Forlán saluda a los hinchas de Cerezo

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"Me piden que entrene como para Sudáfrica"

Diego Forlán habló sobre su experiencia en Japón, sobre lo que descubrió en un país “increíble”, y confesó que le escriben que vuelva a prepararse como en 2010
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27 de marzo de 2014 a las 23:16

Cada vez que escucho la frase de que el hombre es un animal de costumbre, siempre me acuerdo de Diego Forlán (ahora en Cerezo Osaka); aunque esta vez, en una charla por teléfono, no sé si porque él estaba terminando el día y en Montevideo recién empezaba, lo escuché en un tono reflexivo. Más del que habitualmente transmite. Enseguida, mientras él seguía hablando, me preguntaba si sería porque el histórico futbolista de la selección ya tiene 34 años y, de alguna forma, tanto recorrido en la vida deja enseñanzas y experiencias que hacen ver todo con otro cristal. “Vos sabés que me adapté muy bien porque hacen todo para que te sientas cómodo”, decía Diego, que no dejaba de hablar y de subrayar el mundo diferente en el que el fútbol lo depositó por estos días. “Ya había estado aquí y sabía que era diferente, pero ya no solamente comprobé lo que conocía, sino que hoy puedo reafirmar que son personas de otro mundo, por el respeto, por la educación, por las formas. Fijate que el lugar en el que estamos viviendo con mi señora lo eligieron ellos, y eso no es nuevo porque en todos los lugares en los países en los que jugué me dieron todo, en España, en Italia… Me dieron todo, pero lo que me está sucediendo ahora es totalmente diferente a lo que había vivido. Me dieron un apartamento amueblado y no había detalle librado al azar… ¡Hasta servilletas tenía! Vos pensarás que es una pavada, pero eso refleja lo que son y cómo viven”.

El diálogo pasa de un tema a otro, porque el periodista quiere saber y el entrevistado, contar; por aquello de que tiene poco contacto con su Uruguay natal y encontró un atajo para reflejar las emociones que vive por estos días.

Su llegada a Japón se comenzó a gestar en octubre de 2013. “Ya ahí quedó claro que no era una oportunidad más. Era algo diferente. Cuando me mostraron su interés para formar parte del proyecto no me hablaron de equipo, me plantearon la idea que tenían, que querían que fuera como una figura para la liga y me encontré con gente que demostró tanto interés por contar conmigo, que te valoran como profesional y persona, que sinceramente me dio muchas ganas y me llenó de ilusiones”, relata.

Para Forlán, Japón era un destino que ya conocía. “Estuve por primera vez en Japón en la preparación para el Mundial de 2002, volví en 2003 para un amistoso y en agosto pasado, para otro amistoso. Japón es espectacular y cada vez me sorprendo más por la infraestructura que tienen, porque te enfrentás a puentes y autopistas de 20 y 30 metros de altura que son impresionantes. Por la gente, por su hospitalidad, la educación. A veces me pregunto si es real todo esto, porque existen formas de ser y proceder increíbles. Y te pongo un ejemplo que de alguna forma refleja que están en otro nivel: tenés que ver el respeto que existe por el adulto mayor. Ves a las personas mayores trabajando en lugares públicos, o pasás por el peaje y te atiende gente mayor. Les dan un espacio en la sociedad y viven hasta el final de la mejor forma”, confiesa. “Y te cuento otra”, se adelanta a decir. “Las dos frases que aquí te abren cualquier puerta son ‘muchas gracias’ y ‘por favor’”.

"Una de las situaciones que más me llamó la atención es que me preguntan a menudo cómo pueden mejorar su liga. Quieren saber cómo es en Uruguay. O ves que el profe analiza detenidamente mi trabajo y, de pronto, me pide que hable con los demás jugadores para que tomen el ejemplo y mi forma de entrenar”


¿Es un lugar para estar toda la vida?, pregunta el periodista, y del otro lado se hace una pausa. Diego sigue ahí, seguramente pensando. Al menos eso parece, porque no responde. “No sé. Por mi profesión, a corto plazo tomé la iniciativa de venir porque es temporal. No sé qué sucederá después. Sí te puedo decir que la familia y los amigos tiran. Pero fijate lo que son las cosas: en dos años voy a cumplir 36 y voy a llevar 18 años viviendo en el exterior… ¡La mitad de mi vida afuera!”.

