La historia de la natación uruguaya tuvo un antes y un después luego de la irrupción de la estelar figura de la sanducera Ana María Norbis. Muchos recordarán su medalla de plata panamericana en Winnipeg 1967 o sus récords olímpicos de México 1968. Sin embargo, su primera gran gesta internacional la consiguió en el Sudamericano de Lima 1966 donde sus logros fueron históricos aunque luego quedarían opacados por sus éxitos en conciertos mucho más competitivos.
Pero lo cierto es que hasta Lima 1966 ningún nadador uruguayo –hombre o mujer– había logrado una medalla de oro en un Sudamericano.
«Y... yo pensé que iba a andar bien. Cuando bajé el de 100 me quedé... (silencio). Pero cuando me dieron el tiempo de los 200 casi me ahogo, tanto abrí la boca... Y la posta fue maravilloso. Bueno, todo fue bárbaro» (Ana María Norbis a El Diario, tras retornar )
Y la gesta de Norbis, de 18 años, tuvo el valor agregado de los récords continentales conseguidos en las dos pruebas que participó (100 m y 200 m pecho), algo inédito para las damas uruguayas.
El torneo se llevó a cabo en la piscina de Campo de Marte, de Lima, entre el 12 y 18 de marzo.
Uruguay ya contaba con la dirección técnica del argentino Luis Alberto Carranza, quien llegó al país en 1965 contratado por Neptuno y revolucionó la natación nacional por los métodos de entrenamiento que trajo.
«Todos me preguntan hasta dónde puede llegar. ¿Para qué? ¡Puede llegar a lo que ella quiera! Es extraordinaria y me dio una gran emoción» (Luis Alberto Carranza, el entrenador)
Eso potenció a Norbis, talento descubierto por Wilfredo Raymondo y forjado en el club Remeros de Paysandú.
La sanducera ya había participado en Buenos Aires 1962 en 100 m mariposa y 100 m pecho con dos sextos puestos y récords nacionales. Y también en Guayaquil 1964 donde fue medalla de plata en esas dos pruebas y cuarta en 200 m pecho. Además, en ese 100 m pecho estampó en la serie clasificatoria récord de campeonato.
En la jornada inaugural, Norbis marcó 1.21.3 en la serie 1 y bajó el récord sudamericano de la argentina Susana Peper (1.23.0 desde Guayaquil 1964, cuando le ganó el oro a la uruguaya) a quien doblegó al día siguiente en la final con una marca de 1.21.4 contra 1.22.9.
Bajo el título de “Hazaña”, El Diario escribía el 14 de marzo: “(Norbis) Le puso fin a la edad de piedra de la natación uruguaya, por primera vez un competidor de nuestro país logra la hazaña de un título sudamericano, y esto no es casualidad ni superioridad eventual. Esto es fruto de trabajo, de sacrificio, de paciencia, de ansias de superarse. La callada, introvertida, campeonísima Ana María Norbis no tenía pileta para entrenarse en Paysandú. Pero se entrenaba en el río Uruguay. No podía nadar en invierno, pero bajaba a la capital. No podía hallar un incentivo distinto aquí y viajó a Estados Unidos en busca de aprender. Aprender fue siempre su meta, aprender sigue siendo su fin. Ya es la mejor de América, pero todavía, nosotros que la conocemos, sabemos que aún seguirá aprendiendo”.
«Después de Maracaná no recuerdo otra emoción tan intensa como la noticia de los récords sudamericanos de Ana María. Algo inolvidable. Creo que los sanduceros merecemos apoyo para construir la piscina» (Raúl Beceiro, dirigente de Remeros de Paysandú)
El vaticinio se cumplió cuatro días más tarde cuando Norbis tiró el 200 m mariposa.
En la serie puso 2.56.7 y no bajó, sino que pulverizó el récord sudamericano que Peper tenía desde Tokio 1964 (3.00.0). En la final fue robo: 2.56.1 (mejoró su récord continental) contra 3.02.1 de la argentina.
Para cerrar un brillante torneo, Norbis corrió junto a The mis Trama, Elizabeth Mendy y Ruth Apt el 4x100 m combinado donde terminaron con la medalla de bronce. Uruguay logró así su mejor participación en damas en el historial sudamericano (lo mejoraría en Río de Janeiro 1968) con un cuarto puesto.
En su retorno, una multitud la esperó para felicitarla en el aeropuerto de Carrasco.
El Telégrafo de Paysandú encendió la sirena para recibir la caravana con la que llegó a su ciudad. Pero Norbis sorprendió diciendo: “Este Sudamericano era mi último torneo. Sin embargo, luego del triunfo en Lima no sé qué voy a hacer. Les pido disculpas pero no sé”. Por suerte Norbis no dejó el deporte. La historia le reservaba otras páginas de gloria
Lo primero que preguntó Norbis al volver a Uruguay el lunes 21 de marzo fue cómo había salido Peñarol en el clásico del día anterior por la Libertadores (primera fase del grupo III). Cuando le dijeron que había ganado 3-0 estalló de júbilo: “Estoy muerta, hecha pomada, pero no me importa nada porque ganó Peñarol. Yo tenía una bandera de Peñarol en el cuarto y en el palo íbamos colgando las medallas”. Además preguntó por el rendimiento de Pablo Forlán “porque el Boniato es el mejor jugador de Peñarol. Soy aurinegra y a muerte”, afirmó.
Además de la histórica actuación de Norbis, la delegación uruguaya volvió con ocho récords nacionales bajados y otras tres igualados. Pero solo Norbis se subió al podio en individuales más el relevo 4x100 combinado.
Este artículo formó parte de la serie "Campañas" que semanalmente, entre el 27 de marzo de 2006 y 1° de marzo 2010, publicó El Observador en su edición impresa y que en estos tiempos de encierro permitirán recordar las mejores actuaciones de equipos e individuales en todos los deportes en Uruguay
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