrarse con una ráfaga de viento que una planta dura.

Cinco pasos para tener huesos sanos y un futuro libre de fracturas

1. Realizar actividad física periódica. Son preferibles los ejercicios con peso, los ejercicios para fortalecer los músculos y aquellos para entrenar el equilibrio.

2. Garantizar una dieta rica en nutrientes saludables para los huesos . Lo más importante para la salud ósea es el calcio, la vitamina D y las proteínas. La exposición segura al sol lo ayudará a obtener suficiente vitamina D. La IOF recomienda suplementos de vitamina D a las personas en riesgo y a los adultos mayores, a partir de los 60 años, como medida de protección contra caídas y fracturas.