En seis horas aprendió japonés
La imagen de Diego hablando en japonés en su presentación recorrió el mundo. “¿Cuánto estudié para hablar japonés? Tomé tres clases de dos horas”, dice suelto de cuerpo, y agrega, como para minimizar una virtud que tienen muy pocos: “Tengo mucha memoria. Memorizo fácilmente”, subraya. “La verdad, nunca imaginé que tuviera tanta repercusión el hecho de que en mi presentación en el club hablara en japonés. Era lo mínimo que sentía que debía hacer para agradecer. Ahora en el club me muevo con traductor, porque es un idioma difícil. En aquella ocasión, tenía un texto aprendido. Y es lo que decís vos, las repercusiones fueron increíbles. Es raro, ¿no? En Inglaterra, en inglés; en España, en español; en Italia, en italiano; en Brasil, en portugués, y en Japón, en japonés… va a quedar en la historia como una anécdota”, explica, procurando bajarle el perfil a un acontecimiento que impactó.

Su facilidad para memorizar no le alcanza para interactuar en el club el resto del día, adonde vaya en el club o con el club siempre lo acompaña un traductor. “Antes y después, en la vida cotidiana, nos arreglamos solo con mi señora con algunas palabras en japonés y con inglés. Pah, pero dejá que te cuente esto, porque hubo un momento en el que no fue nada fácil: el primer día que mi señora fue sola al supermercado, porque estaba concentrado, me llamó porque no sabía qué comprar. Eso me pasó siempre a mí, incluso en España, en un país en el que hablamos el mismo idioma, porque las marcas a las que estás acostumbrado no están. A ella ya le había pasado en Brasil. Imaginate esta escena: enfrentás las góndolas, mirás, mirás y decís: ‘Pah, ¿qué hago?’”.

El día que se sintió satisfecho
El tema Sudáfrica 2010 recorre siempre los mismos caminos, sin embargo, esta vez Diego sorprende. “Te voy a contar algo que nunca dije. El día que se anunció que era el ganador del premio como mejor jugador del Mundial estaba en el hotel en Port Elizabeth, vinieron amigos y mi familia, y en un momento quedé solo con mi padre y mi hermano. Mirá que esto que te estoy diciendo nunca lo conté. Quedamos solos, como tantas veces, y generalmente soy muy exigente conmigo y me caliento cuando no salen las cosas; pero cuando las consigo, las minimizo. ¿Sabés qué? Ese día solo les dije que cumplí con lo que debía; lo que me llenó y que no tiene precio es haber ido como esperanza futbolística en un país tan exigente como el nuestro y haber cumplido con todo el país. Salimos de Montevideo con la frase ‘tenemos depositada nuestras esperanzas en vos’ y sentí, en parte, haber cumplido con eso. No suelo decirlo, pero sentí que rendí con excelente. Ser ídolo de tu país no tiene precio. En Uruguay el carnicero, el diariero, el almacenero, todos te demostraron cariño y la felicidad por haber cumplido con eso, con eso tan sagrado que esperaban todos y donde estaban depositadas las esperanzas. También te digo que eso ya está, ya fue. Lo disfruto, pero también te digo que lo que gané no fue porque dije voy a ganarlo, nunca lo hice, me preparé y nunca lo pensé ni me puse techos altos, simplemente lo hice”.

“Desde que entró la televisión en el mundo del fútbol, cambió todo. Económicamente y en la exposición que tienen los jugadores. Te lo dicen los futbolistas de antes y los de ahora”


“Lo lindo de todo esto es la opinión y la energía de la gente, que te pide que entrenes, que hagas lo mismo, y lo que más te reconforta a esta altura de la carrera es que algo que fue tuyo –porque tuviste la idea de prepararte, de seguir todo de acuerdo a un plan de descanso, alimentación con muchas proteínas y batidos, entrenamientos extras– haya dado resultados y que la gente te lo diga, te lo reconozca”, explica sobre su fórmula secreta. “No tengas dudas que hubo un antes y un después en la selección, porque la mayoría trabaja en forma personalizada. Soy una persona que habla poco, soy más del ejemplo de lo que hago. Y con esto no quiero marcar que lo de antes fue mejor o peor porque no me gustan las comparaciones. Eso sí, puedo decir que hace algunos años, por alguna razón, los jugadores no iban al gimnasio. Ahora cada vez somos más los que vamos a trabajar al gimnasio después del entrenamiento”.

