Zbonimir Boban, un histórico de Croacia

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En Croacia todo se explica con fútbol

La guerra de la independencia y su vinculación con el deporte
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14 de julio de 2018 a las 05:00

Alcanzar la final del mundo por parte de Croacia tiene una carga simbólica muy grande. Pase lo que pase el domingo, nadie le puede quitar el rótulo de ser la selección balcánica que llegó más lejos en la historia del fútbol. Incluso se instaló el debate si un eventual vicecampeonato del mundo no sería la mayor gesta que aquella Copa de Campeones de Europa ganada por el Estrella Roja de Belgrado en la temporada 90/91. Otra vez, croatas de un lado, serbios del otro.

Felipe Fernández
Especial para Referí

En los balcanes todo se puede explicar con fútbol, o con algún otro deporte. La guerra de independencia de Croacia comenzó con una patada que Zvonomir Boban le pegó a un policía yugoslavo en la previa a un partido entre Estrella Roja y Dinamo Zagreb, que nunca pudo comenzar. Era mayo de 1990. Tres meses después de ese incidente, Tomás Sakic, un argentino hijo de croatas, entró a la cancha de básquetbol de Luna Park a festejar con una bandera croata el título mundial obtenido por Yugoslavia. La historia es conocida, el serbio Divac tironeó quitándole la bandera, algo que hizo enojar a su compañero de equipo croata Petrovic. Y los que hasta ese momento habían sido hermanos, se volvieron enemigos irreconciliables.

En la antigua Yugoslavia la nacionalidad se construye a través de la religión. Los católicos son croatas, los serbios ortodoxos y los bosnios musulmanes. Un bosnio ortodoxo suele ser un serbo-bosnio y un bosnio católico es casi un croata. Como el actual entrenador Zlatko Dalic, que nació en Bosnia, pero su carrera como jugador la realizó en Croacia. Alguna vez contó que en 1998 viajó como aficionado al mundial de Francia. En aquella semifinal donde Francia venció a Croacia, Dalic estaba en la tribuna y Deschamps en la cancha como capitán.

Ese nacionalismo croata tiene algunas expresiones controvertidas, cuando el zaguero Lovren se filma en el vestuario cantando Bojna Cavoglave, una canción de la banda croata Thompson, está reivindicando la lucha croata contra las fuerzas serbias en la década del 90. Pero esa canción comienza con una expresión "Por la patria, ¡listos!", lema usado por el régimen Ustacha, un movimiento fascista extremo que gobernó durante los años del Estado Independiente de Croacia entre 1941 y 1945. Incluso durante esos años, la federación croata de fútbol se asoció a la FIFA y su selección jugó una serie de amistosos.

Dominik Vukoja es un croata que se crió en Viena y juega al fútbol en un equipo de la capital austríaca. En diálogo con Referí contó que "el nacionalismo es muy fuerte en Croacia" y son "unos pocos los que no simpatizan con los Ustacha", la organización terrorista nacionalista. "Para ellos es una expresión de patriotismo", dijo. Por su parte Novak Djokovic, el serbio más conocido del mundo, declaró publicamente que apoyará al equipo croata. Inmediatamente salió un legislador del gobernante Partido Progresista Serbio a declarar que "solo un idiota podría apoyar a Croacia". El presidente serbio Vucic no escondió su deseo que Rusia hubiera vencido a Croacia en el cruce de cuartos, algo más entendible sabiendo el apoyo ruso a Serbia en cuestiones como la de Kosovo. Incluso el diario serbio Blic se preguntó en su tapa la pregunta si un serbio debería hinchar por Croacia.

Las relaciones entre los vecinos nos son fáciles, y hay recuerdos todavía muy frescos en la memoria de uno y otro lado. La Guerra de los Balcanes fue un conflicto con muchas violaciones a los derechos humanos y limpiezas étnicas en muchas de las zonas afectadas. Modric, cuyo ídolo fue Boban, Lovren, Mandzkukic, Rakitic (que nació en Suiza), son algunos de los jugadores integrantes del plantel mundialistas, que se vieron desplazados por las guerras. Una nota de la agencia AFP cuenta que en un torneo entre escuelas de fútbol de Belgrado se decidió que fueran representadas las 32 selecciones mundialistas, para evitar herir sensibilidades, los niños que jugaban por Croacia usaron camisetas negras y blancas, nada de rojo, azul y blanco.

En los balcanes todo se explica con fútbol, y poder presumir de haber jugado una final del mundo es algo que en el barrio no va a ser difícil de olvidar.

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