El presidente de Argentina, javier Milei, y la premier de Italia,  Giorgia Meloni.

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Hazte la fama: Milei en Europa

El triunfo del presidente argentino ha logrado que figuras como Isabel Díaz Ayuso, Santiago Abascal, Volodimir Zelensky o Giorgia Meloni destacaran su protagonismo. La derecha internacional, a diferencia de la izquierda, no ha logrado confluir en un bloque compacto para defender sus intereses comunes.
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13 de febrero de 2024 a las 15:42

Hace unos días, el director de El Observador España, Fernando González, entrevistó a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, quien en forma enfática afirmó que el presidente argentino, Javier Milei, era un personaje de moda en la política europea.

Expresiones semejantes se vieron reiteradas por las repercusiones de su triunfo electoral y luego por sus viajes, tanto al Foro de Davos, como a Israel y a Italia en este último fin de semana, adonde la primera ministro italiana, Giorgia Meloni, afirmó que era “una personalidad fascinante”.

¿Milei está de moda en Europa?

Hay varias respuestas para eso. Para empezar, todo político que gana elecciones, que lo hace de forma inesperada, rompiendo tradiciones históricas y con un porcentaje no habitual de apoyos populares, goza de una “luna de miel”, que no solo disfruta él mismo y su gobierno, sino que también puede extenderse a quienes se acercan a él y son alcanzados por su bendición.

Son esos primeros tiempos, antes de que aparezcan los verdaderos problemas, cuando propios y extraños se suben al carro del ganador para ver si pueden tomar un poco del prestigio y del reconocimiento que parecen sobrarle al celebrado personaje de turno. 

En el caso de los políticos europeos, ese aroma a victoria atrae, sobre todo, a aquellos que están en la oposición, y que de alguna manera quieren proyectar que el ganador, en este caso Milei, también podrían ser ellos, y avisan a votantes y a partidos rivales que eso puede ocurrir sin importar lo que diga la historia o las quinielas y mucho menos las encuestas.

Incluso se podría argumentar que la fama de Milei (como también su triunfo electoral) se debe en gran medida al excelente manejo de la comunicación personal, su comprensión del fenómeno de las redes sociales e, incluso, el propio carácter “mediático”, locuaz, expresivo y siempre al borde de la explosión.  

Pero también hay otras razones para la popularidad del argentino fuera de sus fronteras. Y no todas tienen que ver solo con el manejo de la imagen o por la necesidad de terceros de apropiarse de parte de un éxito coyuntural. 

Un punto no menor es que Milei es un líder latinoamericano que logra llegar al gobierno en tiempos que la izquierda parece dominar la mayor parte del continente.

Además, proviene de un país como Argentina, muy cercano a las tradiciones europeas, particularmente a las españolas, y donde el poder en las últimas décadas estuvo en manos del kirchnerismo, una izquierda populista aliada de Podemos y Pedro Sánchez. 

Esto podría explicar que el triunfo de Milei fuera música para los oídos de Díaz Ayuso, y también para los de Santiago Abascal, otro gran celebrador de la victoria del argentino y quien primero le dio un lugar público ante la audiencia política española. Por eso, el líder de Vox fue invitado especial a la asunción presidencial en Buenos Aires.

Para la premier italiana, en cambio, Milei representa la posibilidad de volver a ser protagonista en América Latina a partir de una relación estratégica con Argentina, construida sobre las coincidencias ideológicas de ambos mandatarios y que expresaron en público esta semana, pero también en ocasiones anteriores.

Esto puede potenciarse porque, a la inversa, la relación con España, la “entrada natural” de Argentina en Europa, no atraviesa su mejor momento.

A esto se suma que, en la última década y un poco más, los pocos líderes de la derecha latinoamericana que llegaron al poder y tuvieron algo de repercusión internacional, con excepción del hoy declinante Bolsonaro, no se han sentido muy cómodos encasillados en esa parte del arco político. Mucho menos interviniendo en disputas o debates ideológicos. 

Este fue el caso de los moderados Mauricio Macri, Sebastián Piñera o el actual presidente uruguayo Luis Lacalle Pou. 

Incluso del mismo Bukele, que además de provenir de las filas de la izquierda, no sale mucho de la agenda de interés en su país. 

Javier Milei no sólo no rehúye, sino que se sumerge gustoso en los debates ideológicos. 

Eso se reflejó particularmente en el discurso de Davos, donde apeló a cuestiones que no son propias del debate político argentino como las relacionadas a la Agenda 2030 y que encuentran mucha repercusión en la política y los medios de comunicación europeos. 

El presidente argentino hace años que viene encarnando las ideas de la llamada “nueva derecha”, cuyos principales voceros, como Agustín Laje, definen que el cambio social al que apuntan no puede lograrse sólo a través de mejoras económicas, y apelan a la “batalla cultural”, adaptando algunos de los conceptos acuñados por el marxista Antonio Gramsci.

En el caso del presidente libertario, además, hay una militancia previa en las redes internacionales de la derecha. 

Esto ya lo hacía más identificable por sus pares europeos, logrando que adversarios como Volodímir Zelenski y Viktor Orbán se encontraran y hablaran en la asunción del presidente sudamericano.

De hecho, Milei forma parte del Foro de Madrid, cumbre de líderes y organizaciones que se oponen frontalmente al Foro de San Pablo, el célebre espacio de articulación de la izquierda y parte del poder en las sombras en la expansiónde sus referentes latinoamericanos. 

El ahora presidente argentino, junto a su hoy vicepresidente Victoria Villarruel, firmaron en 2020 la llamada “Carta de Madrid: en defensa de la libertad y la democracia en la Iberosfera”, que aboga por defender el estado de derecho frente al avance del comunismo en Iberoamérica.

Además de la dupla presidencial argentina, firmaron la carta el mencionado Abascal, el chileno Jose Kast, derrotado en las elecciones por Boric, el expresidente paraguayo Horacio Cartés, la proscripta política venezolana María Corina Machado, la disidente cubana Rosa María Payá y el brasileño, Eduardo Bolsonaro, hermano del expresidente. 

Posiblemente la mayor originalidad de Milei es que puede aglutinar tras su persona a amplios sectores de la derecha, como los mencionados Díaz Ayuso y Abascal, Zelenski y Orbán, que tienen serias dificultades para encontrar espacios comunes de diálogo. 

Mientras que la izquierda posee el Foro San Pablo, el Grupo de Puebla y la Alianza Progresista, espacios trasnacionales donde expone sus coincidencias por sobre sus diferencias, la derecha no ha logrado replicar ese modelo. 

Incluso, en muchos casos, las derechas moderadas han preferido acercarse a la socialdemocracia antes que a sus pares más extremistas. 

El efecto Milei hace festejar a unos y a otros, por lo menos por ahora, mientras le dure el perfume del triunfo, la aureola del éxito y que los problemas nacionales y la cruda realidad no lo arrojen al bulevar de los sueños rotos.

 

 

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