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“Mi cargo tiene fecha de vencimiento”

Pablo Bengoechea recibió a El Observador en Los Aromos donde repasó sus días de jugador, el reto de ser entrenador en un club donde es ídolo máximo y sus sueños cerca de cumplir los 50 años
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24 de marzo de 2015 a las 19:01

Pocas personas sintetizan tan bien una época como Pablo Bengoechea. La estadía del riverense como jugador de Peñarol duró una década y dejó marcada a fuego a una generación acostumbrada a los éxitos o los fracasos, dependiendo la vereda donde se pare.

Reservado en las declaraciones públicas, padre y esposo celoso de su vida privada y máximo referente como capitán del último Quinquenio que tuvo un equipo local, Bengoechea recibió a El Observador en Los Aromos para dejar de lado su rol de entrenador y tocar todos los temas.

A sus 49 años –cumple 50 el 27 de junio– pasó más de 10 años en el reducto que Peñarol tiene en Barros Blancos, con la particularidad que significa trabajar a los pies de una estatua que, con su figura de cinco metros de altura, custodia el lugar de concentración mirasol y ya es un lugar icónicos para hinchas y socios.

Se fue de Peñarol el 5 de diciembre de 2003, luego de ser Campeón Uruguayo y volvió el 5 de enero de 2015, ¿Qué cambió en Los Aromos tantos años después?
Es lo mismo. Peñarol es una parte importante de todos los que trabajos aquí. Sabía desde el momento que me fui que iba a volver de alguna forma, porque el sentimiento que uno tiene lo hace estar ligado de por vida.

Usted llegó luego de la negativa de Diego Aguirre, ¿Qué le dijo su familia cuando les contó del ofrecimiento?
Se pusieron muy contentos porque saben de la felicidad que genera en mí el trabajar en Peñarol. Había tenido otras experiencias en el exterior que suponían estar lejos de la familia por mucho tiempo y obviamente, cuando se dio la posibilidad de dirigir en Uruguay y más en un equipo como Peñarol, la satisfacción fue doble y mi familia me apoyó porque sabe que esto me hace feliz.

¿No pensó que podía hipotecar su chapa de ídolo con un equipo que había terminado tan lejos en el Apertura?
Yo no tengo más que palabras de agradecimiento con Peñarol y con la gente del club. El hincha siempre apoyó, me han demostrado un cariño que yo no sentí en ningún lado y al club le debo mucho porque me hace vivir un bienestar familiar que debo agradecerle. Hoy soy un empleado del club que tiene que cumplir una función y tengo claro que mi cargo tiene fecha de vencimiento. Si el club no obtiene los resultados esperados yo me voy a tener que ir y es natural. Aquí no hay excusas, hay que trabajar para que Peñarol gane.

Como entrenador siempre le bajó línea a los dirigentes que lo importante comenzaba el 14 de febrero, ¿Sufrió con los clásicos de verano?
Nosotros buscamos darle un mensaje a los dirigentes de tranquilidad y de que lo importante era el inicio de la actividad oficial. Como hincha de Peñarol no me gusta perder los clásicos y entiendo a quienes se molestaron, pero nuestra meta era otra.

A ningún uruguayo le toca lidiar con la presión que significa tener una estatua en la puerta de su trabajo, ¿Es una presión extra eso?
No, es una muestra muy grande del cariño que me regala la hinchada de Peñarol a la que estoy muy agradecido.

Hace pocos días tuvo la posibilidad de visitar el nuevo estadio del club, ¿Se imaginó dirigiendo al equipo en la inauguración?
Yo el día de la inauguración iba a estar seguro con mi familia, eso lo tenía claro, lo que ha cambiado es que ahora soy el entrenador del club, tengo una función que cumplir, pero con la misma ilusión y alegría que significa que Peñarol esté creciendo. El estadio que Peñarol está construyendo tendrá mucha jerarquía y será muy lindo.

En su debut contra Cerro hubo episodios de violencia y en el partido entre Rampla y Danubio también, ¿Es riesgoso trabajar en el fútbol uruguayo hoy?
Yo creo que más allá del fútbol la preocupación es en la sociedad. No es fácil vivir hoy en nuestro país. El tema de la violencia es un tema complicado y espero que se puedan tomar medidas para que aquellos que no hacemos nada fuera de la ley podamos vivir en paz.

Hablemos de su etapa como jugador, usted fue el símbolo de una franja generacional mientras jugó, ¿Cómo llevó el tema de ser un referente para los niños en su momento?
Nunca fue un problema ser espejo para los jóvenes porque cuando yo era niño soñaba ser como Morena, así que es natural. La hinchada de Peñarol siempre me demostró un cariño especial y más allá de ser jugador de fútbol, mi meta era seguir siendo la misma persona y afuera de la cancha me concentraba en ser un buen padre, buen hijo y buen hermano. Soy un tipo común, la diferencia es que fui jugador.

En tiempos donde se mide la gloria per cápita de los jugadores de selección, usted ganó dos Copa América (1987 y 1995), sin embargo dijo: “Antes de ser uruguayo, soy hincha de Peñarol”. ¿Lo perjudicó esa frase?
En su momento lo dije porque Peñarol no me quería prestar para la selección nacional ya que se jugaba una instancia importante en el campeonato. Yo dije que Peñarol era el que me pagaba el sueldo y lo tenía que defender.

En 1998 tuvo un exabrupto con Hugo De León donde le mostró los cinco dedos del Quinquenio. ¿Qué pasó?
Fue una situación que pasó dentro del campo y quedó ahí. Cuando yo era niño Hugo (De León) ya había ganado varios títulos y lo respeto mucho. Hoy tenemos una relación cordial, nos vemos y nos saludamos. Eso ya pasó, lo que hice en ese momento no estuvo bien. Yo cometí un error.

Del paso de jugador a entrenador, ¿En qué cambió su forma de pensar?
No cambió nada. La diferencia es que ahora no me canso, se cansan ellos (risas), pero mi forma de ser sigue siendo la misma.

Dirigentes y jugadores dicen que usted transmite tranquilidad, ¿Impone la autoridad desde la planificación o es un tema de que la brecha generacional es menor?
El tema es que yo no soy joven, voy a cumplir 50 años. Puedo ser joven para ser técnico. El problema es que para el hincha siempre fui Pablito y voy a seguir siendo Pablito (risas).

¿Ese cariño “paternal” es un regalo del hincha?
No tengo palabras para definir a a la hinchada. Peñarol es parte de mi familia.

¿Es el hijo varón que no tiene?
No tanto como un hijo, pero si una parte importante. Yo crecí con Peñarol, tuve la posibilidad de jugar y ahora estoy trabajando aquí. Peñarol es parte de mi vida y de mi familia.

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