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El karate y el jiu jitsu también son para mujeres

Magdalena Castillo y Romina Cestari son las mujeres uruguayas más destacadas en karate y jiu jitsu, tradicionalmente reservados para hombres y donde la lucha física es fundamental
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28 de octubre de 2018 a las 05:01

Una puerta marrón sobre la calle General Palleja. Una puerta marrón como cualquier otra sino fuera por unas letras blancas que dicen: Actitud Jiu Jitsu. Esas letras hacen que esa puerta sea la entrada a un Dojo, cuyo nombre es actitud, pero también su declaración de principios.  

Allí entrena Romina Cestari, atleta de Jiu Jitsu, la primera uruguaya medallista de oro panamericana. Tiene mucha actitud, toda dentro de su 1.45 cm, de andar rápido y hablar acelerado producto de un entusiasmo desbordante. Casi lo contrario a Magdalena Castillo, la primera uruguaya en ser medallista de oro en karate, de tono suave y actitud serena. Romina debería competir en la categoría hasta 49 kilos, pero prefiere subir el nivel y pelear contra atletas de hasta 55 kilos, misma categoría de Magdalena en Karate. Ambas llegaron a donde nunca antes llegó otra mujer. Porque, al decir del tenista Andre Agassi, “para llegar donde nunca llegaste, no sueñes tu vida, vive tus sueños”.  

Son dos mujeres destacándose en deportes de combate, algo que no pasa desapercibido cuando se presentan. O no pueden evitar que sea la primera pregunta en muchas de las entrevistas

¿Por qué karate o jiu jitsu?  
Y en realidad ¿Por qué no? 
¿Por qué creen que llama tanto la atención?
Romina dice: “El hombre tiene que jugar con autitos y hacer deportes de combate, las mujeres tienen que ser princesas”.
Magdalena acota: “No está dentro de la cultura deportiva del país. Yo salgo de Uruguay y hay muchas más mujeres que hombres haciendo karate”.   

Claudio Tamburrini es un ex arquero y filósofo deportivo argentino. En su libro ¿La mano de Dios? se explaya en algunas cuestiones del deporte femenino y su vinculación con la masculinidad. Se parte de la base que la inmensa mayoría de los deportes fueron inventados por hombres, y como tal están pensados para resaltar aptitudes vinculadas a lo masculino: fuerza, velocidad, resistencia, potencia. Desafiar esos paradigmas es un combate a dar por fuera de un tatami.  

“Sabemos pelear pero no somos superhéroes” dice Magdalena que debe aclarar cada vez que alguien dice “contigo no me peleo” o “vos seguro le ganas a cualquiera en una pelea”. 
Como si no fuera obvio, Magdalena aclara “no es lo mismo una pelea en la calle que una para competir. Yo entreno en base a la competencia, en la calle no hay reglas, no existe Karate o Jiu Jitsu”.  

Romina va en la misma línea: “Lo primero que nos enseñan en defensa personal es ‘si se puede evitar la confrontación y salir corriendo, hacerlo’ es la primera opción, y la más eficiente”. Además agrega: “Hoy en día la mayoría de personas que quieren hacerte daño no tienen nada que perder, y vos sí. Prefiero evitar la situación que pasar un mal momento”.

A los primeros que hay que convencer es a la familia. Porque el “mamá, papá, voy a hacer un deporte de combate”, no esfácil. En el caso de Magdalena les ganó por perseverancia. “Mis padres lo aceptaron rápidamente. Pero el resto de mi familia hizo un click cuando empecé a competir internacionalmente porque se dieron cuenta lo que me gustaba y el esfuerzo que llevaba” cuenta. 

La madre no podía entender cómo iba a sumar un deporte más a los tantos que ya hacía,  pero Magdalena prometió deberes finalizados antes de la noche y otras dispociones maternas que cumplió con gusto al darse cuenta que el karate era su pasión. 

Romina se encontró con el Jiu Jitsu en una clase de geografía. Su profesor era Gastón Bentos, que en el liceo 55 había acondicionado un galpón para enseñar las básicas de esta arte marcial. 

Romina iba al 55 porque una pelea la había desplazado del liceo 30. Justamente comenzó jiu jitsu pensando que podía utilizar para defenderse, pero  fue todo lo contrario: “Me cambió la mente, nunca más me pelee con nadie” dice Cestari.  

El Jiu Jitsu le cambió la vida, una frase que a veces se dice muy a la ligera, y que en esta ocasión tiene un significado muy profundo. “Me enseñó que el mundo no se termina en el barrio”, reflexiona Romina casi como si fuera una de esas enseñanzas orientales dichas por un sensei. 

