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El corazón en los pedales

El periodista y escritor italiano Dino Buzzati escribió sobre el famoso Giro d'Italia de 1949 y la épica batalla entre Fausto Coppi y Gino Bartali. La editorial Gallo Nero reunió las crónicas y la publicó en un libro que se llama justamente El Giro de Italia
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20 de junio de 2015 a las 05:00
Dino Buzzati era ya un autor consagrado en la Italia de posguerra cuando en 1949, el Corriere della Sera, el diario para el que trabajaba desde hacía dos décadas, lo envió a escribir sobre el Giro d'Italia.

Ya había escrito El desierto de los tártaros y Barnabo, había viajado como corresponsal de guerra a Etiopía, donde los italianos habían intentado hacerle frente a los aliados en los infinitos desiertos africanos (¿habrá tenido relación una experiencia en otra? Seguramente). Buzzati tenía todo el temple, el talento, la mirada y el bagaje para darles a sus crónicas ciclistas el escalón que las elevara a obras maestras.

Para quienes no hayan podido leerlas en las entregas del Corriere entre el 18 de mayo y el 14 de junio de 1949, la editorial española Gallo Nero, a partir de una idea del escritor Claudio Marabini, las publicó reunidas bajo el título simple y descriptivo de El Giro de Italia.
El libro es una preciosura de 190 páginas, que se dividen en los capítulos breves de cada etapa. A lo largo de todo el relato construido como un puzle narrativo en las jornadas cambiantes, Buzzati mantiene el ojo atento y afilado, y por ende de esa mirada surgen crónicas que sorprenden tanto como producen placer en su lectura.

Por ejemplo, la primera crónica del "enviado" al mayor torneo del pedal italiano y uno de los máximos del mundo comienza y se desarrolla encima de un barco. Buzzati elige el viaje en barco desde Génova hasta Palermo, en Sicilia, donde arrancará la carrera, para describir a los ciclistas en los camarotes y cómo estarán manejando sus nervios e ilusiones.

Como auténtico adelantado al luego llamado "nuevo periodismo", Buzzati centra alguno de sus relatos de etapas en personajes secundarios, en ciclistas menores, en héroes de unos minutos, que se escapan para pasar primeros por sus pueblos y para que las madres y las muchachas queden orgullosas y enamoradas. La presencia del paisaje y de la ruta como elementos de amenaza y como el auténtico enemigo de los humanos ciclistas es constante. A veces, violento; a veces, idílico, el paisaje atraviesa tanto a los competidores como ellos a él. Buzzati describe las nubes y de pronto, cambia el foco y le pone voz a una lejana nube que mira hacia abajo y ve el camino de hormigas del pelotón.

Pero es en los dos protagonistas, los dos duelistas de la bicicleta y de ese Giro, donde Buzzati carga sus proyectiles para seducir al lector, por si todo lo anterior no había funcionado. La batalla de leyenda, de rasgos épicos, entre Fausto Coppi y Gino Bartali,queda estampada por la pluma de Buzzati en un paralelismo homérica entre Aquiles y Héctor. Las sucesivas etapas de montaña (sean estas las Dolomitas, los Apeninos o los Alpes), son luchadas por estos dos protagonistas, cada uno con su estilo, con su clase, con su personalidad, con sus enormes méritos, y con sus flaquezas y debilidades.

Coppi y Bartali eslabonan un combate singular donde el corazón está en los pedales. Toda la masa muscular de cada uno se proyecta hacia una fuerza secreta que reside en esas dos palancas planas que impulsan sus bicicletas en etapas mortíferas, de entre 250 y 300 kilómetros cada una, por carreteras de tierra (muy pocas rutas de Italia estaban asfaltadas entonces), que dejarían a los ciclistas actuales de boca abierta, puesto que hoy se consideran antideportivas por su dificultad.

Ahora los jueces dirán eso, pero en 1949 Coppi, Bartali y el resto de competidores las pedalearon sin chistar, poniendo las piernas y el alma para llegar a la meta. Y gracias a Dios el gran Buzzati estaba ahí mirando, anotando, aporreando una máquina de escribir y publicando cada una de sus palabras. Por supuesto que existen fotos y películas sobre el Giro del '49 pero nada es tan sublime como leer la carrera a través de un criterio tan genial.

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