Nacional, fuera de servicio

Lo peor para Nacional no fue que volvió a perder en el grupo 6 de la Copa Bridgestone Libertadores y que firmó su eliminación, algo que el técnico había asumido cuando hace una semana viajó a Medellín con una formación de alternativa para jugar ante el mismo que anoche le ganó 1-0. Lo más incómodo que dejó a los tricolores la derrota ante Atlético Nacional en el Parque Central fue que no encontraron en el funcionamiento del equipo alguna señal que permita pensar que es posible una reacción. Algo que los invite a creer pese a que arrastra una racha de 16 goles recibidos en siete partidos y que perdió seis de los últimos nueve. Algo a lo que el hincha se pueda aferrar. Porque fue más de lo mismo, de un equipo sin alma, sin rebeldía, sin fútbol, con serios problemas defensivos, ahora también con tremendas dificultades para avanzar con buen criterio de mitad de cancha para adelante... ¡y sin suerte! Frente a todo eso, se acaba la esperanza, domina la desilusión y reina la inseguridad que desde la cancha sube a la tribuna y desde ahí baja al campo de juego. Entonces el funcionamiento del equipo no sale de ese círculo vicioso de errores tras errores y se multiplican los fracasos.

Es cierto que en el fútbol no hay nada definitivo, salvo que este equipo ya no tiene chances de avanzar a la tercera ronda de la Libertadores, pero hay algo que este mismo grupo sabe y es que tiene el desafío de encauzar su rumbo en el torneo local, en el que dispone de todo para ganar y que con un triunfo el fin semana ante Juventud de Las Piedras podrá redescubrir que es candidato para estar en la definición del título. Esa es la diferencia de jugar en casa y afuera.

Anoche, Nacional jugó muy poco y muy mal. Apenas, cuando a los 57’ ingresó Iván Alonso y se registraron dos acciones de riesgo (la primera se la perdió el delantero recién ingresado y la segunda Pereiro, que estrelló una pelota en el ángulo) amagó con despertar Nacional, pero enseguida el gol que convirtió Cardona a los 63’, tras una gran acción colectiva de los visitantes –ante otro descalabro defensivo tricolor–, acabó con todo. Gol y golpe al alma, a la ilusión de los hinchas y de los dirigentes que invirtieron millones de dólares para poner en cancha un equipo que pudiera competir en América.

Atlético Nacional resolvió todo con la simpleza del buen manejo del balón, de saber aprovechar los espacios y de jugar a un toque. En ese rubro se lucieron Medina y Cárdenas, los motores de un equipo que también fueron agresivos en la recuperación del balón cuando las circunstancias lo exigieron. Los colombianos tocaron como saben hacerlo y llevaron a Nacional a un lugar muy incómodo.

El equipo paisa es una buena expresión futbolística, pero no es más que eso. Está lejos de ser uno de esos cucos que puede tener la Libertadores, aunque por la forma en que juega Nacional cualquiera es capaz de asustarlo.

Los tricolores profundizaron su crisis y cada partido hace más insostenible la situación, porque ya son seis derrotas en los últimos nueve partidos y 16 goles en contra en los últimos seis encuentros. No importa si atajan Munúa o Bava, si defienden Scotti, Benegas, Curbelo o De los Santos, si juegan Prieto o Rafa García, si en ataque van De Pena, Mascia, Porta o Alonso. Es un equipo que está fuera de servicio.