Con el Mundial a la vista, la charla recorre los caminos de Brasil 2014. “¿El Mundial? Mmm... No me imagino nada. Solo espero llegar a estar bien física y futbolísticamente. ¿Cómo se va a dar? Es muy difícil de planificar. Siempre hice igual, entreno y trabajo bien, después veré qué chances tengo”. Y analiza las oportunidades de Uruguay: “Nos tocó una serie difícil, pero va a ser difícil para todos. Por lo que vi y leí, nos respetamos todos, nos miramos, pero nadie asegura, ninguno de los cuatro, que está clasificado. Eso te dice mucho, ¿no?”.

La fórmula secreta
“En breve viene Santiago (Alfaro, su entrenador personal) para continuar con el plan de trabajos. Ya hicimos una etapa de tres semanas a fines de enero y principios de febrero, que me dio una buena base de trabajo y fuerza. ¿Querés saber qué es lo más curioso y gracioso de este trabajo que estoy haciendo? Que antes nadie sabía que para los torneos siempre me preparaba igual que para Sudáfrica (con entrenamientos en triple horario meses antes de la competencia), pero tuvo trascendencia por los logros que alcanzamos con la selección y a nivel individual. Está claro que todo va de acuerdo al resultado, pero yo siempre entrené igual, porque sabía que con una buena preparación, a corto o largo plazo conseguís los resultados. Pero lo anecdótico –y al mismo tiempo es algo que a mí me transmite mucha energía– es que ahora la gente me escribe y me dice que haga el mismo entrenamiento que en 2010. Hace poco, un amigo de un amigo me escribió: ‘Diego, por favor, entrenate igual que para el último Mundial’. Me piden que entrene como para 2010. Y, ¿sabés qué? Desde que empecé a los 14 años ya tenía mi rutina de trabajos extras con pelota y solo físico. Te voy a contar una anécdota de la época en la que vivía en Montevideo: después de que llegaba del colegio o liceo y hacía los deberes, iba al fondo de casa con una pelota y me pasaba pegándole a la pared. Resultó que un casero de un vecino, que siempre me veía ahí durante horas, hace poco me lo crucé y me dijo: ‘Sos un ejemplo para mi hijo, porque siempre le digo que te mire’ y le cuenta que me pasaba horas entrenando con una pelota. Esa inquietud la tuve siempre y el sacrificio lo aprendí de mi padre. Lo que sucedió fue que a medida que transcurrieron los años, me fui profesionalizando. En 2005 conocí a Santiago y sumó todo su conocimiento y capacidad. Ahora él me asesora físicamente y yo sigo haciendo mis cosas de fútbol”.

Su vida en un documental
Diego Forlán está grabando un documental sobre su vida. Por estos días, una productora avanza en el proyecto DF10. “Es un documental, pero todavía no tenemos cerrado qué es lo que vamos a hacer. Iremos viendo cómo se va armando y dependerá de la gente que lo quiera. Ahora están grabando mi vida en Japón, los entrenamientos. Tengo imágenes caseras de mis pasajes por otros países y equipos. Ahora estamos en la etapa de recopilación. Es algo así como el libro en otro formato”, manifiesta el delantero uruguayo. Inmediatamente comienza a confesar cuestiones personales y de su intimidad. “La vida de casados la estoy disfrutando muchísimo porque estoy con mi señora. Por ahora no hay proyecto de agrandar la familia”, precisa.

Aunque lleva la mitad de su vida en el exterior, recién tras su experiencia en Brasil descubrió que es mejor vivir lejos, que cerca de Montevideo. Por eso, confiesa: “Ya estoy acostumbrado a vivir en el exterior, te dije que en dos años llevaré media vida en mi país y la otra mitad en el exterior. Eso sí: después de la última experiencia en Brasil, te aseguro que prefiero estar lejos del país, a estar cerca; porque cuando estuve en Porto Alegre no estaba ni en Montevideo ni en Porto Alegre, debido a que tenía una despedida cada dos semanas y emocionalmente es más difícil. Al menos, eso me afecta mucho a mí. Además, cuando iban a visitarte, iban menos días, se volvían, y al tiempo regresaban. Ahora es diferente, cuando vienen, se quedan por lo menos dos semanas y los disfrutás más”.

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