Su camino comenzó en el liceo, pero la llevo rápidamente a otros dojos donde aprendió mucho. Ahora vuelca lo aprendido en algunos encuentros en Los Pinos, Jubilar o el propio liceo que la vio dar sus primeras patadas. 

Magdalena es de Maldonado, pero el karate la obligó a mudarse a Montevideo. Su deporte tiene una dificultad agregada,  ya que no conviene demasiado pelear con rivales directas para cupos clasificatorios a competencias. Nunca hay dos peleas iguales, y pelear una vez significa mostrar tus cartas, descubrir tus técnicas.  

“Te estudian mucho, después que salí campeona sudamericana tuve que cambiar mi forma de pelear. Tenés tu base pero cada estrategia es totalmente distinta, por eso es tan difícil mantenerse en el podio” dice Magdalena que, por ejemplo, no sube videos de sus peleas a las redes sociales, pero cuenta que las competidoras brasileñas tienen cinco cámaras filmando cada combate para estudiarlo después.  

Ser únicas en sus disciplinas tiene algunos inconvenientes, como por ejemplo la casi nula competencia interna. Para Romina hay cosas a favor y otras que no: “No tenemos casi competencia nacional y hay que competir con hombres. Es una ventaja porque estoy acostumbrada a pelear con hombres que son todos más grandes que yo. Una desventaja es que no tengo gente de mi categoría para pelear”. 

Pero sin embargo hay algo que las diferencia: el karate es un deporte olímpico y el jiu jitsu no. Magdalena explica algunas ventajas: “Al entrar en el programa olímpico, aquellos que nunca vieron karate ahora quizá vean un combate”. 

Debutará en los juegos olímpicos de Tokio 2020, pero la clasificación se antoja algo difícil. “Para clasificar a los JJOO tenés que estar dentro de los ocho primeros del ranking y los puntos para ese ranking se hacen solo en torneos europeos” cuenta Magdalena. 

Romina y Magdalena comenzaron en sus deportes sin tener ninguna mujer referente, nadie para usar de espejo. Ambas son conscientes que ellas serán ejemplo de las niñas que vienen. 

Romina tiene claro el mensaje que le gustaría dejar: “A pesar de no tener los recursos pude salir adelante. Está bueno que los que están en la misma situación que la mía puedan saber que no necesitas todos los insumos, que todo sea color de rosa para salir adelante. Con un panorama totalmente negativo uno si quiere y acepta las oportunidades puede llevarlas adelante”.  

Magdalena Castillo

Deporte: Karate
Edad: 24
Ciudad: Maldonado
Campeona sudamericana 2017
Bronce en Copa Iberoamericana, Santiago 2018
Comenzó en el karate inspirada por la película Karate Kid. No es que antes no hiciera deportes, es más: los hacía todos. Pero a los 15 se decidió solo por el karate bajo las órdenes del Sensei Pino Píriz. 

Romina Cestari

Deporte: Jiu Jitsu
Edad: 22
Ciudad: Montevideo
Campeona panamericana 2018
Bronce en el mundial, Bogotá 2017 
Campeona sudamericana 2016
Probó con el básquetbol, desafiando su estatura, pero en cuanto conoció a Gastón Bentos, profesor de geografía del liceo 55, que además había acondicionado un galpón en el liceo para practicar jiu jitsu, supo que ahí se debía quedar, o comenzar. Con el atrevimiento que la caracteriza, un día  se apuntó a un entrenamiento con Gregory Vallarino, cuando aún no tenía ni un mes de experiencia. Busca participar en su segundo mundial de la especialidad. Para colaborar con el presupuesto de Romina en el mundial de Malmö en noviembre tiene a disposición la cuenta Abitab 92239.
En uno de sus pies se lee “Vive tus sueños, no sueñes tu vida”. Un buen resumen de su actitud. 

Frases

"No tenemos casi competencia nacional y hay que competir con hombres. Es una ventaja porque estoy acostumbrada a pelear con hombres que son todos más grandes que yo. Una desventaja es que no tengo gente de mi categoría para pelear”
Romina Cestari
Combatiente de ju jitsu

"Mis padres lo aceptaron rápidamente. Pero el resto de mi familia hizo un click cuando empecé a competir internacionalmente porque se dieron cuenta lo que me gustaba y el esfuerzo que llevaba”
Magdalena Castillo
Combatiente de karate

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