Comunidades originarias de Guatemala son un bastión en el apoyo al nuevo presidente Bernardo Arévalo que tomará el cargo el próximo domingo.

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El 14, Arévalo asume en Guatemala tras vencer las presiones de golpe de Estado

Con la capital guatemalteca colmada de manifestantes de pueblos originarios y jóvenes movilizados, no cesan las maniobras del presidente saliente y de la fiscal general para condicionar al nuevo mandatario
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12 de enero de 2024 a las 05:01

Micrófono en mano, con sombrero y chaqueta multicolor, un líder indígena llama a los manifestantes, frente a la Fiscalía de Guatemala, a "resistir" hasta el final frente al "golpe de Estado". Esta escena, de una crónica de la agencia de noticias AFP, se repite desde hace una semana en la capital de Guatemala, ante los intentos de la fiscal general María Consuelo Porras, de poner trabas para la asunción de Bernardo Arévalo el próximo domingo.

Porras, en consonancia con el presidente saliente Alejandro Giammattei, orquestó medidas como intentar “suspender” al Movimiento Semilla, la formación que venció en los comicios presidenciales del pasado 20 de agosto con Arévalo al frente de un mensaje anticorrupción y alejado de las élites tradicionales y fórmulas políticas más conservadoras.

Semilla era un partido nuevo y pequeño, sin estructuras territoriales sólidas, con apenas cinco diputados en una Asamblea Nacional de 160 miembros, dominada por los partidos tradicionales. Su triunfo electoral dejó descolocada a la pequeña minoría que domina política y económicamente el país.

Desde entonces, pese a la movilización popular y a las presiones extranjeras, inclusive desde Washington a favor de la institucionalidad democrática, Porras y Giammattei, no pararon de resistir el cambio.

Indígenas y jóvenes son los pilares de Arévalo. Según el centro de análisis Diálogo, en su pase al balotaje el "28% del voto que recibió provino de mesas donde la edad promedio está entre 18 y 29 años". Por su parte, los indígenas mantuvieron firme, desde entonces, su protesta contra esa arremetida de la Fiscalía.

Arévalo, que promete combatir la corrupción para lograr desarrollo social, hace soñar con un cambio en este país en el que los indígenas sufren una exclusión histórica y del que miles de jóvenes emigran a Estados Unidos para huir de la pobreza y la violencia.

Hace 100 días, manifestantes indígenas se apostaron en las afueras del ministerio público para exigir la renuncia de la fiscal Porras y de otros funcionarios. "Malditos golpistas", se puede leer en una de las decenas de pancartas en la concentración.

Poco antes de tomar el micrófono para animar la protesta, Misrahí Xoquic dice a AFP que están allí "en defensa de la democracia". "Nosotros lo que buscamos era frenar ese golpe de Estado que estaban planificando. Seguramente, de no haber sido por el levantamiento masivo de la población, de los pueblos originarios, se hubiera consumado", dijo el dirigente indígena de 44 años.

Xoquic cree que Arévalo debe ser "consciente de todo el sacrificio que hizo la población, sobre todo los pueblos originarios", para evitar el "golpe". Los manifestantes llegan al lugar por turnos desde varias provincias. Se resguardan del sol y la lluvia bajo toldos, muchos duermen en colchonetas y usan una cisterna de plástico para guardar agua. En la "cocina comunitaria" que instalaron, donde se apilan bolsas con víveres, Rosario Jolón, de 50 años, afirma que la Fiscalía comete "abuso de poder" con un "interés profundo" de "impunidad y corrupción".

"El pueblo votó por un partido y eso se debe de respetar", dice Jolón, vestida con un colorido traje de su región indígena de Santiago Sacatepéquez. La movilización, explica Xoquic, se levantará el lunes tras el juramento de Arévalo para entrar en una "fase 2": fiscalizar al gobierno y vigilar las acciones de la Fiscalía.

Pese al apoyo que expresa Arévalo a los pueblos autóctonos, varias organizaciones le criticaron que sólo nombró a una indígena en su gabinete. A las protestas convocadas por grupos indígenas, que incluyeron 21 días de bloqueos de carreteras, se sumaron los jóvenes, quienes llaman a Arévalo, de 65 años, el "tío Bernie".

"La gente está consciente de que si no se defiende el voto va a ser un retroceso para Guatemala de unos 20 o 40 años. No podemos saber cuándo podríamos salir de una dictadura", dice a AFP Isa Paiz, antes de iniciar la transmisión en TikTok. Paiz, comunicadora social de 32 años, es una asidua tiktokera con 36.000 seguidores. "Los jóvenes se dedicaron a informar, a hacer crítica, a hacer esa presión mediática para poder apoyar la democracia", agrega.

Mientras Arévalo prepara su asunción, Giammattei denuncia "injerencias extranjeras" y criticó veladamente a Estados Unidos en un discurso ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) el pasado miércoles, apenas cuatro días antes de entregar la presidencia.

"No podemos cometer el error de prejuzgar y hablar de los temas internos de cada país descuidando la atención que merecen urgentemente los problemas" regionales, como el cambio climático, la lucha contra el narcotráfico o la migración, y "mucho menos castigar a un gobierno que demostró su voluntad política de entregar el poder", se quejó.

Algunos de los estados de la organización "metieron las manos en nuestro país", dijo Giammattei. No especificó cuáles. Tampoco mencionó por su nombre a Estados Unidos, pero lanzó dardos al gobierno del presidente demócrata Joe Biden, con el que mantuvo una relación tensa, especialmente en los últimos tiempos.

La OEA sigue de cerca la crisis política en Guatemala y en los últimos meses criticó los intentos de "impedir una transición pacífica del poder" al progresista Arévalo, quien asumirá el cargo este domingo.

"Le vamos a entregar el poder porque yo no soy quien juzga los resultados electorales, sino que mi deber es cumplir con la Constitución y mi Constitución demanda que yo no me pueda quedar un segundo más del 14 de enero", aceptó finalmente Giammattei.

Cabe consignar que Giammattei renovó el mandato de la fiscal Porras, quien había sido nombrada a principios por el presidente de derecha a poco de asumir. Ella fue quien llevó a cabo las injerencias que los seguidores de Arévalo denuncian como “intento de golpe de Estado”. Porras figura en una lista de “corruptos” elaborada por Washington y, además, todo indica que Arévalo pedirá su renuncia de inmediato a la Fiscalía General de Guatemala.

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