Uruguay es “la Suiza de América”. Lo definió un periodista estadounidense en la década de 1920, ante su asombro porque este pequeño país quedaba por fuera del delirio social del resto de la región. El diario El Día —del entonces gobernante batllismo— se hizo eco y amplificó el rótulo. Un siglo después, el letrero de la “nación excepcional” sigue siendo orgullo de los uruguayos y los políticos del establishment se inflan el pecho cada vez que sale un ranking internacional. Y una nueva edición del Barómetro de la Américas —una de las mayores encuestas de opinión pública del continente— abona a ese imaginario. Es el país con más apoyo a la democracia, con menos percepción de corrupción, con más confianza en el voto para cambiar la política. Pero…
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