Nacional tiró la toalla

Redondeó Nacional una semana traumática. Perdió 3-0 el clásico, quedó eliminado de la Copa Libertadores en el estadio Centenario frente al desconocido Real Garcilaso y el domingo resultó doblegado futbolística y anímicamente por Juventud de Las Piedras.

Ni siquiera el ímpetu que suelen tener los juveniles cuando suben a Primera, sacó al equipo del trance. Arruabarrena armó la oncena plagada de jóvenes: Moreira, Prieto, Santiago Romero, Dorrego, De Pena y Bueno, que es el de más recorrido. Pero no halló el rendimiento.

La culpa no la tienen estos futbolistas, está claro. La tienen los de mayor peso y que no jugaron porque se hicieron expulsar frente a Peñarol: Núñez, Damonte y Díaz. También la tienen los dirigentes, porque que no consiguieron estabilizar el plantel y cambiaron dos veces al entrenador, y la tiene Arruabarrena, que no encuentra ni el equipo ni el funcionamiento.

Nacional no existió en la cancha. En el primer tiempo llegó una sola vez al arco de Berbia y fue de contragolpe. Arrancó De Pena, se juntó con Bueno y el remate de De Pena se estrelló en el palo. La única jugada con pretensiones ofensivas. Muy poco para un equipo que se conformó para pelear la Libertadores y termina el Clausura dando pena.

Para el segundo tiempo el técnico sacó a Dorrego que no trascendió en la mitad de la cancha y puso a Recoba. Pero el Chino por sí mismo no está para dar vuelta los partidos. Sin compañía se pierde, se molesta y termina marcando a los rivales cerca de Bava. Metió algún que otro pase de esos que llevan su sello, pero los delanteros estaban apagados.

Después entró Abreu, porque hasta ese momento, los centros terminaban todos en las cabezas de los centrales de Juventud, una cuestión lógica si los delanteros son Bueno y Sánchez. Ganó una, o dos, el Loco en el aire, pero a esa altura del partido Nacional era una caricatura.

El objetivo para las últimas tres fechas del Clausura, lo dijo el técnico, es mantener el tercer puesto en la tabla Anual para clasificar a la Libertadores del próximo año. Pero si continúa jugando como ayer, será difícil hasta mantener esa desvalorizada meta.

La categoría de uno y otro equipo hace que nos hayamos detenido en el (no) funcionamiento tricolor. Pero ayer en el Centenario, Juventud jugó muy bien. Si encontró a un Nacional desvencijado, dolido, es culpa de Nacional y no del conjunto canario.

Antes del minuto de juego, el equipo de Saralegui tuvo su primera oportunidad. Un remate de Viega que tapó Bava. Otra vez el golero albo se constituyó en figura. En la jugada en que recibió el primer gol, cuando empezaba el segundo tiempo, tapó dos remates a bocajarro de Cavallini; el tercero, de Alonso, terminó adentro. Los demás integrantes de la defensa estaban en la luna, mirando cómo fusilaban a su compañero. En la misma situación andaban cuando Blanes hizo el segundo, para redondear una tarde inolvidable de los pedrenses.