Los Teros salen a recoger los frutos

Corría mayo de 2011. El Mundial de Nueva Zelanda 2011 se jugaba en setiembre, pero para Uruguay se había acabado hacía rato, en noviembre de 2010, con la derrota 39-12 ante Rumania. Un grupo de chiquilines, muchos sin experiencia de selección, se subían a un ómnibus para viajar a Puerto Iguazú a jugar un Sudamericano en el que después de mucho tiempo se caía al tercer escalón tras perder con Chile. El rugby uruguayo estaba dividido, pero empezaba a recorrer el camino para cambiarlo. Y aunque muchos aún no lo pensaban, el destino estaba en Inglaterra 2015. Mañana, desde la hora 5 en Siberia, Uruguay se enfrenta a la primera de las últimas dos paradas de ese destino: el partido de ida del repechaje ante Rusia.

Procesos. Esa palabra que se puso de moda en el fútbol gracias a Tabárez, Lugano, Suárez y compañía. Procesos, eso que para el rugby siempre fue una quimera, o un lujo al que no se apelaba, porque ese milagro del deporte de 3.000 jugadores federados alcanzaba para seguir peleando clasificaciones a mundiales, entrenando dos semanas antes de los torneos en donde hubiera lugar y con quien estuviera a la orden.

A ese proceso que transformó la cara del rugby uruguayo le llega hoy su prueba final. Porque es cierto que el deporte continuará el 12 de octubre, al día siguiente al partido de vuelta, y que la idea es mantener el proyecto si no se clasifica. Pero también que las baterías de DT, dirigentes y jugadores están puestas hace mucho en esta serie. Y que la historia futura del rugby uruguayo será una con Los Teros en el Mundial y otra sin ellos. Fundamentalmente porque, si consiguen el objetivo, seguramente sean la última selección amateur de la historia de los mundiales de rugby.

Por fortuna, todas las piezas del proceso encajan en el momento justo. El plantel, con muchos de los que hicieron aquel viaje a Iguazú en 2011, llega con experiencia pesar de sus 25 años de promedio: todos tienen más de 25 partidos internacionales, y muchas finales en los últimos meses: la victoria ante Chile que permitió seguir en carrera, la Eliminatoria ante EEUU donde se perdió pero se creció mucho en el juego, la Nations ante Rusia que posibilitó superarlos en el ranking y ser locales en la vuelta, y la semifinal ante Hong Kong, en el que Los Teros aprendieron a superar la presión de jugarse en 80 minutos la chance de despedirse del sueño.

Mucho se habló ya de la vuelta de Rodrigo Capó, y cómo también las piezas encajan en ese aspecto. Pero desde lo rugbístico también es una pieza clave, que permite crecer en experiencia, en roce internacional, en dinámica y en obtención en las formaciones.

Todo este proceso no sería tal sin el Charrúa. Hace dos años, la concesión del estadio se convirtió en una revolución, que permitió al rugby ser uno de los pocos deportes en tener su Centro de Alto Rendimiento. Pero además, en esta recta final se cumplió con el último reclamo de los jugadores: el pago de un viático, que permitió comenzar a practicar de mañana e hizo posible aquello del entrenamiento invisible, donde el descanso es fundamental.

Nada de todo eso asegura la victoria. Enfrente habrá un rival durísimo, y de los más parejos que Uruguay pueda encontrar. Con la desventaja de que, en la primera de cambio, ellos tienen todas las de ganar, porque Los Teros tendrán 11 horas de diferencia horaria y alrededor de 0° de temperatura. Pero sí asegura que, como nunca, se hizo todo para poder lograr el objetivo.