José Luis Rodríguez y Álvaro Paz

Fútbol > COLUMNA DE OPINIÓN

Nacional retrocedió 20 años

Luis Inzaurralde, editor de Referí, analizó el momento deportivo y el modelo de gestión de los tricolores
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28 de noviembre de 2017 a las 15:15
El empate ante Defensor Sporting, que dejó a Nacional prácticamente sin opciones de ganar un título (el del Intermedio no puede considerarse como un logro) y esperando por un milagro para acceder a la definición del Campeonato Uruguayo, sacó a flote las debilidades, que se profundizaron bajo la presidencia de José Luis Rodríguez.

En los últimos 20 años, a Nacional lo hizo fuerte crecer desde abajo e invertir en jugadores muy costosos para el medio y de escaso valor en el mercado internacional, en su mayoría en su decadencia futbolística, pero que le terminaban brindando buenos resultados porque sus rendimientos establecían la diferencia en la competencia local.

El balance entre la renovación y la cuota de jugadores experientes fue regando de éxitos locales el recorrido de los tricolores, y generando los ingresos que promovieron tiempos de bonanza para Nacional.

En toda esa etapa de crecimiento y desarrollo estuvo Daniel Enríquez, el gerente deportivo que se transformó en el realizador del proyecto de Eduardo Ache y que luego extendió Ricardo Alarcón a su manera y con prácticas bien acompañadas de marketing y una mirada más actualizada del fútbol.

Un día, como en todos los procesos de cualquier gestión, Enríquez cumplió su ciclo, y Nacional no encontró en la cúpula directriz ni en sus estructuras gerenciales la forma de sostener el proyecto que había transformado el fútbol del club.

Hoy Nacional no tiene un Suárez ni un Coates, tampoco un Cauteruccio ni a un Fornaroli, tampoco a un Morro García ni a un Pablo Caballero. Porque tampoco el club fue exclusivamente generador de figuras internacionales, también formó futbolistas para actuar en el mercado local y tener cierta trascendencia en la región. Este año Nacional termina la temporada sin futbolistas para proyectar de su cantera, y allí debe plantearse su gran inquietud y preocupación.

Martín Lasarte fue más que un técnico, realizó un buen gerenciamiento del club en el plantel principal –no ganó pero está a tres puntos del primero–, apagando incendios, como los que le generó el presidente con su acuerdo con Fonseca por Rodrigo Amaral. Otro en su lugar se hubiera ido. Y se enfocó en la Libertadores. Apuntó a trascender internacionalmente y se encontró con que el equipo no fue regular, funcionó de a ratos, con muy buenos picos de producción pero que se cayó en los momentos claves, frente a Defensor Sporting (en el cierre del Apertura y Clausura), e hipotecó todo lo que tenía para ganar.

Es preocupante el momento de Nacional y exige una autocrítica dirigencial y gerencial en los niveles deportivos. Están equivocando el camino, con un presupuesto mensual de US$ 1,15 millones (para el plantel principal) es un exceso para el fútbol local. Y el exceso porque se quedó sin jugadores para transferir y se perdió el trabajo de un entrenador con prestigio internacional, como Lasarte, para haber logrado un salto de calidad.

Es tiempo de reflexión. Lo que hagan hoy los dirigentes, que están presionados por las cuentas y las ventas para afrontar las urgencias del momento, definirá el futuro. Y hoy, sin futbolistas de su cantera con proyección, Nacional no tiene futuro. Esa es una realidad a la que el club no estaba acostumbrado.

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