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Nacido para estas batallas: Uruguay 2-Inglaterra 1

Uruguay jugó un partido heroico y le ganó 2-1 a Inglaterra
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19 de junio de 2014 a las 12:52

Habrá que agregar otra página al libro de la historia uruguaya. A aquellas historias que hablaban de una partido imposible, en la que la celeste llegaba contra todo. Uruguay hizo un partido heroico, en todo el sentido de la palabra. Por el juego, porque se levantó cuando era todo oscuro. Y sobre todo, por Luis Suárez. Porque se repuso de uno de los momentos más difíciles de su carrera, y fue el héroe, justo ante el rival al que más le quería ganar. Porque metió el primero cuando el equipo era un avión, y sobre todo le dio la victoria a la celeste cuando todo parecía perdido.

Ese gol, otro de los que se repetirá hasta el infinito pase lo que pase ante Italia, se empezó a construir hace 28 días, cuando Luis salía con cara apesadumbrada y en silla de ruedas de la Médica Uruguaya. Cuando se le caían tres lágrimas luego que el Dr. Pan le dijera que había que operar. Cuando Walter Ferreira le dijo, a los dos días: tirá las muletas y largate a caminar. Y se levantó, caminó, corrió y metió dos golazos. Como en un cuento de hadas.

El partido

Fue un primer tiempo espectacular de la celeste. Mejor incluso que los de Sudáfrica 2010, cuando el equipo había sido conservador. Esta vez el equipo tuvo la propuesta, se adueñó de la pelota y dominó al poderoso Inglaterra, que de a poco se fue refugiando en su arco y largando contragolpes.

Desde el principio la banda derecha volvió a ser factor clave de creación. Martín Cáceres se desplegó, y se encontró con un activo Tata González y con un Nicolás Lodeiro que tuvo un gran sacrificio táctico. Alternó permanentemente entre la posición de doble cinco en defensa y de enganche en ataque, para sumarse a los delanteros y triangular cerca del área. Uruguay tuvo presencia en el área, porque Suárez y Cavani fueron una dupla mucho más efectiva y despierta que la de Forlán-Cavani del primer partido. Además, el Cebolla Rodríguez aparecía por izquierda, y no dejaba proyectar a Johnson por el lateral derecho.

Inglaterra tuvo la pelota de a ratos, pero allí apareció un tremendo Egidio Arévalo Ríos cortando cada ataque inglés. El rival no se dio por vencido y probó por derecha en el arranque, y luego por izquierda, siempre con Wellbeck, aunque allí apareció la gran labor de la zaga de Diego Godín y José María Giménez para cortar el peligro.

Uruguay pasó algún sofocón, cómo no, en parte porque Fernando Muslera no volvió a tener un buen primer tiempo. Pero fue activo, enchufado al 100% y valiente para largarse con la pelota. Pudo ser de afuera del área, con un zapatazo del Cebolla que se fue cerca, o una triangulación en la que Cavani no llegó por centímetros.

Pero irónicamente, el gol llegó de contra. Fue un ataque de esos que muchas veces se elogia al ver la Premier, y que se asegura que en Uruguay no existen: córner de Inglaterra, salida rápida, Lodeiro que cruza la mitad de la cancha con pelota, pase a Cavani, el Matador aguanta un segundo y se la pone como con la mano a Suárez, que cabecea suave al palo derecho del arquero Hart, que quedó mitad de camino. Golazo para encuadrar.

En el segundo tiempo Uruguay arrancó a todo tren, y falló dos goles claros: uno de Suárez y otro de Cavani. Perdonó la vida, e Inglaterra se vino con todo. La celeste no hizo pie, cedió el terreno y la pelota, y cada vez pasó más aprietos.

Era un partido épico, como aquel ante Ghana en 2010, hasta con el paralelismo de Palito Pereira quedado tendido en el suelo, casi inconsciente, como Fucile en Sudáfrica. Pero Uruguay no aguantó y Rooney puso el 1-1 a los 74’.

Parecía todo perdido. Todo el esfuerzo para nada, porque Uruguay se quedaba al borde de la eliminación. Las piernas ya no daban, e Inglaterra hasta tenía margen para hacer el segundo.

El Mundial era casi historia. Casi. Porque nunca se debe olvidar que era Uruguay el que estaba en la cancha. Y era Suárez el que tenía que definir la historia. Casi que por justicia divina. Entonces, impulsado por una mano invisible, Luis le ganó el pique a Jagielka. Corrió hacia la pelota. Miró el arco y pateó. La rodilla rota funcionó como nunca.

Fue el final perfecto para el cuento de hadas. Uruguay 2-Inglaterra uno. Y a festejar.

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