Con la cabeza, con la nuca, con el corazón. Así llegó el gol de Marcel Novick en el último suspiro del clásico y cuando el gol de Peñarol no se veía venir por ningún lado.
Justo él que nunca había podido hacer un gol con esta camiseta que defiende desde hace cuatro años. Justo él que salvo una vez, allá lejos y hace tiempo, solo había podido convertir un tanto en toda su historia en Primera división jugando para Rampla, el cual ni siquiera pudo gritar porque también fue en la hora, pero perdieron 2-1 con Defensor. Justo él que con su 1,71 metros saltó más que Mauricio Victorino y Jorge Fucile, quienes son bastante más altos.
Esa camiseta que en el dorso tenía el apellido Rettich de su mamá por el Día de la Madre, ya está en donde debe estar: precisamente fue uno de los regalos que le llevó anoche, luego del partido, de las notas y los flashes.
Novick arrastró la tarjeta amarilla desde los 8 minutos por una falta sobre Christian Tabó. De todas maneras, aguantó sin pegar hasta el final en un clásico bien friccionado, como debe ser.
Y se animó a incursionar en ofensiva como la falta que le cometieron ya en la adición que le dio el tiro libre a Luis Aguiar. Allí no llegó el empate. Demoraría un minuto más.
No es ningún virtuoso con la pelota y él lo admite. Pero heredó otros talentos. Por algo es uno de los más queridos de la hinchada de Peñarol. Por la fuerza, la energía y la entrega que muestra con esa camiseta. Así es el manya, aplaude más un tranque con la cabeza que un caño. Y en eso, Marcel es un especialista.
Antes lo había elogiado con todo por su pundonor y la forma de sentir esta clase de encuentros.
"El gol lo hizo de corazón, de cómo siente el fútbol. Es un jugador con una gran rebeldía y un amor propio impresionante. Le duele muchísimo perder esta clase de partidos. No digo que a los demás no les duela, pero él lo sufre de una manera especial. ¿El gol? Fue una intuición, con la oreja vale igual. Estos goles son importantísimos y puede ser el gol que te dé el campeonato. Si será trascendente para nosotros y en especial para él", subrayó el entrenador carbonero.
Entonces sí le tocó el turno a Novick para hablar de cara a los micrófonos en su tarde soñada, esa de su primer gol con la camiseta de la cual es hincha desde niño.
"Estoy muy contento por cómo se dio el final. Son emociones muy fuertes que estoy viviendo por cómo logramos el empate y mantener la distancia con el rival", indicó el volante, la gran figura de Peñarol en el clásico.
Consultado acerca de qué opinaba de los penales que pitó el juez en contra, Marcel prefirió no entrar en polémicas.
"No me gusta hablar mucho de los árbitros. En general, los jugadores también somos criticados. Es difícil hablar de ellos. Me gusta decírselo en la cancha y que quede ahí. Nunca un jugador sale a decir que un árbitro lo favoreció un árbitro, así que siempre prefiero comentárselo allí en pleno partido", indicó.
El volante también sostuvo que atraviesa su mejor momento.
"Estoy en un buen momento, quizás sea el mejor. El equipo dentro de todo se está haciendo fuerte. Hace varias fechas que no perdemos y eso es importante".
Hasta que llegó el instante en que debió explicar cómo fue el gol y esa carrera que fue envidia de Usain Bolt para festejarla de cara a la Ámsterdam.
"Estaba por terminar el partido y yo no soy de irme con la lanza para arriba, en general me gusta estar táctico, ordenado. Justo se dio que estaba en la hora y que quedaba esa última jugada, así que decidí irme para arriba. ¿Con qué le pegué? No sé. Creo que con la parte casi de atrás de la cabeza", sostuvo sin perder la seriedad y la postura.
También dijo que cuando estaban 2-1 abajo, "iban pasando los minutos y cada vez estábamos más desesperados. Es difícil a veces ser frío y muy táctico cuando necesitás un resultado y empatar un partido. Por momentos quedamos expuestos porque nos fuimos para adelante un poco desordenados".
Para Marcel, la roja que se hizo sacar Guillermo Rodríguez para que Sebastián Fernández no anotara el 3-1 sobre el final, "quizás fue más importante que mi gol porque si estábamos 3-1, mi gol no hubiera servido para nada. Fue más importante la decisión de Guille".
Y allí se fue a festejar con su madre y a vivir la noche más soñada de su carrera.
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